martes, 29 de abril de 2014

VESTIR DE SPORT; LA ELEGANCIA DEL ESTILO MÁS INFORMAL




“El estilo es el ropaje del pensamiento; y un pensamiento bien vestido, como un hombre bien vestido, se presenta mejor.” Conde de Chesterfield


Si bien por el nivel de conocimientos del lector a quien va dirigido este artículo no vamos a entrar a definir las diferencias entre el atuendo formalsemi-formal e informal (para aquellos que no las recuerden recomendamos echar un vistazo al capítulo introductorio de libro recientemente publicado) sí queremos esta vez hacer un guiño a la vestimenta de sport o sencillamente a aquella que no necesita de corbata o pajarita para estar completa.

Durante los años de vida de http://www.elaristocrata.com/hemos sido “cariñosamente” amonestados por centrarnos casi en exclusiva en la vestimenta formal o para ser más precisos en el lenguaje por centrarnos solo en aquellos atuendos que requerían de corbata o pajarita.



Si bien carece de sentido intentar negar la evidencia y contradecir unas afirmaciones más que enfundadas también debemos tener en cuenta que siempre resulta mucho más fácil vestir, y también escribir, cuando se necesita de una corbata que hacerlo cuando ésta está ya descansando enrollada en su cajonera.

Hasta los años 30 resulta difícil encontrar caballeros que vistieran a lo largo del día sin corbata. Y curiosamente fueron precisamente esos caballeros los que han pasado a la historia como los señores más elegantes de todos los tiempos.



Incluso hoy, a muchos de nuestros referentes del buen vestir, como al propio Príncipe Carlos, resulta difícil verles reflejados en una instantánea sin, al menos, un informal traje de chaqueta. Por ello, soy un convencido de que de haber tenido la oportunidad de ver a Cary Grant, a Richard Merkin o al mismísimo Winston Churchill en pantalón y camisa, sin sus impolutos trajes y chaquetas, el concepto que tendríamos de ellos no sería tan extraordinario como el que permanece en la memoria de buen vestir masculino.

Para terminar de ser totalmente justos con los caballeros aquí mencionados debemos apuntar que en aquel tiempo cuando se vestía de sport se hacía igualmente con corbata. Era la época donde el chaqué acompañaba a los señores en sus quehaceres formales de la mañana o el stroller en las menos formales.

Y si el chaqué era el protagonista de la mañana, el frac era el atuendo indicado de vestir a la tarde-noche. Por todo ello el traje; hoy un atuendo considerado como formal, era por aquel entonces una prenda puramente informal y era solo vestido en las ocasiones en las que hoy lo normal sería vestir un pantalón y una camisa.

Dicho esto, debemos admitir que existen infinitas maneras de vestir de forma clásica y elegante sin necesidad de caer en la dejadez y ordinariez absoluta predominante en nuestros días cuando la corbata ya no es la protagonista del atuendo.



Un caballero puede ser elegante vistiendo de traje y luego caer en la mayor vulgaridad al hacerlo de sport. De igual manera puede ocurrir que haya caballeros que por su ocupación profesional no requieran normalmente de vestir de traje y no por ello tienen que dejar de ser considerados automáticamente como señores elegantes.

Hay ocasiones como los casual Friday, una tarde de compras, un paseo en barco o sencillamente una mañana en la playa o en la cola del pan que sirven para reconocer a ese “perfecto caballero” que de forma tan elegante lleva un reloj de bolsillo con su chaqué pero también de forma tan natural y estilosa viste una camisa de lino en su tiempo libre.

Si bien muchos caballeros podrían vestir elegantemente con el clásico atuendo de traje de chaqueta de elegir unos correctos zapatos y de contar con un experimentado sastre y con un buen camisero, al vestir de sport las posibles alternativas se multiplican y el peligro de errar en la elección aumenta en gran medida.

Igualmente, es cuando la corbata no está presente cuando la frontera entre lo correcto y lo incorrecto es más difusa y lo que algunos caballeros enjuiciarían como algo exagerado otros, por el contrario, lo podrían considerar algo estiloso.

A pesar de todo ello, hay una moda clásica que también permite vestir de manera actual sin necesidad de caer en lo ridículo con lo que las nuevas tendencias nos sorprenden cada temporada.


Esta forma de vestir más que una moda es sencillamente una manera de vestir que se ayuda de patrones modernos y de colores actuales para conseguir una correcta mezcla entre la sobria elegancia británica el estilo más clásico italiano.

Y es en esta particular forma de vestir donde tanto las chaquetas, los pantalones y los zapatos más especiales cobran un sentido especial.

Hoy la variedad de chaquetas de sport es ilimitada y el sinfín de telas estilosas con las que poder mandarlas coser es tan variado que es difícil no dar con aquella que nos haga soltar una pequeña sonrisa de imaginárnosla terminada y vestida en esas infinitas ocasiones donde solo jerséis o, en el mejor de los casos, una sencilla chaqueta azul marino acompaña a nuestras amistades.

Y si además no nos conformamos con los tejidos más extendidos o con los cortes más populares y buscamos algo más especial, y por qué no, también algo más de estilo, y optamos, por ejemplo, por una chaqueta cruzada seguro que no nos importará hacer frente a ese desembolso extra que toda chaqueta de sport bien terminada trae consigo.


Aunque parezca una obviedad, si importante es acudir a un buen sastre para hacernos con nuestras chaquetas más formales, todavía lo es más si queremos presumir de chaqueta de sport.

Si bien una chaqueta de traje de un color liso y sin diseño alguno resulta fácil de coser, la cosa cambia más que significantemente cuando al sastre se le pide que tenga en cuenta los diferentes dibujos de la tela, los case en las diferentes costuras y “eche el resto” a la hora de pinzar la chaqueta sin romper la limpieza y la homogeneidad del conjunto.

Las chaquetas de sport de confección, además de ser todas muy parecidas, pueden una vez ajustadas al físico del comprador final perder la limpieza de líneas que tenían sobre la percha. Así pues, una vez hechos los ajustes necesarios es muy difícil que en esa chaqueta de confección, por ejemplo, los dibujos de las mangas y el cuerpo sigan coincidiendo así como que lo hagan los de las diferentes costuras.

Esto es muy apreciable en la espalda al ser concretamente en la costura central de la misma donde se meten o se sacan esos centímetros extras que sobran o que, por el contrario, se necesitan. Sin embargo, en las chaquetas hechas a mano el talle se produce a lo largo de toda la chaqueta y no se concentra solo en un punto.

Aunque reconozco que con la vestimenta más informal las chaquetas de hilera sencilla resultan más cómodas, sigo siendo de la opinión que nunca la belleza de la chaqueta cruzada estará al alcance de aquella. Por ello, los sastres italianos se han especializado en este tipo de chaquetas saltándose en muchos casos las medidas y las hechuras utilizadas en los trajes de sus clientes más puristas.



Para ello, las han acortado, estrechado y las han “desarmado” con gran acierto. Todo esto ha posibilitado darles un aire puramente de sport alejado de los cánones aplicados en el mismo tipo de chaquetas en las sastrerías británicas y en la mayoría, por qué no decirlo, también de las españolas.

Ni que decir tiene que cuando hablamos de un corte más ligero y desestructurado no lo hacemos pensando en lo que ciertos gurús de la moda se empeñan en hacernos ver como algo estiloso o actual. Por el contrario, seguimos pensando en un corte varonil, clásico y estiloso; pero también elegante y lejos de todas esas tendencias absurdas con las que se empeñan en sobresaltarnos cada determinado tiempo estos creadores de tendencias.

Jugando con los tejidos de la chaqueta, su peso y sobre todo su diseño se puede imprimir un toque especial hasta al pantalón más informal. Y si además conseguimos un corte estiloso para nuestra chaqueta (que no ridículo) y acorde a nuestras medidas el resultado puede estar muy por encima del conseguido en muchos trajes de chaqueta.

Además en las chaquetas de sport tenemos la posibilidad de jugar con diferentes tipos de terminaciones. Así pues, podemos optar por chaquetas con cerillera o incluso por aquellas otras donde la totalidad del bolsillo esté cosido sobre la chaqueta viéndose éste en su totalidad. Igualmente, se puede elegir entre botones de hueso, de piel, coser a las mangas unas coderas, escoger un forro algo más atrevido, etc. Y si no nos vemos con una chaqueta cruzada para vestir de sport, siempre podemos decantarnos por un falso tres botones; opción ésta siempre más aconsejable que la chaqueta clásica de dos botones.



Si somos de los que a pesar de añorar la impoluta elegancia de Cary Grant también pensamos que el uso del traje de chaqueta cada vez será más testimonial y que por más que pese a muchos, entre los que no me importa incluirme, éste dejará paso en no más de una generación a otras indumentarias más informales, parece lógico que contar con un número relativamente amplio de chaquetas de sport de calidad cobre más sentido que nunca.

Si bien yo al menos no conozco ninguna casa en España que pueda aportar los mismos resultados que ofrece la sastrería a medida, con el tema de los pantalones de sport me ocurre lo contrario.

Por un lado es de justicia admitir que el trabajo de cualquier sastre sobre el pantalón es siempre menor al empleado en la chaqueta y la calidad de la mano de obra no resulta tan fundamental como con aquellas. Y por otro lado, además debemos añadir que los diseños de muchas casas industriales resultan francamente atractivos y quedan lejos de lo que se ofrece en las sastrerías tradicionales.



Sea por esto o porque simplemente a la hora de vestir de sport no se busca tanto la perfección de la hechura en los pantalones sino más bien un estilo diferenciador donde el color y el diseño cobran especial protagonismo, la elección de estos obedece a parámetros más personales.

Indicar antes de que alguno de nuestros lectores se vea obligado a echárnoslo en cara que nada tengo en contra de los pantalones vaqueros pero qué duda cabe que su uso se debería restringir a las situaciones más informales o a aquellas en las que fueran franqueados con elegancia por otras prendas que aportaran al conjunto final ese toque especial que de vestirse los vaqueros de cualquier otra forma estos con seguridad carecerían.

Si bien no ocurre lo mismo con la elección de la camisa, sí encontramos pautas parecidas a las que muchos caballeros prestan atención al escoger su pantalón. La elección de un tipo de cuello en la camisa de sport no cobra la vital importancia que, por el contrario, sí tiene en la camisa de vestir. Aunque hay caballeros que prefieren para sus camisas de sport cuellos sin botones yo soy de la opinión que al contrario de las camisas de vestir, las de sport sí deberían contar con botones. De la misma forma, desde mi humilde punto de vista, las camisas de sport siempre quedan más naturales de contar con puños sencillos que de hacerlo con puño doble.



Dicho esto, hay que reconocer que sea la camisa de sport o de traje un ojal cosido a mano es siempre un detalle de calidad y de belleza que el ojo mejor educado siempre agradece. Y lo mismo ocurre a la hora de la terminación de la misma. El que las costuras casen en el hombro y la manga es una característica propia solo de las camisas de mayor calidad y este detalle no debería descuidarse tampoco en las camisas de sport.

Estos pequeños pero importantes detalles hablaran de la calidad de la camisa de manera mucho más contundente de lo que podría hacer cualquier marca que ésta llevara cosida en el pecho. Igualmente, nunca terminaré de entender la moda reciente de los hombres anuncio. Esta moda de ir “parcheado” con infinitos logos a cual más grande y llamativo carece de elegancia y estilo alguno.

De la misma manera reconozco que no deja de sorprenderme como marcas por todos conocidas que hasta bien recientemente se limitaban a estampar el logo de su marca de forma clara pero disimulada hoy han aumentado en gran medida éste de manera que no pase ya inadvertida para nadie y se convierta en el hecho distintivo de la prenda.

Si ya resulta francamente difícil encontrar caballeros que sepan de la importancia de vestir el zapato adecuado con traje, todavía es menor el número de aquellos que sean conocedores de ello a la hora de vestir sin corbata. Las zapatillas de moda del momento o, en el mejor de los casos, el tan recurrido mocasín americano se apoderan de los pies de la mayoría de los caballeros.

Si bien es de justicia reconocer que la variedad de modelos para vestir de sport aún siendo amplia no goza ni de la misma calidad ni de la misma belleza que sus hermanos que acompañan al traje, también es cierto que de tener buen gusto y saber dónde acudir se pueden encontrar zapatos de gran belleza que combinarán, y resaltarán, con gran estilo cualquier atuendo casual.

La libertad es casi absoluta a la hora de decantarse por uno u otro zapato. Dependiendo del atuendo escogido y del carácter y seriedad que queramos imprimir a nuestro atuendo podremos escoger desde un zapato de piel vuelta de doble hebilla, un tassel, un full brogue o incluso unos spectators.

Y algo similar ocurre con la elección de los colores de los zapatos. Si bien el traje, por norma general, no recibe con buen agrado zapatos con tonalidades alejadas al negro, el burdeos o los marrones oscuros, los conjuntos de sport son más flexibles y permiten entrada de colores más claros o que obligatoriamente no tienen que combinarse de forma seria. Por ejemplo, el propio modelo que ilustra este artículo podría ser vestido con un ojo de perdiz gris no muy oscuro pero con seguridad daría un toque mucho más especial de vestirse en un conjunto de sport que fuera acompañado de un pantalón de pana fina y boca estrecha azul oscuro.


Los conjuntos de sport admiten con una gran sonrisa todo tipo de complementos como cinturones, calcetines de colores de diseños más atrevidos, pashminas, pañuelos de bolsillos alegres etc.

Los looks que inexorablemente el futuro traerá consigo, se distinguirán por contar con prendas diferenciadas, esto es, serán conjuntos formados por chaquetas y pantalones independientes pero no ya por trajes de dos o tres piezas del mismo tejido y color como hasta ahora hemos visto.

Aunque cueste reconocerlo pienso que ocurrirá algo similar a lo sucedido con los casual Fridays.



No mucho tiempo atrás acudir al lugar de trabajo, incluso los viernes, con algo que no fuera un traje de chaqueta hubiera sido considerado casi como una temeridad. Sin embargo, hoy la vestimenta durante los viernes se ha relajado, desgraciadamente casi siempre en exceso, y el traje suele descansar en el armario durante este último día de la semana laboral incluso hasta en el de muchos de los caballeros de profesiones más tradicionales. Y esta realidad no creo que desgraciadamente ya tenga marcha atrás y la vestimenta informal se terminará apoderando en exclusiva también del resto de días de la semana.

Por todo ello, parece que el hacerse con un extenso juego de chaquetas de sport, camisas, pantalones y zapatos cobre cada día más sentido y repartirse el presupuesto dedicado a adquirir conjuntos de sport y formales se deba repartir, de momento, al menos a partes iguales.

A pesar de todo lo anteriormente escrito e independientemente de lo que nos depare el futuro y las nuevas costumbres resulta difícil imaginarse que un caballero pueda estar inapropiadamente vestido de decantarse por un traje de chaqueta acompañado de una corbata combinado acertadamente con un bonito zapato inglés de cordones y color oscuro.



El Aristócrata

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