martes, 14 de junio de 2022

LOS CALCETINES Y SU COLOR


Hace 12 años escribíamos sobre la mejor elección de calcetines. Hoy, al menos en lo referente a este complemento, hemos mejorado, habiendo restado algo de protagonismo al entonces obligatorio calcetín negro.

Ya entonces se apuntaba a la preferencia del calcetín de color igual al del pantalón frente al del zapato. Y en caso de no contar con un calcetín del mismo tono mejor uno con un toque más oscuro. Con esto conseguíamos la sensación de piernas más alargadas evitando saltos de color entre el zapato, el calcetín y el pantalón. Esta máxima aplica también a los trajes; de ahí que en las personas de contenida estatura sea frecuente el traje completo frente al dos piezas. 

También escribíamos sobre cómo, con cierto acierto, había personas que hacían combinar sus calcetines con otros complementos, como la corbata. Modas y estilo innato de lado, lo cierto es que poco hay que añadir a aquellas máximas. Con insistir en lo adecuado de evitar calcetines cortos – aquellos que no llegan hasta la rodilla – y otros como los de “seda” sería suficiente. 

Sin embargo, todos habremos observado como hay combinaciones donde los calcetines ni coinciden con el color del pantalón ni tampoco con complemento alguno; y aún así el resultado es muy estético. Al final ocurre parecido con el pañuelo de bolsillo; si bien hay unas recomendaciones a seguir para su mejor combinación, la realidad es que incluso saltándose todas ellas se pueden conseguir resultados muy interesantes. 

Por ello, a las recomendaciones dadas entonces toca sumar alguna más, todas ellas teniendo en cuenta que no pueden ser las mismas licencias en el sport que en el formal. De hecho, lo primero a considerar es lo acertado o no de acompañar el traje con calcetines de colores vivos o motivos llamativos. Esto, ciertamente extendido en ciertas latitudes europeas, no suele ser acertado. Se trata de buscar un toque de elegancia, pero nunca de llamar la atención. 

Si la mirada de tu interlocutor busca tu calcetín es claramente porque tu elección no ha sido la más correcta. Por ello, con traje mejor calcetines sin dibujo alguno y de un solo color. Y a ser posible de colores oscuros. Optar por colores claros no es sinónimo de error, además puede quedar estiloso, pero siempre será más llamativo; y ya hemos dicho que la elegancia y lo llamativo no son compatibles.  

Calcetines verdes oscuros o azules marino combinarán siempre muy acertadamente con los trajes gris marengo. Por su lado, con trajes azul marino los burdeos o berenjenas son opciones seguras. Si bien con estas alternativas es difícil fallar, existen otras que sin ser demasiada arriesgadas son también válidas. Pensemos, por ejemplo, en los calcetines a franjas que mezclan el azul marino con colores como el verde o el burdeos. Estos son bienvenidos con los trajes más oscuros. De hecho, el azul marino es el mejor tono a mezclar con otros tanto para trajes azules como para trajes grises.

Con la máxima de calcetines de lana en invierno y algodón en verano, en verano con trajes claros, como los linos tabaco, los azules vivos consiguen un efecto muy bonito. En invierno, con los Tweed o con los de estambre, los calcetines de lana de rombos son más recomendables. Apuntar también que en los calcetines de un solo color se pueden añadir muy pequeños motivos que sin llamar la atención rompan mínimamente con la sobriedad del calcetín. 

En el sport las licencias aumentan pudiendo dar entrada a opciones más coloridas y con motivos de mayor tamaño. Dependerá de la estación del año en la que nos encontremos el escoger unos colores u otros, aunque el que los calcetines lleguen hasta la rodilla sigue siendo más que recomendable. Ojo, también ciertos calcetines a franjas vestidos con traje podrían vestirse perfectamente con atuendos de sport. 

Como última recomendación, tengamos en cuenta el zapato que vistamos. Parece lógico pensar que con un mocasín, por supuesto también con unas zapatillas de paseo, las licencias sean mayores que con un semi-brogue o un monopetzzo. 

El Aristócrata

martes, 24 de mayo de 2022

¿CÓMO DESCUBRIR RÁPIDAMENTE UN TRAJE ARTESANAL?


Empiezo diciendo que es francamente difícil solo por fotos diferenciar un traje artesanal. Si bien los detalles que ahora veremos pueden hablar del cariño puesto en un traje, todos, o casi todos, estos detalles se pueden encontrar también en un traje bueno de sastrería industrial. 

Dicho esto, hoy vemos que se vende como artesanal y hecho a medida trajes que o bien se limitan a ajustar un patrón estándar a una fisionomía determinada o solo añaden un detalle como un bolsillo de parche o una solapa más ancha. Esto también ocurre en camisas y zapatos. 

¿Pero cuáles son esos detalles en los que sin ser expertos podemos fijarnos para descubrir si un traje es artesanal o no? 

- Ojales a mano. Un bonito ojal milanés en la solapa denota una destreza importante en el uso de la aguja. Conviene mirar los ojales de las mangas pues la mayoría son industriales. Una manera sencilla de comprobar si efectivamente han sido cosidos a mano es dándoles la vuelta. Si tanto por fuera como por dentro la terminación es similar no son a mano. 

- Doble picado. Un segundo cosido a mano en hombros, solapas, bolsillos y frontales habla de verdadera artesanía. 

- Los hombros. Si en su unión con la manga se observa como esta se eleva, algo conocido coloquialmente como “chorizo”, el hombro habrá sido cosido a mano. También si este cae de manera natural, sin salto alguno, formando incluso pliegues, - hombro conocido como “napolitano”, estaremos ante un hombro artesanal. 

- El forro. Más importante que el forro en sí, es asegurarse que esté cosido a mano. Las puntadas de la máquina son todas similares en medidas y distancia; las hechas a mano no. 

- Los dibujos casan. Si el estampado del traje no es liso, es decir cuenta con algún tipo de dibujo, observaremos como en las solapas de los bolsillos los dibujos casan. Hablando de dibujos, conviene igualmente comprobar que en la costura central de la espalda dicho dibujo no se parte ni se oculta. 
- Botones de corozo. A cualquier chaqueta se le puede coser cualquier tipo de botones. No obstante, si los botones son de corozo, de asta o de cualquier otro compuesto natural, nunca de plástico, es más que probable que la chaqueta sea artesanal. 

- Bolsillo interior. Al introducir repetidamente la cartera en el bolsillo interior de la chaqueta este puede terminar descosiéndose por sus extremos. Por ello, los sastres lo rematan con un cosido de refuerzo. 

También en los pantalones encontramos detalles que hablan de su calidad:

- Corte trasero. Como mejor se ven los pantalones de traje es con tirantes. Por ello, resulta frecuente observar un corte en la parte trasera para ayudar a extender el tirón de los tirantes por toda la cintura del pantalón. De haberse cortado el pantalón para tirantes no verá pasador alguno para el cinturón y, modas aparte, su pantalón tendrá cosidos unos botones por dentro de la cintura donde poder asir las lazaderas de piel de todo buen tirante. Por ello, desconfíe de esos trajes donde los tirantes tiran, usando pinzas o lazadares, de una cintura con pasadores. Las pletinas, laterales o una central, terminan de ajustar un buen pantalón a la cadera. 

- El bajo. Más allá de un ancho u otro, los bajos suelen reforzarse en su interior con una tira extra de tela para evitar que se deshilache por el roce con el zapato. Frecuente es también que se cosa un botón en su interior para poderlo desdoblar y quitar la suciedad que con el tiempo se puede llegar a acumular.   

- Ojales traseros. Tanto los ojales de los bolsillos traseros como los de la portañuela deben haberse cosidos a mano. Hay quienes prefieren la clásica cremallera y no por ello el grado artesanal de su pantalón es menor. 

- Cintura. Múltiples diseños, tanto en grosor como en forma, denotan cariño extra en su confección. La pinza doble así como el picado artesanal en la apertura del bolsillo terminan por diferenciar al pantalón industrial del artesanal. 

Si bien es cierto que estos detalles podrían encontrarse en un buen traje MTM, al menos en España, estos suelen ir acompañados de una medida artesanal.

El Aristócrata

martes, 3 de mayo de 2022

"DRESS FOR YOUR DAY", EL NUEVO CÓDIGO DE VESTIMENTA


Vivimos en medio de la confusión y quizás sea por ello sea por lo que, al contrario de solo unos meses atrás, hoy nos preguntamos qué ponernos cada mañana. “Los nuevos códigos de vestimenta” es, además, el tema que más se repite en la privacidad del correo electrónico. Y como resulta imposible contestar todo lo que este recibe, hace unas semanas escribí sobre lo mismo en el periódico Expansión; artículo que aunque su contenido es lógica para vosotros parece que no es así para todo el mundo.

Con la corbata en la UCI y con poca probabilidad de subir a planta cabe preguntarse por qué nos hemos complicado la vida teniendo ahora que escoger un conjunto totalmente diferente cada día de la semana. Si antes con unas cuantas camisas, cinco trajes de invierno y otros cuantos de verano teníamos la ropa de todo el año, hoy toca contar con un armario mucho más amplio. 

Si pensamos que el traje sin corbata no es algo particularmente estético - algo que claramente no lo es -, mejor buscar opciones que permitan prescindir de ella, pero con cierto de estilo y elegancia. Todas las opciones que veremos comparten dos prendas claves: chaqueta y zapatos. Aunque hay múltiples opciones entre las que elegir, al menos la chaqueta y los zapatos – no zapatillas – deben estar presentes en cualquiera de dichas opciones. 

El código de vestimenta de los despachos británicos “dress for your day” puede igualmente aplicarse en nuestro día laboral. Siendo conscientes de que no solo nos representamos a nosotros mismos, sino también al sitio en el que trabajamos, se puede optar por conjuntos más o menos formales. De tener una reunión importante o con africanos o latinoamericanos es recomendable vestir de traje y corbata, pues probablemente el clásico traje estará presente. 

Un escalón por debajo de este en formalidad encontramos a la chaqueta azul marina y el pantalón gris. Aunque también este conjunto queda más elegante con corbata, cierto que se puede vestir sin ella. Evitemos hacerlo con camisas pensadas para vestir con corbata – sin botones en el cuello. Esta combinación admite desde un Oxford vino liso hasta unos Tassel oscuros. 

El mejor estampado de camisa sería el de rayas. A más finas y juntas camisa más formal, a más gordas y separadas menos. De querer introducir un toque diferenciador a esta chaqueta escójase una botonadura personalizada tanto en su material como en el motivo representado. La plata vieja y la terminación bronce son ambas opciones especiales. Si se busca jugar sobre seguro, también vale cambiar el oscuro del marino y del gris por otras tonalidades, lisas, más claras o con un mayor contraste. Todo antes que dejar el traje huérfano de corbata. 

La chaqueta cruzada puede igualmente vestirse sin corbata si chaqueta y pantalón son de distinto color. Estos conjuntos de sport funcionan muy bien si se saben combinar colores y estampados. Hablando de la chaqueta cruzada, en puertas del otoño, esta queda particularmente elegante con un jersey de cuello vuelto. Un traje cruzado de franela con un jersey de cuello vuelto de cachemira es una opción a considerar seriamente en este otoño. 

Los viernes siguen siendo el día más relajado de la semana, algo que no debería significar que se puedan cambiar zapatos por zapatillas. Cierto que el Covid ha acelerado ciertos cambios en la vestimenta, pero no todo vale.  En los conocidos como “casual fridays”, hoy ya todos los días de la semana, no solo las chaquetas deberían adquirir un estampado más casual y unos colores más relajados sino también en los pantalones se debería incorporar alguna licencia. 

Pensando precisamente en este otoño las chaquetas tipo Tweed con pantalones de lana, tan formales o informales como queramos que resulte la imagen final, son una buena alternativa. En los sitios más relajados de trabajo se podrá hasta combinar unos jeans con una chaqueta. Aunque las camisas de estampados a cuadros marcados no deberían vestirse en el ambiente de trabajo, asegurándonos que la chaqueta sea artesanal y los zapatos de calidad el conjunto resultante puede ser válido en los días más informales de oficina. 

Se escoja uno u otro conjunto, en ausencia de corbata los complementos juegan un papel destacado. Si el pañuelo de bolsillo se convierte en todo un “must”, los modelos de zapatos entre los que escoger se multiplican. Pero esto toca ya dejarlo para próximos capítulos. 

El Aristócrata


martes, 26 de abril de 2022

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO LO HACEMOS DE RELOJES

 

En mayo de 2019 escribía sobre mi Holy Trinity de relojes, los tres relojes de mi colección que más valoraba. Y me citaba para más adelante hablar de los tres siguientes. Y es a lo que me dispongo esta semana. 

Los coleccionistas cuentan con asesores que les aconsejan sobre los relojes a añadir, piezas que la hacen más completa o deseada. Yo, sin embargo, no entiendo la compra de un reloj como algo necesariamente razonado. Si no hay pasión, como casi todo en la vida, no hay disfrute. Obviamente por el alto precio de algunas piezas no debiese ser una elección repentina sino meditada. Pero en el resultado debiese entrar una variable de excitación que explique esa sonrisa que sale de la cara cada vez que lo ves en tu muñeca.


Aunque hay relojes de una gran belleza que pueden ser de pila, al menos para mi, nunca un reloj de pila debiera compartir espacio con esas piezas que dentro de ella albergan cientos de años de tradición y muchas horas de trabajo de los mejores artesanos. Por ello, dentro de la enorme variedad de marcas convendría centrarse en las muy pocas casas manufactura. Igual de importante resulta investigar sobre el movimiento del reloj. Es frecuente estar frente a una conocida marca que vende todos sus relojes como manufactura y comprobar como es un Valjoux el responsable de marcar la hora. No es que sea un mal movimiento pero si buscamos una colección premium deberíamos solo buscar relojes 100% manufactura. 

Esto es algo que se aprende con el tiempo y que confirma el profundizar en uno de los sectores más apasionantes del lujo: la alta relojería. No significa que haya que desprenderse de esos relojes que hayamos podido comprar años atrás y que hoy sepamos que su valor es escaso. Seguro que el cariño que les tenemos justifica conservarlos y cuidarlos como a cualquier otro. 

En el artículo del año pasado hablaba de los tres relojes preferidos de mi colección – que no obligatoriamente significa que sean mis relojes favoritos, pero sí mis tres mejores de mi pequeña colección. Echando un vistazo a esa colección hoy saco de ella los siguientes tres para presentároslos:

1- Jaeger-LeCoultre Grande Reverso Calendar en oro rosaCualquier amante de la verdadera relojería debería tener un reverso en su colección. La elegancia de esta famosa caja, su atemporalidad, su estatus, su charming y su legendaria historia hacen de él uno de los relojes más especiales de cuantos hoy existen. Dice la historia de la marca que a principios de la década de 1930, el revero nace de un desafío: el de diseñar un modelo, capaz de resistir los partidos de polo de los oficiales del Ejército Británico en la India. Al girar la caja, la esfera se oculta para revelar el reverso, que a su vez, protege la esfera de posibles golpes de mazo. Con un frontal atemporal enmarcado en sus tres emblemáticos gallones, el reverso tiene una estética art déco que acepta de buen grado tanto la esfera de la mujer como la del hombre. Pero este modelo de medidas de 30 milímetros x 48 de largo (de ahí la denominación “grande”) queda mejor en hombre que en mujer. 

Aunque hoy prácticamente todo reloj puede vestirse tanto de sport como formal, este modelo gana de vestirlo con traje. El guilloche de la esfera es algo frecuente también en otro relojes de alta gama aunque las agujas en forma de espada son solo marca de la casa. Si no se tiene buena vista puede costar ver rápidamente el día en el que nos encontramos. No así el día de la semana o el mes que son más fáciles de visualizar. Al contrario que la mayoría de relojes que cuentan con calendario completo mensual, este no necesita de coronas adicionales para ajustarlo; es un pulsador lateral oculto en la caja el responsable del ajuste. Desde mi punto de vista siempre acertado pues consigue una línea más pura y mucho más limpia. 

Y nada como estar pasándonoslo bien, querer olvidar la hora que es y darle la vuelta al reloj. Es entonces cuando a través de su cristal de zafiro se disfruta del calibre 843; calibre manual lo que es muy apreciado por los verdaderos amantes de la alta relojería. La fase lunar solo lo hace más bonito. Tuve ocasión de visitar la manufactura y disfrute muchísimo. El enclave, además, es maravilloso. 


2- Glashütte Original Panomatic Lunar en acero. Reconozco que cuando veo a alguien con un Lange o un Glashütte me produce curiosidad saber más de él/ella. No suele ser gente del montón; esos prefieren las marcas fácilmente reconocibles por su entorno. No es nada frecuente, al menos en España, ver a alguien con alguna de estas dos marcas. Las marcas suizas acaparan prácticamente los gustos del mercado patrio y parece que siempre hay una mejor opción antes que hacerse con un reloj alemán. ¡Y qué equivocados estamos!. Hace ya bastantes años que compré este modelo y hoy sigue siendo uno de los relojes estrellas de la marca alemana. 

Para los estándares actuales no es particularmente grande, 40mm, y es de las casas que más dan por menos; recordemos que mientras Lange ofrece sus relojes en oro, Glashütte también lo hace en acero. El estilo es muy limpio y carece de pulsadores laterales, algo que siempre me gusta. Su esfera es muy original y el día del mes lo da una ventana de generosas proporciones con dos dígitos independientes, algo que también encontramos en Lange. Su fase lunar es preciosa. Una pena que sus esferas no se hagan inhouse para dotar a la marca con un carácter, si cabe, más de manufactura. Por dentro su movimiento de tres cuartos platina, su doble cuello de cisne rotor esqueletizado y su masa oscilante de oro de 21 quilates se pueden apreciar a través de su cristal trasero de zafiro. 

Su vestimenta es más formal que de sport, aunque con un conjunto mínimamente vestido seguro que también queda bien. Además, consigue algo siempre bienvenido: pasar desapercibido. Es la sencillez de la elegancia, pero una sencillez de lo más especial. No es una marca inversión, pero sí una marca de entendidos que no buscan llamar la atención y disfrutan sabiendo solo ellos el gran reloj que llevan sin importarles que nadie les pregunte por él. También he tenido la suerte de visitar la manufactura y bien merece la pena el viaje. Además, servirá a quien lo haga a entender la gran cultura relojera que hay no solo en el pueblo de Glashütte sino en toda la zona de Dresde. 

3- Rolex Cosmograph Daytona en acero. Seguramente este tercer lugar, sexto si tenemos en cuenta que en el anterior capítulo hablábamos de los tres primeros, lo debiese ocupar uno de mis queridos Primero de Zenith, movimiento que por cierto montó el Daytona de Rolex muchos años. Mentiría si dijera que soy de los seguidores acérrimos de Rolex. Como creo que he dicho en alguna otra ocasión, resulta difícil poder considerar una marca que hace cerca del millón de relojes al año como una marca exclusiva. La exclusividad está reñida con la masificación. Y Rolex es una marca masiva. Igualmente, aunque se la reconozca como casa manufactura, el gran número de unidades que tienen que producir les impide tener una casa manufacturera a la vieja escuela; de ahí que sea difícil encontrar fotos de su factoría o poderla visitar. Seiko también hace la totalidad del reloj in-house y no por ello es una marca comparable a otras aquí tratadas (y ojo porque la serie Grand Seiko tiene cosas verdaderamente interesantes). 

Dicho esto, es cierto que la calidad de los relojes Rolex está fuera de toda duda. Son relojes para todo uso y raro será que pase por taller como si hacen otras casas a priori más reputadas y caras. Además, solo Patek Philippe puede rivalizar con Rolex a la hora de ver revalorizarse ciertas unidades. Si se trata de comprar un reloj como inversión, o al menos con la idea de no perderle mucho dinero si se tuviera que vender, Rolex no conoce de competencia. Igualmente, la política de marketing de dar pocas unidades de ciertos modelos, hacen que relojes como el Daytona se revaloricen todos los años. Rara es la marca que una vez comprado el reloj cueste este más al mismo salir de la tienda que cuando estaba dentro. 

Pero nada de esto tuvo que ver cuando me hice con él. Como muchos sabéis, soy un apasionado de los coches clásicos y del automovilismo en general y si hay un reloj unido ya por siempre a esa historia es el Daytona. Con 60 años de historia, el Daytona es, probablemente junto al Submariner, el reloj más mítico de marca. Ningún otro modelo, de cualquier casa, tiene la lista de espera ni el número de incondicionales que tiene este modelo. Dicho esto, si te gustan los coches parece que su conducción se saborea si cabe más de darte la hora un Daytona. El movimiento es a prueba de bombas, aunque en Rolex no deberán sentirse muy orgullosos de su belleza cuando siempre lo han ocultado con un fondo ciego. 

Como dije tanto en el primer artículo como en este, estos son los relojes que más me gustan de cuantos tengo. Obviamente, de tener un tourbillon de Breguet o un Grande Sonnerie de Greubel Forsey ambos entrarían en la lista por la puerta grande. Pero para estos todavía toca esperar unos años. 

El Aristócrata

martes, 12 de abril de 2022

LA SASTRERÍA EN TIEMPOS DE PANDEMIA


No corren buenos tiempos para el comercio en general, y menos para la sastrería. La sastrería no deja de ser un capricho; un capricho que como tal es prescindible. Bastante difícil es hacer frente a las obligaciones diarias, como para en tiempos inciertos completar el armario con ropa que con bastante seguridad no necesitamos.

Esta semana un sastre muy buen amigo, un enorme sastre por cierto, me llamaba para decirme que cerraba, que no podía aguantar más. Reconozco que la pena se apoderó de mí. Es, y siempre será, uno de los profesionales de la aguja al que más respetaré y quizás por ello fue como si una parte de mi se apagara con la noticia. Después de superar el golpe pensé cómo era posible que, siendo el sastre de varios presidentes del IBEX e, incluso, el sastre escogido en los últimos tiempos por el Rey podía verse abocado a tal situación. El resumen es tan sencillo como que no entran nuevos pedidos y los que están listos para entregarse no son recogidos. A esto hay que añadir que, si no te enfrentas con frialdad a la realidad, esto es, si mantienes a toda tu plantilla sin EREs o ERTEs los gastos son los mismos que antes de la pandemia, pero los ingresos solo han disminuido.

Cuando colgué de hablar con él pensé que si esto le estaba pasando a mi gran amigo qué no estaría ocurriendo a compañeros suyos con menos clientes, sastres menos conocidos y no más formación profesional que la de la aguja. Al fin y al cabo, mi querido sastre estaba próximo a la jubilación y solo adelantaba unos años un bien ganado merecido descanso. 

Un par de días después comía con otro sastre, pero este mucho más joven. Hablando de los tiempos que vivimos obviamente le pregunté por la marcha de su negocio. Y no pude más que alegrarme de su respuesta. Aún con cierta incertidumbre, este me comentaba que él estaba contento, que los clientes no habían dejado de venir, que seguía recibiendo a otros nuevos– la mayoría jóvenes – y que los números, de momento, cumplían con lo previsto. 

Claramente, dos realidades muy diferentes. Pero, ¿qué ha hecho este último sastre diferente al primero y, me temo, que a la mayoría de sastres de España? Algo tan sencillo como no pensar en este mes y tener siempre la vista, no en el mes siguiente, sino en la década siguiente. Para ello, ha sido sastre en su taller pero también ha sido muchos otros perfiles fuera de ella. Se ha movido por hoteles ofreciendo sus servicios, ha luchado sin ayuda alguna para aparecer en las revistas del sector, ha hecho infinidad de actividades en su sastrería para clientes y no clientes, ha tenido a los blogs tanto nacionales como internacionales como multiplicadores de su producto, ha buscado a los jóvenes – sus clientes del futuro – hasta en los portales de sus casas, ha sido muy activo en las redes sociales, ha confeccionado pagándolo él mucha ropa para eventos o para personajes públicos con la esperanza de que en el futuro esto le revertiera algún rédito. Hasta me consta que a sabiendas que le costaría dinero se ha subido en un vuelo rumbo a Londres a probar a un nuevo cliente que solo quería una chaqueta… En otras palabras, ha sido, además de sastre, un gran comercial con vocación empresarial.

Y hablando de buenos comerciales, me viene a la cabeza las últimas noticias que sobre la pandemia he leído referente a los sastres ingleses e italianos. O mejor dicho a los sastres de Londres, Milán y Nápoles. Y la situación no puede ser, también en este caso, más diferente. Si los sastres de Savile Row están aguantando el tirón, sus homólogos italianos están sufriendo mucho por subsistir. 

Londres es una enorme ciudad con un poderío económico muy superior al de las ciudades italianas. En Londres no solo habitan ciudadanos británicos sino de medio mundo, siendo estos suficientes para mantener las sastrerías ocupadas. Con seguridad también estas estarán perdiendo pedidos de clientes internacionales que ahora no pueden viajar y están residiendo en el extranjero. Pero, la clientela, tanto nacional como internacional, que vive en Londres es tan grande que pueden esperar a que pase la maldita pandemia sin necesidad de verse abocados a cerrar sus sastrerías.

Sin embargo, la situación de Milán y Nápoles es bien diferente. El 85% de la clientela de estas sastrerías es internacional y con esta sin poder viajar su realidad es bastante dramática. El número de sastrerías en Nápoles por ciudadano es el más elevado del mundo. Allí hay todo tipo de sastres: buenos y regulares, caros y baratos. Pero tanto unos como otros vivían en su mayoría del cliente internacional y este ya no pasea por sus calles. No obstante, unos pocos sastres pensaban en su vida dentro también de diez años y han viajado antes de la pandemia yendo ellos a buscar cliente y no esperando que el turista sartorial entrase en su sastrería. Serán estos los que en cuanto puedan viajar retomen su vida y sus viajes. Mientras, los que disfrutaron sin hacer mucho de la popularidad de la sastrería napolitana viendo como los clientes entraban a su sastrería tendrán que replantearse su futuro. 

Mi opinión es que hasta que no haya vacuna la situación no va a mejorar, es más, me temo que en el tema que nos ocupa la situación solo hará que empeorar. Ojalá me equivoque, pero no creo que la vacuna llegue, al menos no de manera masiva, antes de 2022. Es decir, queda al menos queda un largo año de travesía por el desierto. Y cuando esto pase habrá que ver cómo de mermadas están las finanzas del personal. 

Los que tengáis buena memoria recordareis el artículo que escribí hace cinco meses durante la primera ola sobre las medidas que yo tomaría de ser sastre para afrontarla. Mi segundo sastre, el previsor y el que se despertaba todos los días pensando qué debería hacer ese día para seguir ejerciendo el oficio dentro de diez años, aplicó varias de ellas. Del resto no lo sé o no me consta. Mejor sería que no me constara pues vienen probablemente los meses más duros a los que se va a enfrentar esta entrañable profesión y el que no se haya preparado para ello no va a sobrevivir. 

El Aristócrata

martes, 29 de marzo de 2022

LA IMPORTANCIA DE LA IMAGEN

 

La ropa es, en muchas ocasiones, la única responsable de hablar por nosotros. Una determinada elección envía al receptor un mensaje bastante directo sobre quienes somos. Si no se va a producir conversación alguna solo esta y cierto mensaje corporal hablan de nosotros.

Obviamente, con conversación por medio la imagen inicial puede verse reforzada, alterada o incluso totalmente cambiada. Pero qué duda cabe que un buen comienzo siempre ayuda. 

Las fotos que ilustran este artículo son bastante claras al respecto. Sin entrar a valorar la valía, o no, de ambos personajes (no se publicará ningún comentario que vaya en ese sentido) parece claro que sus atuendos envían mensajes bastante diferentes. Y no solo los atuendos aquí fotografiados, al final se trata en ambos casos de trajes, sino el corte de estos es el que habla más de quien lo viste. 

De entrada, el corte de Felipe VI habla de una persona más seria, aunque también posiblemente más distante. Más recto en sus decisiones y con mayor autoridad. Si preguntáramos a un niño que no los conociera quien pensaría que de los dos más manda seguramente señalaría a Felipe VI – su estatura también ayudaría al niño a llegar a tal conclusión -. Si nos preguntáramos a nosotros mismos quién vemos cómo mejor representante, muy probablemente, escogeríamos a Felipe VI – al margen de toda valoración política; de no conocerlos y basándonos solo en su aspecto físico. 

El vestir bien o mal tiene más que ver con la cuna, el gusto o el respeto que con el bolsillo. Un traje con una buena hechura no tiene por qué ser más caro que uno mal terminado. Es el mismo precio el de un pantalón que arrastra que el que termina en su sitio, al igual que una chaqueta que no hace arrugas no tiene por qué costar más que la que no las hace. Y, por supuesto, un pantalón bien planchado solo requiere saber que este queda más bonito con su raya marcada, y sin arrugas, que con ellas. ¡Qué importante es la plancha y cómo se nos olvida!

Los lectores de esta página vestís bastante mejor que lo que hoy vemos por la calle. Y lo hacéis por cosas tan sencillas como por conocer que los extremos de los cuellos de las camisas deben quedar ocultos tras las solapas del traje. Por saber que las chaquetas de traje deben cubrir el trasero y ser más largas que las de Pedro Sánchez. Por conocer el protocolo de colores y modelos de zapatos y dejar, no como hace Felipe VI constantemente, el mocasín para conjuntos menos formales. 

Recuerdo con motivo de una entrevista que realicé a Jaime Gallo, sastre de Felipe VI, como este me apuntaba que el traje tenía que quedar bien en la foto. Y hay que reconocer que si bien los trajes de Felipe VI pierden parte de su encanto en movimiento, en parado, sobre todo las chaquetas, son dignas de admiración. Sobre los pantalones, hay quien apunta que le podría beneficiar un pantalón más estrecho con una boca también de menor diámetro. Sin embargo, creo que el pantalón guarda la justa proporción con las medidas de la chaqueta. De cambiar el pantalón, para guardar dicha proporcionalidad, habría que modificar también ligeramente las medidas de la chaqueta. 

Al fijarnos en el traje de nuestro Presidente, vemos como en afán de parecer algo más moderno y cercano su traje da la sensación de quedarle pequeño. Así al menos lo dan a entender el largo de manga, de la propia chaqueta y de lo pitillo del pantalón. Esto solo consigue, además de un mar de arrugas, que se vea el cinturón, que las solapas no cubran parte del cuello o que el pantalón parezca más unos chinos que uno de traje.

La elección de los colores también manda mensajes sobre nosotros, siendo por ello recomendable que se escojan no tanto en base a nuestro gusto personal sino a aquellos que mejor resaltan nuestro rostro. De ahí que, como ya vimos en el capítulo de elección del color, sea recomendable tener en cuenta los tonos de nuestra tez y del pelo; así como su contraste. En base a estas premisas tanto las corbatas como las camisas de Felipe VI consiguen el objetivo de mandarnos un mensaje pausado y tranquilizador. 

En un mundo donde todo va tan deprisa y apenas hay tiempo de pararnos a descubrir a las personas, será nuestra imagen y nuestra ropa las que hagan que gente se forme una su idea de nosotros. 

El Aristócrata

martes, 8 de marzo de 2022

¿QUÉ TIPO DE CUELLO DE CAMISA ES EL QUE MEJOR SIENTA A MI CARA

 ?

Rara vez al comprar una camisa nos paramos a pensar si su cuello es el más adecuado para nuestro rostro. Y de saberlo podríamos ocultar alguno de sus posibles defectos estéticos.

Al contrario que las mujeres, que suelen fijarse en cómo les beneficia la ropa que compran, la elección del hombre para su camisa se basa en la preferencia por un estampado, un color o un tipo de cuello. Sin embargo, se debe tener en cuenta que escogiendo correctamente el tipo de cuello puede disimularse desde una nuez abultada hasta un rostro alargado u otro visiblemente ancho.

• Rostros anchos. Los hombres de cara ancha o redondeada deberían escoger camisas con cuellos de puntas largas y cerradas. El conocido como cuello inglés, cuello con solapas alargadas y estrechas, es siempre una buena opción para disimular una cara ancha. Por el contrario, el cuello italiano, un cuello con solapas muy abiertas, solo consigue redondear aún más los rostros redondos. De tener un cuello normal pero levemente ancho, el cuello francés, de puntas largas similar al inglés, pero algo más separadas, es un buen aliado. De contar con una cabeza de grandes dimensiones, se deberán escoger camisas con cuellos de solapas anchas y abiertas. Cuanto mayor sea la cabeza mayor también debería ser el grado de abertura de las solapas del cuello. En definitiva, se trata de escoger un tipo de cuello que dé la sensación de alargar el rostro para que de esta forma aparente también ser más estrecho.

• Rostros estrechos. Los hombres con rostros estrechos compensarían dicha característica escogiendo un cuello con solapas cortas y separadas. El mencionado cuello italiano será una elección acertada, considerando además que el grado de estrechez del rostro deberá repercutir en el de abertura de las puntas de su camisa. Para los rostros más estrechos, los cuellos conocidos como full cutaway, cuellos con los picos muy abiertos, son de gran ayuda. Por el contrario, los cuellos de pun- tas largas y picos próximos entre sí solo acentúan la estrechez de los rostros más delgados. Los hombres con una cabeza pequeña deberían hacerse con camisas con solapas pequeñas para así aparentar tener una cabeza más grande.

• Rostros alargados. Aquellos con rostros alargados deben huir de los cuellos con pequeñas solapas y optar, por el contrario, por camisas con cuellos de puntas lar- gas y solapas anchas. Para un rostro achatado, en cambio, se elegirán camisas con cuellos de puntas cortas para aparentar alargar este contenido rostro.

Al igual que es importante ser conscientes de la fisionomía particular del rostro, también debe conocerse el tipo de cuello:

• Cuellos largos. De tener el cuello largo, las camisas con cuellos de puntas largas y solapas anchas consiguen transmitir una imagen de un cuello más corto. No obstante, nada mejor que una camisa que abotone en la parte superior del cuello para disimular este cuello largo. Aquí la camisería a medida echa una mano importante.

• Cuellos cortos. Si por el contrario el cuello destaca por ser corto, se buscará un cuello de camisa también de reducidas dimensiones. Cuanto más corto sea el cuello, más abiertas deberían estar las solapas del cuello de la camisa.

El Aristócrata