lunes, 27 de febrero de 2017

THE BENTLEY DRIVING JACKET – PART 2: “PRUEBAS Y ENTREGA”



Una vez cerrado el diseño de la chaqueta empezamos a hacer prueba con diferentes tipos de telas “baratas” para después de dar con el modelo definitivo pasar a confeccionarla con las telas y materiales finales.

Como digo, antes de confeccionar esta chaqueta, se hicieron varias pruebas, concretamente se confeccionaron cuatro chaquetas finales antes de dar con la definitiva. Todas estas chaquetas se cosieron pensando que su hechura y detalles serían los definitivos. No obstante, tras verlas en el maniquí siempre había algo que podía mejorarse. La forma de los bolsillos, la trabilla trasera, el rombo del forro etc. Todos estos cambios hicieron ponernos de acuerdo en definir primero su aspecto exterior y solo una vez consensuado ponernos a trabajar en su interior. 
Para no tener dudas en el resultado final, Joaquín Fernández me probó en varias ocasiones con tejidos de otra época que por su composición o terminación difícil tendrían cabida hoy. Incluso, recuerdo que en la penúltima chaqueta que realizamos utilizó trozos de diferentes telas para conseguir suficiente tejido para toda la chaqueta. De hecho, no creo que hubiera habido ningún sastre, al menos que yo conozca, que hubiera aguantado todo lo que Joaquín aguantó todos estos meses. Aunque difícil es hacerse la idea de lo que será una chaqueta utilizando otra tela y otro color, creímos, como todavía hoy pensamos, haber dado con lo que buscábamos. 
La confección tiene varias notas que difieren de la manera en la que Joaquín acostumbra coser sus chaquetas. El hombro no cae de manera natural sino que tiene cierto relieve en su costura. Su sisa es alta pero no tanto como en las chaquetas de calle. Igualmente, las mangas no quedan tan justas como en las de los trajes estándares. Ambos detalles entendibles si tenemos en cuenta que el propósito principal de esta chaqueta es acompañar al conductor del coche en su trayecto a su destino preferido y, por consiguiente, la vestirá principalmente durante el tiempo que esté al volante. 
Esto es otro de los motivos por los que la chaqueta es visiblemente más corta que las chaquetas estándar. Una chaqueta que hubiera sido más larga solo hubiera conseguido un sobrante importante de tela entre el respaldo del asiento y el propio conductor; algo que solo hubiera conseguido hacer menos placentero el viaje. Para añadir un toque extra de comodidad al extender los brazos es por lo que se incorporó una abertura en la espalda; abertura que concede unos centímetros extras de tela cuando ambas brazos están extendidos sobre el volante. 
Definido su diseño – ver su porqué en el primer artículo - fueron varios retos a los que nos tocaron enfrentarnos en esta chaqueta. Quizás uno de los más importantes fue bajar la idea conceptual de coderas a la chaqueta con la piel de Bentley. Esta piel si bien es de una incuestionable calidad, tiene un grosor y un tratamiento pensado para que resista sin inmutarse el rozamiento y el uso continuado durante años y años. Esto da como resultado una piel que no admite patina alguna ni tampoco un cosido fácil debido precisamente a su importarte grosor. Después de decidir que coser la hombrera en su totalidad restaría elegancia a la chaqueta, pensamos hacerlo solo en forma de ribete. Para que esto adquiriera sentido el núcleo de la hombrera lo adornamos con un óvalo del mismo cachemira que la chaqueta pero con el rombeado diferenciador de la casa de la B alada. 
Para el ribete de piel nos pusimos en contacto con otro viejo conocido de esta página, Antonio García Enrile, artesano de la piel que adelgazó la piel los milímetros necesarios para poderla coser de manera manual a la codera de la chaqueta. Este mismo tratamiento se hizo a la piel que franquea el cinturón trasero y a las aberturas de los bolsillos interiores. Igualmente, en el interior de la tapeta del cuello aparece un trozo de esta piel y con el logo de Bentley grabado cosido a mano.
Una vez con las líneas de la chaqueta definida, el proceso de probado fue igual al de cualquier otra chaqueta por lo que conviene no conviene hablar mucho de él sino mejor centrarse en su interior. Como explicamos en el primer artículo, se buscó un diseño de medio forro con el estampado – se respetaron hasta las medidas exactas de los rombos – idéntico al de la tapicería de los vehículos. También el doble cosido propio del tapizado de la casa británica aparece en la chaqueta. Los bolsillos interiores, uno para la pluma Montblanc y el otro para la llave del coche cuentan con un bordado realizado a mano. Las líneas curvas del forro recuerdan las carreteras en las que más se disfruta este tipo de coche. 
Espero que las fotos os ayuden a haceros una idea más aproximada del resultado final de la chaqueta donde no hay detalle que no tenga un porqué detrás. Prueba de ello es el refuerzo que se ha cosido en la parte superior del hombro izquierdo para evitar que el paso del cinturón pudiera terminar rozando la exclusiva, pero más difícil de cortar, cachemira de Holland & Sherry utilizada en la chaqueta. 
Como conclusión decir que esta ha sido una de las aventuras sartoriales más locas en las que he participado. Dudo que de poder marchar atrás me volviera a embarcar en semejante proyecto aunque a tenor de todo lo que nos hemos divertido y la repercusión, tanto nacional como internacional, que ha tenido seguro que lo volvería a hacer. 

Para terminar quiero aprovechar y dar las gracias a las casas que han confiado en mi para llevar adelante este apasionante proyecto: Montblanc, Holland & Sherry y Bentley Madrid, casas que han apostado por un profano en el mundo de la moda pero que tienen en su ADN de lujo y exclusividad valores como lo intemporal, lo hecho a mano y lo confeccionado a medida.

Fotos: 1ª y dos últimas fotos: Alvaro Felgueroso
El Aristócrata

lunes, 13 de febrero de 2017

THE GREATEST 10 SHOEMAKERS FROM THE 21st CENTURY



En un momento donde la artesanía se valora como nunca antes, múltiples comercios y marcas ofrecen zapatos “a medida”. Sin embargo, son muy pocos los que hacen zapatos verdaderamente excepcionales, cosidos a mano y confeccionados atendiendo únicamente a las medidas de cada uno de los pies y no, como suele ocurrir, siguiendo unas hormas más o menos estándares. 

El diseño de unas líneas únicas, la realización por un hormero de unas hormas de madera, extraídas en su totalidad partiendo de un bloque de madera, y el cosido y montado sobre ellas de todo el zapato es otra cosa muy diferente. La perfección hoy alcanzada tanto en el diseño como en la ejecución de zapatos a medida de algunos zapateros artesanos, zapateros que mantienen la técnica de siglos pasados, pone a disposición de sibaritas de medio mundo zapatos nunca antes vistos. Tras dejarnos recientemente Riccardo Bestetti, cabe hacer un pequeño homenaje en este artículo a los diez grandes artesanos del S. XXI que destacan por la exquisitez de sus creaciones. 

1. George Cleverley
Definidos por el actor Jason Statham como “los mejores zapatos del Planeta”, por sus manos pasaron los pies de Winston Churchill, Gary Cooper, Clark Gable y Humphrey Bogart. Hoy, George Glasgow, y su hijo el director creativo George Glasgow junior, siguen ofreciendo zapatos a medida estando esta casa considerada como una de las más reputadas del mundo. A su línea bespoke, caracterizada por líneas clásicas inglesas, sumaron hace algunos años otra de confección más económica. 

2. John Lobb Bootmaker
Es importante no confundir esta mítica casa londinense artesanal con los zapatos industriales que también bajo el nombre de John Lobb comercializa el grupo Hermes por medio mundo. Con dos distinciones Reales, la casa más mítica de zapatería artesanal – abrió sus puertas en 1866 - ha resistido dos guerras mundiales y cinco bombardeos. En sus estancias han desnudado los pies Enrico Caruso, Dean Martin, Aristotle Onassis y el Príncipe Carlos. Hoy Jonathan Lobb, quinta generación de Lobb, sigue cosiendo desde el histórico número 9 de St. James Street únicamente zapatos a medida. 

3. Foster & Son
Casa británica fundada en 1840 es de las pocas zapaterías históricas que puede presumir de seguir en manos privadas. Sus zapatos de sport a medida le otorgaron fama mundial entre elegantes consagrados como Clark Gable. Sus botas altas a medida son objeto de culto y los doce meses de espera un requisito ineludible para poder presumir de contar con uno de sus modelos bespoke. Fiel al estilo más “brithish” del West End hoy hace tanto zapatos a medida como de confección.

4. Anthony Delos
Formado en las filas de John Lobb, Anthony Delos deja en 2012 su carrera de zapatero independiente para unirse a las filas de la casa francesa Berluti y convertirse en responsable de sus nuevas hormas, la formación de jóvenes aprendices y la toma de medidas al nuevo cliente ruso, árabe y japonés. A pesar de su agenda de viajes, todavía hoy sigue haciendo un par de zapatos al mes; zapatos por los que se permite el lujo de cobrar cifras de cinco dígitos y estar considerado como uno de los mejores hormeros del mundo. 

5. Hidetaka Fukaya
Mientras los británicos Johnatann Lobb o Jon Spencer son reconocidos por dar vida a zapatos clásicos y con un gran contenido artesanal, Il Micio, apodo como se conoce a este joven japonés, se centra en conseguir zapatos que destacan además de por su calidad artesanal también por su rompedor diseño; diseño donde unas afiladas punteras dejan claro quien está detrás de su creación. Afincado en Florencia aprendió el oficio de Alessandro Stella y hoy sus doble hebilla, sus botas balmoral y sus mocasines son todo un objeto de deseo entre los nuevos dandis.  

6. Benjamin Klemann
Sus zapatos representan la unión de los dos métodos artesanos más longevos y reconocidos de la zapatería a medida: el inglés y el húngaro. De hecho, sus modelos Oxfords son muy similares a los británicos y sus Derbys tienen el aspecto algo armado y basto de la zapatería húngara. Aprendió el oficio bajo las órdenes del húngaro Julius Harai para continuar formándose en Londres con Eric Lobb - John Lobb - y con Terry Moore - Foster & Son -. Hoy en su taller de Hamburgo solo se confeccionan zapatos a medida. Si bien estos no cuentan con el cuidado diseño de los de sus colegas italianos o franceses, sí ofrecen una enorme calidad y una estética atemporal. 

7. Nicholas Templeman
Es uno de los principales representante de la más pura tradición del West End londinense donde la horma, el montado y el cosido se hace todo a mano y solo el cosido de los cortes a máquina. Trabajó para John Lobb siete años especializándose en la realización de las hormas, siguiendo la misma técnica de quinientos atrás, extrayéndolas de una especie de bloque de madera, todavía alejado de la horma final - hoy lo normal es retocar hormas tipo, algo que resta autenticidad al zapato final. Su sensibilidad con el diseño, es licenciado en arte, consigue zapatos de preciosa factura. En contra de lo que es frecuente, Nicholas realiza la práctica totalidad del zapato lo que le obliga a una producción limitada pero muy demandada.  

8. Yohei Fukuda
Japón es junto Italia y Francia el país donde la zapatería ha alcanzando mayores cuotas de belleza. Yohei, con solo 35 años, ya ha trabajado para dos grandes nombres de la zapatería a medida de Londres: Edward Green y Cleverly. La línea conservadora de ambas casas inglesas le animó a abrir su propio taller en Tokio en 2007 y centrarse en líneas más atrevidas. Solo sus manos y las de un joven aprendiz son las responsables de dar vida a sus sesenta pares anuales. A diferencia de otros zapateros artesanales, el zapato de prueba Yohei lo hace con la misma piel que el zapato final montando este solo cuando el cliente está conforme con todas las medidas. 

9. Masaru Okuyama
Después de graduarse en arte, este joven japonés  – 40 años – pasó unos años en el mundo de la joyería hasta que llamó a la puerta de la escuela de zapatería de Tokio. Tras dos años de formación se subió a un avión que aterrizó en Paris donde, tras no ser aceptado por ninguno de los grandes zapateros, empezó a realizar zapatos en el garaje de su casa. El amor le condujo a Hong-Kong habilitando el balcón de su nueva casa para perseguir su sueño. Hoy el hecho de que solo trabaje la línea a medida y que sus zapatos combinen la elegancia francesa con la simplicidad inglesa le han valido un reconocimiento impensable para un zapatero “hecho a sí mismo”.

10. Stephane Jimenez
Este francés formado durante siete años en la conocida organización francesa Compagnons du Tour de France, pasó por las filas de John Lobb Paris y de Stefano Bemer antes de abrir su propio taller. Hoy ayudado solo por su mujer trabaja solo “under appoitment” un número clausus de quince zapatos al año, algo que obliga al cliente a tener que encargar sus zapatos con años de antelación. La perfilada punta de sus zapatos recuerda en cierta medida a la de su maestro florentino. 

El Aristócrata