lunes, 19 de octubre de 2020

LA CHAQUETA INGLESA



El Reino Unido, y más concretamente su campiña del S. XIX, ha sido responsable de muchas de las prendas que hoy, doscientos años después, se siguen vistiendo en medio mundo. 

Sin ser la más célebre la chaqueta inglesa, sí es la prenda más extendida de cuantas todavía hoy perduran. Resulta fácil reconocerla por haber cambiado poco en todos estos años y mantener las características que la hicieron famosa.
Su tejido. Aunque puede confeccionarse con innumerables tipos de telas, la franela y el Tweed siguen siendo las más populares. Recordemos que estas chaquetas se vestían en muchas ocasiones sin abrigo exigiéndolas suficiente protección contra el frio y la lluvia. Estampado. 

Atrás quedó el tiempo en el que las familias se distinguían por el estampado de su chaqueta. Los muestrarios hoy son de lo más variados e imposible no encontrar uno que guste. Los lisos y, sobre todo, los de cuadros son los más característicos. Si nació en el campo, se popularizó a caballo. De hecho, su corte es prácticamente idéntico al original. 
Holgada como para poder vestir debajo un jersey, suficientemente larga como para tapar el trasero y con innumerables detalles pensados para ganar comodidad, combatir el frio y cobijar los enseres cotidianos. Precisamente pensando en la comodidad se le añadieron dos aberturas, aberturas que permitían en sus orígenes colocar el faldón por encima de la silla de montar y hoy evita que al sentarse la chaqueta se desboque. 

De ver una chaqueta con solo una abertura se antoja procedencia norteamericana. Los hoy extendidos bolsillos en diagonal proceden ciertamente de aquel S. XIX. Entonces el caballo era el medio de transporte más extendido y contar con bolsillos inclinados hacía la rutina de meter y sacar objetos más cómoda. Un tercer bolsillo de medida bastante más contenida servía para guardar los fósforos con los que encender los cigarros que protegían las pitilleras de plata. 
Los bolsillos principales no pocas veces albergaban una petaca con alcohol para calentarse frente al frío y años después para hacer uso de ella en los recesos en la caza del zorro. Si los bolsillos de las chaquetas italianas se caracterizan por ser de tipo parche, en la chaqueta inglesa estos cuentan con solapas para evitar que el polvo del campo entrara en ellos. 

Las solapas de la chaqueta terminan en línea recta y no en pico algo que confiere un aire más informal. Si al final de una de las solapas encontramos un ojal, en la otra puede ser posible descubrir un botón. Su finalidad no era otra que en caso de temporal desdoblar dichas solapas, sobreponerlas entre sí y abotonado el botón tener el torso protegido frente al aire y el frío. 
Si en sus inicios con la finalidad de enfrentarse al frio la chaqueta inglesa contaba con tres botones en su frontal, con el tiempo terminó estilizándose. Para ello, o bien mantenía estos mismos tres botones abotonándose únicamente el de en medio (3 para dos) o directamente aparecían dos abotonándose solo el superior. Los botones, tanto estos como los de las mangas eran, y son, de algún material natural. 

Si antes el cuerno era el material más extendido sin tener que ser todos ellos de idénticas medidas, hoy al botón se le da la clásica forma redondeada y se le decora. También hoy el corzo es frecuente verlo en la chaqueta inglesa. 
El interior siempre cuenta con forro y variados y amplios bolsillos para guardar en ellos todo aquello que impida unas manos libres para trabajar o disfrutar del campo. A esta chaqueta de sport - fue utilizada tanto en carreras de coches como en partidos de tenis - se le fueron incorporando detalles como una protección de piel para apoyar la escopeta o un flojo en la espalda para hacer el movimiento de disparar más cómodo. No obstante, estas son ya todas variaciones de la primera chaqueta inglesa. 

El Aristócrata