lunes, 17 de diciembre de 2018

A CADA COLOR DE TRAJE UNO DE ZAPATO



Antes de que el próximo sábado empecemos con una nueva serie bespoke en la que os hablaré de tres trajes confeccionados por tres sastres diferentes, esta semana me gustaría hacerlo de un tema a priori sencillo: la elección del color del zapato dependiendo de el del traje.

Efectivamente a estas alturas este tema no debería suponer ninguna dificultad pero, sin embargo, a tenor de lo que todavía se ve por ahí fuera parece que no todos lo tienen tan claro como nosotros.

1- La hora del día
Independientemente de gustos, la hora del día debería guiar nuestras elecciones. Por mucho que te guste romper normas, crear tendencias o incluso llamar la atención, hay colores que no tienen cabida con el traje y otros que sí pudieran tenerlo pero que lo pierden cuando el sol desaparece. La noche, así como las situaciones mínimamente formales, sigue exigiendo colores oscuros y el negro se presenta como opción imbatible. Sí, a pesar de que todo eso de que “brown is the new black” el “never brown after six” parece mucho más lógico si la noche ha hecho ya su aparición. 
¿El por qué?. Bueno, como expliqué en mi libro, y no es mi intención volverlo hacer por lo que lo resumo muy brevemente, hay un protocolo que data de muchos años atrás por el que los hombres al llegar a casa después del trabajo se cambiaban de ropa y se ponían las conocidas como “evening clothes”. Estas se caracterizaban por tener una mayor seriedad que las de la mañana siendo los colores blanco y negro los protagonistas. Aunque sé que esto ocurrió hace ya casi un siglo, hay ciertas normas que parecen lógicas y personalmente no veo nada malo en mantenerlas.  

Indudablemente, los tiempos cambian y las normas de convivencia se han relajado. ¿Quizás en exceso?. Que cada uno salga a la calle y juzgue por si mismo. El relajamiento de estas normas ha traído cambios y esto también ha afectado a la ropa. De ahí que por la mañana, más en sitios con mucha luz como España o Italia, los marrones cobren cierta lógica. Aunque obviamente no cualquier marrón, y por supuesto no cualquier zapato. No obstante, parece lógico que si a la mañana escogíamos un zapato marrón, por la noche se elija uno negro. ¿Acaso el día y la noche desprenden la misma luz o tienen la misma claridad? ¿Acaso vestiríamos el traje claro de lino de la mañana por la noche? Pues entonces, tampoco podemos hacerlo con los zapatos.
2- Con los trajes azul y gris
Se sea amante de la máxima discreción o sencillamente no se quiera correr riesgo alguno, nadie se equivoca si elige para su día a día un zapato que además de tener cordones, y de ser posible costura prusiana, es de color negro. El negro si bien puede no ser el más estiloso para vestirse con estos dos trajes, siempre resultará correcto. Vistiendo unos sencillos zapatos negros, de calidad y con cordones, se estará vistiendo infinitamente mejor de lo que hoy hacen la mayoría de nuestros conciudadanos.

Si nos gusta variar y además introducir un toque relajado y de estilo, parece lógico probar también con otros tonos. 
Aunque en Italia pudieran llevarnos la contraria, con el traje azul marino encontramos varias opciones interesantes como para terminar vistiendo un zapato marrón claro. Este llamativo color “choca” demasiado con el tono oscuro del traje algo que produce un fuerte contraste. Si además seguimos la horrenda costumbre española de combinar dichos zapatos marrones claros con un cinturón del mismo tono el resultado está más próximo al espanto que a cualquier estilo posible. Sin embargo, en verano los trajes azul claro admiten de buen grado estos zapatos marrones claros. 

Entre el serio color negro y los poco vistosos marrones claros, encontramos una amplia gama intermedia de colores que de vestirlos en momento y lugar añaden al conjunto un refrescante toque de estilo. Así, por ejemplo, los trajes grises quedan muy bien con zapatos burdeos o de color próximo al vino y además tienen la seriedad suficiente como para acudir sin problemas a una reunión de trabajo o en el día a día de la oficina. De gustarnos esta opción asegurémonos de prescindir de un cinturón del mismo color – los tirantes o las pletinas laterales quedan siempre más elegantes y el look final del conjunto más limpio. Otra opción siempre segura tanto con el traje gris como con el traje azul son los zapatos de tono marrón oscuro cercano al chocolate. 
El marrón oscuro, o incluso un buen patinado del mismo, aporta, por un lado la formalidad que requiere un traje azul marino y por otro, imprime un toque de elegancia que desgraciadamente no abunda en nuestras calles. Esta combinación permite tanto acudir a la oficina como a eventos algo más formales. No obstante, de acudir a un evento claramente formal, solo los zapatos negros deberían ser los elegidos. Al igual que ocurre con los zapatos marrón oscuros, los de tonalidades próximas al coñac son idóneos para acompañar también a ambos trajes. Basta tener en cuenta que cuanto más oscura sea la tonalidad del este color más formal resultará el conjunto final. 

Dicho esto, un bonito zapato artesanal de líneas clásicas inglesas del tipo semi-brogue siempre será una opción elegante con ambos tonos de color. Además, dicho brogueado contrastará con la a priori seriedad del color negro. ¿Os habéis fijado lo bonitos que son los zapatos Oxford semi-brogue con líneas de los años setenta que ciertas casas están ahora sacando en su línea RTW?. No me extrañaría que caprichos de la moda, este color retome en próximos meses gran protagonismo.
3- Con los dos piezas o con los trajes lisos de Tweed
Ciertos derbys pero sobre todo los Oxford, sus modalidades de semi-brogue o full-brogue y de color marrón oscuro combinan francamente con esos dos trajes
4- Con los trajes de color marrón
Aunque aquí podría aplicar perfectamente el famoso “never brown in town” hay que reconocer que hay trajes de un marrón pálido que de tener “duende” y estar bien cortados amplían acertadamente el abanico de trajes posibles, tanto en invierno como en verano. ¿Alguien podría negar la belleza de un traje artesanal de lino en tono tabaco? En estos es recomendable buscar un tono también marrón para el zapato. Pero no un tono normal, si no uno que mínimamente sea un grado más oscuro que el del traje. 
5- Con los trajes verde botella 
Hay trajes de estambre, tejido que se parece al de Tweed pero menos basto y más fino, que en tono verde oscuro resultan muy elegantes. Dependiendo lo atrevidos que seamos podremos escoger desde un tono azul pálido patinado hasta un granate oscuro. De no querer correr riesgos, nuevamente el marrón oscuro es la opción más segura. 
6- Con los trajes granate
Fuera de los azules y grises no resulta frecuente encontrar trajes de colores diferentes o algo arriesgados. Lo primero a tener en cuenta es que no es lo mismo un traje verde que un traje verde hecho a medida con una tela bonita, combinado correctamente y llevado con estilo. Y lo mismo ocurre con muchos otros tonos a priori llamativos. Y este es el caso de los trajes granates. Con esto estos, los marrones suelen ser buenas opciones. El tono de marrón dependerá en gran medida del tono del granate. 
En definitiva, para conocer qué color de zapato es el que se debe vestir con cada traje bastará con prestar un poco de atención a las combinaciones aquí recomendadas y conocer con antelación en qué lugar y en qué momento del día se tiene pensado vestir esos zapatos. Y para terminar no olvidemos el papel clave que aquí juegan los calcetines. Intentemos que estos aporten sentido a la elección del color de los zapatos y del pantalón. Busquemos armonía entre las tres prendas y que cada una combine acertadamente con las otras dos de manera independiente. 

El Aristócrata

lunes, 19 de noviembre de 2018

5 MODELOS ICÓNICOS DE ZAPATOS



Igual que hay relojes emblemáticos que los amantes de la alta relojería buscan conseguir, también hay zapatos que son considerados como modelos míticos y que los adeptos a la más exquisita zapatería saben identificar e incorporan a su armario. 

1. El modelo William de John Lobb. Este modelo, diseñado a mediados del siglo pasado por el propio William Lobb y hoy producido en serie en sus instalaciones de Northampton, es sin duda el doble hebilla mas bonito y versátil de cuantos existen. Sin ser tan formales como el modelo Oxford, los zapatos de hebilla se encuentra un escalón en seriedad por encima de los derby. Si bien no muchos años atrás en el Reino Unido no estaba bien visto vestirlos con traje, hoy el doble hebilla, más tratándose del inconfundible William, es elegido como el modelo predilecto por los amantes de este tipo de zapato.
2. El modelo 180 de JM Weston. El mocasín de la centenaria casa francesa vio la luz en 1946, convirtiéndose en los años sesenta en el zapato francés por excelencia y en todo un guiño distintivo de los jóvenes adinerados franceses. Aquellos jóvenes, entre los que se encontraban artistas, cantantes y rebeldes sin causa, vieron en el N. 180 el modelo con el que enfrentarse a los zapatos serios y de cordones de sus padres, llegándolos a vestir incluso sin calcetines, algo impensable en los ambientes más tradicionales de la época. Hoy, ya no solo inconformistas y niños de bien, sino todo amante de la historia de la zapatería reciente piensa en él cuando de hacerse con un nuevo modelo de mocasín se trata.
3. El modelo Warhol de Berluti. Fabricados en Ferrara, Italia, este mocasín es de creación más reciente que el 180, pero también muy fácil de reconocer por su línea y su patinado en colores vivos e inusuales. Berluti es probablemente la marca que ha llevado la técnica del patinado a su cumbre más alta. Bastará salirse de la norma y sucumbir a su decolorado verde, lila, burdeos, azul o marrón para comprender porqué son únicos y tan especiales. Su puntera cuadrada contrasta con las líneas afiladas del resto del zapato. Sin lugar a dudas un zapato que te atrapa o te produce un enorme rechazo, pero que, en todo caso, es un must para los dandis amantes de los zapatos más exclusivos.  
4. El modelo 6321 de Stefano Bemer. El zapato más joven de cuantos traemos a esta columna, no apto para aquellos que no les guste mezclar estilos o busquen la máxima sobriedad para sus pies. El 6321 es un modelo Oxford negro de horma clásica cuya montura está realizada en ante de color rojo, guiño perfecto para combinar clasicismo y contemporaneidad. Aunque debido a su popularidad ha sido replicado por otras marcas, su fina puntera redondeada, su preciosa línea y su exquisita terminación lo hacen fácilmente reconocible por el entendido.  
5. El modelo Arca de Maison Corthay. Cuando todo parecía inventado, solo una mente revolucionaria como la del francés Pierre Corthay lanzaba al mercado un zapato de líneas no vistas hasta entonces. Un modelo derby de horma alargada con unas mínimas cordoneras para cerrar el zapato. Es de los pocos modelos hoy existentes que independientemente del color o de la piel utilizada se identifica fácilmente. De hecho, con esto presente, el Arca se realiza en múltiples tonos - el color es la nota más diferenciadora de su creador -, y en diferentes tipos de pieles, desde ante hasta terminación charol. 

Con seguridad existen modelos de zapatos RTW igual o incluso más icónicos que los aquí mencionados, pero, por el contrario, no cuentan con la exquisita terminación artesanal y con la calidad de los materiales que estos emplean.

Terminar apuntando que antes de que lo mencionéis la lista debería ser más extensa pero si yo sólo pudiera nombrar cinco modelos icónicos estos serían los míos. Dicho esto, estoy encantando de que quitéis y añadáis el que consideres oportuno. 

El Aristócrata

lunes, 22 de octubre de 2018

¿CÓMO DEBE QUEDAR UN TRAJE?



Conseguir una buena hechura está al alcance solo de sastres experimentados e incluso contar con uno no garantiza siempre un resultado óptimo. Igualmente, dar con las proporciones de solapas, largo de la chaqueta, diámetro de boca de pantalón etc. adecuadas a cada cuerpo tampoco es tarea baladí. Y lograr, además, que cada una de las prendas del conjunto - traje, corbata y camisa - aparezcan como si cada una de ellas se hubiera cortado pensando en vestirse solamente con las otras dos es algo bastante difícil. Sin embargo, cuando esto ocurre toca disfrutarlo:

Tomemos como ejemplo la foto que encabeza el artículo y empecemos por la chaqueta. Todo su cuello está en contacto con el de la camisa, las mangas empiezan a caer donde terminan los hombros naturales del protagonista, y nunca más allá. Incluso con la chaqueta abotonada esta no muestra arruga alguna. Acaba justo a la altura de los nudillos y su extensión divide el cuerpo -de cuello a pies – en dos partes de igual longitud. Imposible adivinar camisa alguna entre la chaqueta y el pantalón, algo a lo que hoy poca gente presta atención. Las mangas caen sin producir arrugas, no son ni estrechas ni holgadas y su largo permite asomar el centímetro obligado de la camisa. Las solapas tienen la anchura necesaria para compensar el largo y afilado rostro del protagonista suavizándole ambas particularidades. Estas solapas tienen vuelo y no aparecen aplastadas por la siempre temible plancha. El protagonista utiliza guiños para acentuar su atura y cuerpo atlético. Además de, obviamente, escoger colores oscuros, oculta las solapas de los bolsillos del traje para conseguir esa limpieza de líneas responsable de alargar la figura. Prescinde prácticamente de las hombreras logrando unos hombros con una caída natural.

El pantalón está igual de bien terminado que la chaqueta. En un momento donde los sastres lo externalizan, terminando este siendo cosido por alguien que nunca ha visto la chaqueta, se agradecen pantalones que, como este, guardan una total armonía con el resto del conjunto. Su talle es el correcto, recordemos que el pantalón se viste en la cintura y no en la cadera. Su caída no puede ser más limpia no produciéndose ni bolsas ni arrugas a lo largo de las piernas. La raya natural del pantalón está perfectamente centrada terminando en la mitad del zapato y pasando también por justo la mitad de la rodilla. Su largo es impecable. Como hemos apuntando en alguna ocasión, el lago debe tocar ligeramente el zapato, pero nunca descansar sobre él. Además, no se visualiza arruga alguna ni siquiera en contacto con el zapato. El dobladillo, así como su anchura, aporta un toque casual a todo el conjunto que concuerda muy bien con los guiños modernos del traje. 

Lo poco que podemos ver de la camisa es suficiente para asumir que está hecha a medida. No se aprecia tampoco ninguna arruga, algo no tan fácil de conseguir de tener, como es el caso, la chaqueta cerrada y, mucho menos, de llevar tirantes. El cuello de puntas abiertas compensa la terminación afilada del rostro dando este la sensación de ser algo más ancho de lo que verdaderamente es. Los extremos del cuello quedan cubiertos ligeramente por las solapas de la chaqueta; algo esto también fundamental. 

Los complementos están perfectamente escogidos tanto en color como en tamaño. Por ejemplo, la corbata tiene una anchura contenida, que no ridícula, muy correcta para las medidas de este torso. Y si esto es importante no lo es menos el nudo de la corbata. Si su asimetría le resta formalidad, su precioso hoyuelo, el disimulado brazalete y el bonito pañuelo de bolsillo ponen el broche final a un conjunto de traje chaqueta de medidas perfectas. 

El Aristócrata

lunes, 17 de septiembre de 2018

EL FENÓMENO BESPOKE



Hace más de un año que no actualizo la pestaña de “lifestyle” contándoos cómo fueron mis conferencias. Pero lo cierto es que raro ha sido el mes donde no haya compartido con los amantes del buen vestir mi punto de vista sobre el mismo.
En los últimos doce meses además de en Sevilla, Granada, Santiago, Coruña y Barcelona he participado en varias charlas en Madrid, ciudad donde hoy por hoy hay más adeptos a lo hecho a medida. Desde encuentros con los miembros de YPO, con clientes de boutiques de lujo o con amantes del bespoke en Clubs Privados, el año ha sido de lo más interesante. El año podría haber dado mucho más de sí, pero desde hace ya varios solo acudo a aquello que de verdad me interesa. A tenor de lo que nos espera en abril, charla en el Círculo Ecuestre de Barcelona sobre el cambio de tendencias en el vestir del ejecutivo y un simposio sobre el chaqué y el frac en un conocido hotel de Madrid, parece que queda patente el gran interés que hoy despierta en nuestro país la moda que aquí siempre hemos defendido: la atemporal y hecha artesanalmente; concepto muy diferente al de “pasado de moda”. 
Hasta no hace tanto tiempo ir al sastre era más una necesidad que una opción, algo que empezó a cambiar con la llegada de la confección industrial. A partir de entonces visitar al sastre dejó de ser una obligación para convertirse en una opción relativamente inusual. Si en los años setenta sastres como Collado o los hermanos Mogrovejo vestían a lo más granado y entendido de la alta sociedad española, a partir de los noventa las marcas de moda de lujo se responsabilizan de los trajes de los personajes sociales más conocidos. Sin embargo, desde algunos años atrás esta situación ha dado un vuelco importante y las casas de ropa empiezan a dejar su lugar a nombres cuyo trabajo no se reconoce por un logo o unas iniciales sino por una hechura personalizada y por ciertos detalles de mano de obra marca de la casa. 

Hoy, míticas sastrerías como Caraceni o Rubinacci vuelven a ser las que se encuentran detrás de los trajes de quienes durante años sucumbieron a las acertadas campañas de marketing de las marcas de ropa más exclusivas; que no por ello necesariamente elegantes. Quizás esta sea una de las razones por las que empresas como Dolce & Gabbana o Gucci empezaran unos años atrás a ofrecer también a sus clientes un servicio a medida; servicio, todo sea dicho, con resultados de lo más dispares. No deja de ser sorprendente que incluso futbolistas, gremio que no se caracteriza precisamente por su buen gusto en el vestir, hayan recientemente descubierto las enormes ventajas estéticas, y de estatus, de los trajes de sastre. Difícil sería recordar la elegancia de los actores de los años 30 y 40 -  David Niven, Cary Grant, Gary Cooper y un largo etcétera – sin la ayuda que les brindaron las mejores agujas del momento, algo que también empieza a calar en algunos actores internacionales (a los nacionales, salvo honrosas excepciones, parece que todavía no les ha llegado el momento). 
Algunos sastres experimentan hoy una situación similar a la que vivieron los mejores cocineros hace quince años. Si aquellos dejaron de ser solo grandes cocineros para convertirse en estrellas que llenaban auditorios y portadas de revistas, los mejores sastres son ahora personajes populares que comparten fiestas y protagonismo con sus clientes más relevantes. Al igual que hoy los restaurantes estrellas Michelin se llenan de clientes de las más variadas y lejanas procedencias, las sastrerías más reputadas de Inglaterra, Francia o Italia ven como clientes rusos, americanos o asiáticos recorren miles de kilómetros para no fallar a la prueba de su traje. Si los cocineros más conocidos abren restaurantes con su nombre por medio mundo, los sastres viajan varias veces al año a las ciudades de sus clientes e incluso cuentan con espacios fuera de su país para facilitar el proceso de elección de tejidos y pruebas. 

Y en mucho de esto tiene la culpa internet. Hoy internet, y más concretamente ciertos blogs, han llevado el nombre de legendarias sastrerías al conocimiento de medio mundo. Como bien apunta Lorenzo Cifonelli en el video que podéis visualizar en el margen derecho (a partir del minuto 7.20), lo bloggers han internacionalizado su sastrería y a ellos debe el enorme repunte de su sastrería y el que tenga hoy viaje por medio mundo atendiendo a sus clientes.
Rara es la sastrería de prestigio que en fechas como Navidad no organice una fiesta donde acuden desde celebridades hasta sus clientes más fieles. Es un buen momento para identificarse y sentirse perteneciente a un grupo reducido y muy escogido. De hecho, algunos de estos sastres han ido más allá y han creado un Club alrededor del cual se celebran charlas de los temas más diversos, actividades deportivas y acciones sociales que sirven para acercarles la marca. A otros, como es el caso de Rubinacci, no le importa organizar la logística de tu desplazamiento a la ciudad de Nápoles, hospedarte en la mansión familiar y poner a tu disposición desde entradas para la ópera hasta reservados en los restaurantes más conocidos de la ciudad. Si la guía Michelin convirtió a cocineros en chefs, internet y las redes sociales han transformado a los mejores sastres en empresarios.

En el próximo capítulo hablaremos de cinco sastres, todos ellos internacionales, a cuyas tijeras se entregan hoy los paladares más exigentes y los bolsillos más pudientes; cinco sastres que bien podrían albergar las estrellas Michelin de la más exquisita elegancia atemporal. 

El Aristócrata

lunes, 20 de agosto de 2018

¿CÓMO VESTIR PARA JUGAR AL GOLF?



Ya de vuelta de una semana de descanso reconozco que enfrentando los últimos metros antes de llegar a casa y viendo cómo el pulsómetro se acerca a la FC max considerar deporte al juego que practican a pocos metros de mi resulta complicado. Sin embargo, lo que no puedo negar es que la ropa para de golf es, o al menos fue, mucho más elegante que el culote o las mallas con las que esos jugadores me ven pasar a su lado. 

Para entender el código de vestimenta del golf toca remitirse a los orígenes de este deporte. Volemos a la Escocia de comienzos del S. XX y observemos como el conjunto formado por chaqueta, corbata, gorra y pantalones knickers, todo en tweed, es el atuendo preferido por los jugadores de entonces. 
En ningún otro deporte el carácter formal de su indumentaria y la rigidez de sus normas ha marcado la propia evolución del mismo. De hecho, siempre se ha dicho que el swing de golf evolucionó en sus albores muy condicionado por la estrechez y rigidez de las prendas utilizadas. Aunque hoy la ropa técnica ha ganado la batalla a la elegancia de entonces, la etiqueta que subsiste en algunos clubs de las islas británicas y de la Europa continental, sigue imponiendo el uso de corbata en todas sus instalaciones, salvo vestuarios y recorrido de juego. 

El cambio empieza a observarse con la marcha de jugadores británicos a Estados Unidos a comienzos del S. XX. Fue entonces cuando llegaron los famosísimos Harry Vardon, James Braid, Ted Ray etc. quienes se encontraron con un clima asfixiante en las costas de Florida y California y aun así intentaron mantener sus cánones de vestimenta, chaqueta y corbata siempre presente, pero utilizando telas más ligeras. Sin embargo, es con la llegada de los jugadores norteamericanos a las islas británicas cuando se produce el gran cambio ya que, si bien la corbata se mantiene, estos prefieren el cárdigan de cachemir frente a la chaqueta. Fue concretamente Walter Hagen, el Eduardo VIII del golf, quien con esta prenda y la incorporación de colores firma la defunción de la indumentaria de golf más clásica. 
Los años 30 ven como los circuitos profesionales empiezan a abandonar el uso de la corbata aun cuando a los jugadores aficionados se les concede relativa libertad para vestir como deseen. Pantalón largo, camisa con cuello de manga corta, jersey, zapatos de clavos blancos o bicolor forman el kit del nuevo jugador. La gorra abandona también dichos circuitos, su último referente fue Ben Hogan, sustituyéndose por la “baseball cap”. Si los tonos pastel de Walter Hagen marcaron una época, no menos lo hicieron los colores brillantes de Doug Sanders, jugador de los años 70 quien se hizo famoso, además de por fallar un putt de 40 centímetros y perder el abierto británico, por tener trescientos pares de zapatos con la combinación de colores más variada y llamativa. 

Si la evolución en colores y patrones ha sido muy destacada en el último siglo, más lo ha sido si cabe la composición de las prendas. Atrás quedó la lana, siendo hoy las fibras sintéticas las que se han ganado el aplauso de los golfistas. El concepto que ahora prima es el conocido como “multilayer”, es decir, una combinación de prendas muy ligeras superpuestas que permiten la modulación de las mismas en función de la evolución de la temperatura ambiente. Por su parte, los zapatos han evolucionado desde los primeros modelos de cuero rígidos y con clavos hasta un formato mucho más cómodo que propicia una tracción igual de eficiente pero mucho más ligera. 
Sin lugar a dudas una evolución que agradecerán los más profesionales pero que los amantes de la estética y de la tradición seguramente no vean con los mismos ojos. 

El Aristócrata 

lunes, 16 de julio de 2018

VAQUEROS Y ZAPATOS



Hay gente que presume de no haber vestido unos vaqueros en su vida. Aunque el número de ellos sea mucho menor del que lo proclama, haberlos haylos

Si bien estos no han sucumbido al marketing que ha utilizado a los rebeldes del cine para promocionarlos, tampoco lo ha hecho a su versatilidad y a su sex-appeal . Debido a la gran resistencia de su tejido, proveniente de las lonas de las tiendas de campaña, los denim, en sus inicios de color marrón, se popularizaron rápidamente entre trabajadores manuales, mineros y agricultores. Sus amplios y fuertes bolsillos permitían guardar en ellos minerales y utensilios de trabajo. También los marineros de la armada genovesa escogieron como parte fundamental de su vestuario este pantalón todo uso que lavaban arrastrándolo en sus redes, práctica que los terminaba volviendo blancos. 
“Me gustaría haber inventado los jeans. Son expresión de modestia, sexo y simplicidad, todo lo que espero sea mi ropa”. Yves Saint Laurent. Aunque marcas como Levi Strauss, Lee o Wrangler estarán siempre unidas a la mitología del denin, lo cierto es que, puristas al margen, hoy hay modelos menos icónicos pero de corte más actual. De buscar un look rebelde, casas como Dolce & Gabbana, Dsquared o Philipp Plein son opciones a considerar. Si por el contrario, lo que se persigue es un pantalón más comedido y de aspecto más clásico, Tramarossa y Jacob Cohen son alternativas interesantes. En España además tenemos la suerte de contar con uno de los pocos sastres artesanales europeos especializados en la confección de vaqueros a medida: Fernando García de la Calera.

¿Qué vaquero escoger?. Pensemos en nuestra edad y no vistamos como quienes tienen veinte años menos. Se escoja un estilo clásico o moderno, lo importante es que nuestro vaquero armonice bien con el resto de las prendas del conjunto. Dichas prendas pueden conseguir que un mismo vaquero mande un mensaje de conjunto formal o de sport. Y en este punto los zapatos juegan un papel fundamental. De combinar unos denim de corte más o menos clásico con unos mocasines ingleses o unos Oxford semi-brogue marrones el resultado será un conjunto serio. 
Por el contrario, de elegir unas modernas zapatillas estos mismos pantalones cobrarán una imagen mucho más casual. Algo similar ocurrirá con el resto de prendas. De hecho, la imagen de ese mismo vaquero acompañando a una camiseta de diseño o a una camisa de manga larga será también totalmente diferente. 

¿Qué tejidos son los más especiales? A pesar de apenas prestar atención al algodón del vaquero, las telas vaqueras varían tanto como hace la propia lana. Si años atrás fue la localidad guipuzcoana Bergara donde se hilvanaban, tejían y teñían una de las mejores telas vaqueras, hoy son Japón e Italia los responsables de los tejidos vaqueros Premium. Tengamos en cuenta el número de onzas del algodón del vaquero pues será responsable tanto de su peso, su rigidez y el aspecto con el que envejecerá. 
¿Se puede ser elegante vistiendo vaqueros? Por supuesto que se puede. Un conjunto formado por un bonito vaquero, unos buenos zapatos de cordones, una camisa tipo Tattersall, un jersey de pico y una chaqueta de Tweed es más elegante que la mayoría de combinaciones de tiempo libre que hoy vemos. De la misma manera, unos modernos vaqueros pueden combinar hasta con una chaqueta cruzada si se tiene cierto estilo innato. Como muchas otras prendas, todo depende del momento y lugar en que se vistan. Respecto a los colores, aunque el azul parece seguir siendo el auténtico protagonista, encontramos una paleta de tonos de lo más amplia. Evítense los colores chillones, algo que por otro lado aplica a todos los pantalones, y escójase un cinturón que combine en color y estilo con el vaquero elegido.  

ZAPATOS DE OTOÑO
Ya estamos en pleno otoño, la estación más placentera del año y seguramente la más interesante en lo referente al vestir. Solo la primavera se acerca a ella en número de colores y tejidos con los que disfrutar de la climatología de la temporada. Aunque cada año el salto del verano al invierno es más brusco, sin semanas de entretiempo de por medio, todavía disfrutamos de algunos días de clima templado donde alegrarse con chaquetas de Tweed, gabardinas y múltiples conjuntos de otoño. 

Aunque pronto tanto para los abrigos de lana cruzados como para las franelas es el momento perfecto para vestir los modelos de zapatos más otoñales. Independientemente de la estación en la que nos encontremos, los zapatos son, y serán, la prenda que sentencia lo acertado o erróneo del conjunto. 
Descansando ya el armario los gomminos y las alpargatas más veraniegas y en espera de la llegada del frío los más duros y armados, es el momento de pasear los zapatos de ante, los botines y nuestros full-borgues preferidos de suela de goma. El tratamiento que se hace a la piel de ante convierten estos zapatos en modelos muy suaves y blandos. Dependiendo del look que busquemos toca escoger entre diferentes modelos y tonos de marrón. Desde el más informal mocasín hasta el más formal Oxford, la vestimenta de esta piel está hoy muy aceptada, siendo particularmente bienvenida en Italia país donde incluso se visten estos zapatos con traje.

Cuando Eduardo VIII, en su afán de marcar su personalidad a través de sus atrevidas combinaciones, escogía para sus trajes de franela cruzados unos Oxford de ante semi-brogue, nadie se imaginaba que más de cincuenta años después sus zapatos se vestirían con la normalidad que hoy se hace. Aunque no debería extrañarnos que los zapatos de piel vuelta con traje no fueran vistos con buenos ojos en ciertos ambientes, los más relajados y estilosos seguro que aceptan, y de buen grado, la combinación de traje azul marino y oxfords de ante marrón oscuro. 
Un modelo de piel vuelta particularmente agradecido con estos trajes azul marino, también con el gris marengo, es el doble hebilla. La informalidad de la hebilla acierta muy bien con el mensaje relajado del ante. Incluso casas tan tradicionales como la hoy francesa John Lobb – grupo Hermes – incorporan ya a su catálogo modelos que como el Chapel pueden vestirse tanto con traje como con jeans. 

Respecto a los colores a escoger sigue siendo importante saber si nuestra intención  es vestir estos zapatos con traje o de manera sport. El ante es ya de por sí una piel suficientemente informal como para escogerla además de una marrón claro. Si bien este tono puede quedar muy estiloso con un conjunto casual, con traje es mejor optar por una tonalidad oscura. Algo similar ocurre con los modelos entre los que escoger. 
De hecho el modelo Oxford sigue siendo el que mejor armoniza con el traje y tanto su modalidad lisa como semi-brogue resultan acertadas. Por su parte, el full-brogue, aún pudiendo ser un zapato muy especial, su uso debe reservarse a los trajes– como el otoñal de Tweed – y a los conjuntos de campo y de tiempo libre. Otros zapatos muy acertados con las temperaturas y características del otoño son los botines. Cubriendo poco más allá del tobillo son idóneos en el periodo otoñal. Las atemporales y elegantes botas balmoral así como  las conocidas como botas Chelsea son más apropiadas de vestir una vez llegado el frio más intenso. 

Hasta no hace tanto, la única opción que se barajaba para la suela de los zapatos de ciudad era la piel. Sin embargo, en otoño las lluvias hacen su presencia y convierten las aceras en todo un peligro para el peatón. Si bien es cierto que las suelas de goma de antaño eran tan gruesas y bastas como para solo tener sentido en los zapatos más rurales, hoy existen zapatos con suela de goma que de no darles la vuelta difícil sería averiguar si esta es de piel o de goma. 
Aunque el exceso de agua no es bueno para ningún tipo de piel, incluida la suela, quienes busquen el aspecto más serio de su conjunto deberán seguir optando únicamente por las suela de piel. Estos, para no resbalar, sí deberán añadir en la mitad de la suela y en el talón un inserto de goma (en el Reino Unido este añadido se ofrece prácticamente en todas las zapaterías). 

Por su lado, los que opten por la suela de caucho encontrarán diferentes terminaciones – desde la típica suela similar a la de las botas militares hasta otras mucho más sutiles y finas– disfrutando además de un confort muy superior al que proporciona cualquier suela de piel. No obstante, incluso las más finas y elegantes suelas de goma son convenientes reservarlas para los conjuntos menos vestidos. 
El agua también perjudica la piel del zapato por lo que de sorprendernos esta desprevenidos debiéramos intentar secarlos a la mayor brevedad posible. De encontrarnos ya en casa aprovechemos para introducir en ellos papel de periódico hasta asegurarnos de que estén completamente secos. Unas hormas de madera son igual de válidas. Eso sí, evitemos secarlos cerca del radiador pues si bien secarán antes, la piel terminará resquebrajándose. Aunque aquí no están muy extendidas, existen fundas de goma que protegen los zapatos de la lluvia y de ese agua que traicioneramente sale despedida de azulejos mal pavimentados. 

El Aristócrata

lunes, 11 de junio de 2018

LAS 10 CLAVES DEL TRAJE CRUZADO



¿Nos hemos preguntado por qué ya no vestimos trajes cruzados?. ¿Será porque a pesar de ser el más estiloso lo seguimos relacionando con la vestimenta clásica o pasada de moda?. 

Pues bien, a todos aquellos que sigan pensando así decirles que el traje cruzado es hoy, más que nunca, la pieza más actual y moderna del ropero del hombre. Bastará echar un vistazo a esa feria de los horrores y las maravillas, la feria del Pitti Uomo, para observar como los mejor vestidos lo hacen con trajes y chaquetas cruzadas. Tengamos en cuenta las siguientes claves y no nos equivocaremos en su elección:
1- Visita al sastre. La oferta de trajes cruzados de confección es muy escasa y difícilmente encontraremos el que nos gusta. De tener suerte, la probabilidad de que nos quede bien o nos convenzan, por ejemplo, su ancho de solapa, distribución de botones, altura de pico etc. serán escasas.

2- El estampado. Precisamente de acudir al sastre podremos escoger entre infinidad de tejidos y estampados. Pocas cosas hay más elegantes, y versátiles, que un buen traje azul marino cruzado. El estampado diplomático resulta siempre favorecedor, sobre todo en las personas de contenida estatura o con algún kilo de más. Siempre podemos atrevernos con dibujos como el Príncipe de Gales o el cuadro ventana. 
3- Conoce tu cuerpo. El traje cruzado queda particularmente elegante en las personas altas y atléticas. Sin embargo, también las personas bajas pueden disfrutar de él. Para ello, deberán jugar con el número de botones frontales y con la altura de los bolsillos e incluso de las solapas. El corte del traje cruzado y sus anchas solapas acentúan los hombros consiguiéndose una chaqueta cuya línea nos recuerda a la de una copa de Martini- ancha arriba y con una cintura muy marcada. Si tenemos unos kilos de más, este es también nuestro traje.

4- Tipos de chaquetas. 6×2, 6×4, 4×2… donde el primer número hace referencia al número total de botones y el segundo a los que se pueden abotonar. Tengamos en cuenta que a mayor número de botones menor será la parte que se vea de la camisa. Debido a ello, los amantes de la corbata de lazo encuentran en esta chaqueta un buen aliado. De ser de estatura normal o alta, mejor el corte 6x2 o 6x4, y de ser más bajo 4x2 o incluso 2x1. Un botón extra interior impedirá que la chaqueta baile. 
5- Las solapas. Solo pueden ser de pico. La única chaqueta cruzada que admite solapas redondeadas es la del esmoquin. En ambos lados aparecerá cosido un ojal. 

6- Aberturas. Mejor dos a los lados. Además de por su aspecto estético, dichas aberturas se antojan necesarias para al sentarnos evitar que la chaqueta se vuelque o resulte incómodo permanecer con ella puesta. Nuevamente y precisamente porque se pensó para permanecer todo el tiempo de pie, la chaqueta cruzada del esmoquin no cuenta con dichas aberturas. 
7- Siempre abotonada. Si bien, a excepción de los tres piezas, toda chaqueta debería permanecer siempre abotonada, en el caso de la cruzada es algo más que una obligación. Es cuestión de estética y elegancia. 

8- El corte del pantalón. Fundamental que transmita imagen de equilibrio y proporción. Según sea la hechura de la chaqueta así debería ser la del pantalón. Es decir, si la chaqueta es holgada también debería serlo el pantalón y si es entallada asegurémonos que el pantalón sigue su mismo estilo. 
9- Con pinzas. Aunque cada vez se estilan más los pantalones de traje sin pinzas, el traje cruzado resulta más formal que el de hilera sencilla y por tanto una o dos pinzas resultan aconsejables. 

10- Con vuelta. A pesar de que los más puristas británicos no estarán de acuerdo, la vuelta aporta el estiloso broche final que reclama este conjunto. 

El Aristócrata

lunes, 14 de mayo de 2018

GIANNI AGNELLI: DIEZ CLAVES DE ESTILO



Pocas personas han impactado tanto con su particular manera de vestir como Beau Brumell, Eduardo VIII y Gianni Agnelli. De los dos primeros hablamos años atrás pero el tercero lo teníamos pendiente. Un vestir mucho más cercano a nosotros y que marcó una época y todavía hoy sigue muy imitado.

Gianni Agnelli, el empresario que decidía cuando salía el sol en Italia, es el claro ejemplo de cómo romper las reglas y además ser admirado e imitado por ello. Al contrario que hoy ocurre donde unos con la ropa se disfrazan y otros se ocultan, el padre de FIAT transmitía con esta claramente su carácter. Conseguir un estilo único, estilo que no sigue moda alguna y que esté por encima de tendencias manteniéndose inalterado en el tiempo exige de una fuerte personalidad y confianza. Si además se cuenta con reconocimiento social todo será más fácil. Y si además incorporas gestos o innovaciones antes nunca vistas, tras las iniciales críticas, tu persona será recordada por muchas de ellas. Y Agnelli pasó a englobar la lista de las personas más estilosas de su tiempo, un style icon que hoy su vestir es recordado por, entre otras, las siguientes características:
1. El reloj sobre el puño de la camisa. Unas veces con un Omega Seamaster PloProf y otras con un Patek Philipe World Time (foto), el gesto de ponerse el reloj sobre el puño de la camisa, de confección de Brooks Brothers o a medida de Battistoni, es hoy todavía imitado. Fuese por, según él, no querer perder tiempo estirando el brazo para visualizar la hora o por su rechazo a sentir la piel del brazalete, la realidad es que todavía hoy se confeccionan camisas con un pasador en el puño por el que anudar el reloj. 
2. Sus trajes. Casi siempre grises y frecuentemente de Vitale Barberis Canonico, los trajes de franela de su sastre milanés A. Careceni estuvieron siempre presentes en su armario. Amante de tejidos pesados, como efectivamente son las franelas, combinaba sus trajes también con corbatas pesadas como eran las de lana. Sus trajes cruzados, los más destacados de la sastrería milanesa, se hacían reconocibles por sus anchas solapas y como buen italiano no olvidaba su pañuelo de bolsillo. También certificó la defunción del dicho inglés “never brown in town”. 
3. Botones del traje desabotonados. En los años 50 y 60 solo los trajes de sastre contaban con la posibilidad de desabotonar los botones de las mangas. Al contrario de lo que ocurre hoy, donde hasta los trajes de Massimo Dutti cuentan con ojales practicables, antes el gesto de desabotonarse los botones estaba relacionado con la vestimenta de trajes artesanales. Era un gesto que ponía de manifiesto los exclusivo de tu traje. Y Agnelli hizo gala de ello durante toda su vida.
4. Camisas con botones en el cuello desabotonados. El estilo desenfado que buscaba asociar a su persona, hoy los bloggeros que quieren hacer suyo ese aire relajado se refieren a él como sprezzatura, lo conseguía haciendo acompañar a sus corbatas de un cuello de camisa sport. Este gesto es hoy también imitado por muchos que piensan que el optar por corbatas con camisas con botones sin estos abotonados habla de un estilo especial. 
5. Las corbatas. Su corbata solía sobresalir la parte delgada sobre la principal. Aunque hoy este geste esté muy extendido entre los blogeros o los conocidos como “influencers” hace muy pocos años se entendía que la el sobrante de la corbata debí quedar oculto tras la más ancha. Este gesto que solo empezó a ser frecuente después de 1950 es hoy más recordado que su práctica más habitual todavía de esconder la parte más estrecha de la corbata tras la cintura del pantalón. Una arruga en el nudo de la corbata y una pala de corbata muy ancha remataban el estilo de su corbata. O sólidas sin estampado o pequeños círculos, y de lana eran sus preferidas.
6. Su calzado con traje no dejaba a nadie indiferente. Desde slippers, mocasines o incluso botas  su elección del calzado siempre fue muy personal y rompedora. Si bien su foto con las Panamá es hoy muy popular, el verdadero motivo de llevarlas fue para estabilizar un maltrecho tobillo después de un accidente de coche en 1952. 
7. Sus camisas. Más allá de dejarse los botones desabotonados con corbata, puso de moda las camisas con botonadura media central. Inglese fue el proveedor de estas camisas. Pero fueron sus camisas vaqueras las más rompedoras. Ya mayor, vestía este tipo de camisas en ocasiones donde el resto de invitados iban incluso vestidos con chaqueta. Este tejido también lo escogió para sus pantalones siendo muy frecuente verle con vaqueros en las más variadas ocasiones. 
8. El esmoquin siempre azul media noche. Casi siempre con solapas redondeadas, su personalidad y confianza hacían que cuando lo vestía en la versión cruzada se permitiera la licencia de dejarlo desabotonado. 
9. Mezcla de estilos. Ese gusto por marcar su presencia con su ropa, algo que también hacía el Duque de Windsor, se aprecia con la combinación de prendas formales y propias de la vestimenta más casual. Un jersey con corbata, unas botas con traje diplomático frecuente era verle con ropa propiamente de campo con conjuntos de ciudad. 
10. Trajes estampados pero camisas lisas. No solo en los trajes, también en los abrigos estampados como rayas diplomáticas, cuadros ventana eran combinados con camisas blancas. 

Crear un estilo propio es algo que requiere de tiempo, confianza y constancia. Tampoco olvidemos que este tiene muchas más opciones de ser alabado si quien lo pone en la calle es un personaje conocido y, mejor, respetado en el campo profesional. De no ser así,  las opciones de conseguir el efecto contrario serán muchas. 

El Aristócrata