lunes, 20 de agosto de 2018

¿CÓMO VESTIR PARA JUGAR AL GOLF?



Ya de vuelta de una semana de descanso reconozco que enfrentando los últimos metros antes de llegar a casa y viendo cómo el pulsómetro se acerca a la FC max considerar deporte al juego que practican a pocos metros de mi resulta complicado. Sin embargo, lo que no puedo negar es que la ropa para de golf es, o al menos fue, mucho más elegante que el culote o las mallas con las que esos jugadores me ven pasar a su lado. 

Para entender el código de vestimenta del golf toca remitirse a los orígenes de este deporte. Volemos a la Escocia de comienzos del S. XX y observemos como el conjunto formado por chaqueta, corbata, gorra y pantalones knickers, todo en tweed, es el atuendo preferido por los jugadores de entonces. 
En ningún otro deporte el carácter formal de su indumentaria y la rigidez de sus normas ha marcado la propia evolución del mismo. De hecho, siempre se ha dicho que el swing de golf evolucionó en sus albores muy condicionado por la estrechez y rigidez de las prendas utilizadas. Aunque hoy la ropa técnica ha ganado la batalla a la elegancia de entonces, la etiqueta que subsiste en algunos clubs de las islas británicas y de la Europa continental, sigue imponiendo el uso de corbata en todas sus instalaciones, salvo vestuarios y recorrido de juego. 

El cambio empieza a observarse con la marcha de jugadores británicos a Estados Unidos a comienzos del S. XX. Fue entonces cuando llegaron los famosísimos Harry Vardon, James Braid, Ted Ray etc. quienes se encontraron con un clima asfixiante en las costas de Florida y California y aun así intentaron mantener sus cánones de vestimenta, chaqueta y corbata siempre presente, pero utilizando telas más ligeras. Sin embargo, es con la llegada de los jugadores norteamericanos a las islas británicas cuando se produce el gran cambio ya que, si bien la corbata se mantiene, estos prefieren el cárdigan de cachemir frente a la chaqueta. Fue concretamente Walter Hagen, el Eduardo VIII del golf, quien con esta prenda y la incorporación de colores firma la defunción de la indumentaria de golf más clásica. 
Los años 30 ven como los circuitos profesionales empiezan a abandonar el uso de la corbata aun cuando a los jugadores aficionados se les concede relativa libertad para vestir como deseen. Pantalón largo, camisa con cuello de manga corta, jersey, zapatos de clavos blancos o bicolor forman el kit del nuevo jugador. La gorra abandona también dichos circuitos, su último referente fue Ben Hogan, sustituyéndose por la “baseball cap”. Si los tonos pastel de Walter Hagen marcaron una época, no menos lo hicieron los colores brillantes de Doug Sanders, jugador de los años 70 quien se hizo famoso, además de por fallar un putt de 40 centímetros y perder el abierto británico, por tener trescientos pares de zapatos con la combinación de colores más variada y llamativa. 

Si la evolución en colores y patrones ha sido muy destacada en el último siglo, más lo ha sido si cabe la composición de las prendas. Atrás quedó la lana, siendo hoy las fibras sintéticas las que se han ganado el aplauso de los golfistas. El concepto que ahora prima es el conocido como “multilayer”, es decir, una combinación de prendas muy ligeras superpuestas que permiten la modulación de las mismas en función de la evolución de la temperatura ambiente. Por su parte, los zapatos han evolucionado desde los primeros modelos de cuero rígidos y con clavos hasta un formato mucho más cómodo que propicia una tracción igual de eficiente pero mucho más ligera. 
Sin lugar a dudas una evolución que agradecerán los más profesionales pero que los amantes de la estética y de la tradición seguramente no vean con los mismos ojos. 

El Aristócrata