viernes, 4 de abril de 2014

THE BESPOKE SHOE; MUCHO MÁS QUE UN ANCHO DE PIE


Esta semana me gustaría dedicar las siguientes líneas al máximo exponente del refinamiento, la comodidad y la individualización, el zapato a medida. Pero antes de entrar en materia queremos dejar claro que cuando hablamos de zapatos a medida no lo hacemos pensando en aquellos donde el cliente se limita a escoger un tipo de horma, una tonalidad de piel o unos cordones de uno u otro color. Por el contrario, nos referimos a zapatos bespoke, auténticas piezas artesanales que se hacen a medida atendiendo a las características individuales de cada pie y en las que un zapatero y un cliente diseñan el zapato acorde a los gustos y personalidad de este último. En definitiva, un zapato único en cuanto a medidas y diseño.

En el verdadero zapato a medida las limas, las ruletas, los zigzags, el yunque o las agujas de pelo de jabalí sustituyen a las máquinas, y el hormero, el diseñador, el cortador, el aparador y el montador hacen lo propio con los procesos industriales.
Un zapato bespoke puede decir de su propietario muchas cosas. Por ello, en su proceso de fabricación el zapatero artesano y el cliente pasarán varias horas conociéndose para intentar que los zapatos resultantes sean una prolongación tanto de la personalidad de ese cliente como de lo que este quiere mostrar al exterior. De ahí que resulte fundamental contar no solo con un buen artesano de la piel sino también con un gran diseñador; facetas ambas que no siempre van de la mano. 

El proceso de confección de unos zapatos a medida es largo y laborioso y se demora de cuatro a seis meses. Empezará con la medición del largo, el ancho y el alto del pie para posteriormente hacer lo mismo con el grosor de los dedos, la altura del talón y la forma del puente, medidas todas estas que quedarán reflejadas en una lámina donde apoya el pie. Y por supuesto, esto se hará por cada pie de manera independiente. Estas medidas son las que le servirán al hormero para crear una horma personalizada de madera, de haya o de carpe, sobre la que más tarde se irá montando el zapato.
Pero todavía tendrá que pasar mucho tiempo para que el cliente pueda disfrutar de ese nuevo par de zapatos. De hecho, lo primero que este verá de sus zapatos será solo una especie de zapatillas de estar por casa confeccionadas eso sí con las medidas de sus pies. Estas zapatillas le darán una idea bastante aproximada de la comodidad del zapato final estando a tiempo todavía de incorporar alguna modificación en su horma.

Desde que se pruebe estas zapatillas pasarán varias semanas hasta que vuelva a ver a su zapatero, momento en que ya estará listo un zapato de prueba. Este será parecido al final que tendrá que vestir al menos dos semanas antes de empezar la construcción del definitivo. Ya con la horma final, el zapatero irá dando poco a poco vida a su creación empezando por la confección de la pala y terminando con el montado del talón. Esto lo hará, a diferencia incluso de las marcas más prestigiosas industriales, cuidando y personalizando tanto el interior del zapato como su propia suela ya que siempre resultará más sencillo reconocer la calidad de un zapato prestando atención al interior y a la suela que haciéndolo solo al exterior. Con seguridad si el interior y la suela están cuidados la piel exterior será excepcional.
Por todo ello, es por lo que insistimos en que se desconfíe de esas casas de zapatos donde se limitan a tomar las medidas de los pies y enviarlas a su casa matriz, mientras el cliente todo lo que tiene que hacer es esperar en su casa a que le llamen para recoger sus zapatos. Además, al auténtico sibarita no le importará involucrarse en todo el proceso para ver el nacimiento de esa pieza única artesanal.

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