Seguramente todos hayamos podido comprobar alguna vez como hay caballeros que en han escogido para su atuendo una prenda a priori poco acertada y que sin embargo con ella han conseguido un resultado especial. Igualmente, todos habremos sido testigos de como muchos de ellos se atreven a combinar prendas o complementos pensados para ser vestidos con otro tipo de conjunto y asimismo obtienen un efecto de lo más interesante.
Hay gente que tiene un don especial, o quizás le debamos llamar estilo, y no les importa experimentar con cosas nuevas aunque ello signifique asumir el riesgo que en una sociedad como la nuestra una decisión como esta conlleva. Aquí no estamos hablando de los conocidos como fashion victim, quienes no solo no tienen estilo alguno sino que además su indumentaria suele rozar más lo esperpéntico que cualquier cosa cercana a un posible estilo. Tampoco nos referimos a aquellos caballeros que se deleitan al escuchar que alguien se refiere a ellos como dandi. Estos si bien alguna vez pueden sorprendernos gratamente, es tal su afán de protagonismo, excentricidad y necesidad de considerarse “marcadores de tendencias” que son muchos más sus patinazos que sus aciertos.
Nos referimos, por el contrario, a esos caballeros que conocen las pautas más puristas del buen vestir y la historia que se encuentra detrás de cada prenda. Caballeros que son capaces de infringir dichas normas, pero no negarlas, y además hacerlo con sorprendentes resultados. Caballeros que dejan su impronta con su estilo particular.
Recordemos la frase que traíamos a esta página hace unos días de Schopenhauer que decía que "all truth passes through thee stages. First it is ridiculed. Second, it is violently opposed. Third, it is accepted as being self-evident”. Curiosamente esta frase es perfectamente aplicable a no pocas innovaciones en el vestir.
A lo largo de la historia han existido personajes que han marcado no sólo el estilo de vestir de su generación sino que además han sido los responsables de que ya desaparecidos, sus innovaciones pasaran a formar parte del vestir diario de la generación siguiente. Y es a esas personas que han vestido con estilo a las que debemos principalmente este hecho. Estas han experimentado en su vestir con tal gusto y éxito que muchas de sus extravagantes creaciones se consideran hoy hasta algo clásico y refinado.
Por ejemplo, podemos afirmar que Brummell o más recientemente el Duque de Windsor fueron unos revolucionarios en el vestir y que sus aportaciones a la moda masculina fueron innumerables. Sin embargo, si bien hoy muchos de aquellos “experimentos” ya no se cuestionan no siempre fue así.
Bastaría, por ejemplo, con haber podido observar la reacción de los homólogos de la época de Eduardo VIII al verle vistiendo una chaqueta de esmoquin con solapas redondas, zapatos de piel vuelta con el traje, su característico cuello windsor full cutaway, sus llamativas mezclas de diseños y colores, la raya en el pantalón, etc. Con seguridad la reacción que vio poco tendría que ver con la que hoy le brindarían.
Hay normas que han llegado hasta nuestros días y que aun siendo correctas de no seguirlas y optar por otras más estilosas el resultado sería más vistoso.
Cuando vestimos de traje hay obviamente que tener en cuenta ciertas consideraciones. Así por ejemplo ciertas medidas de la chaqueta, el uso de corbata o el de zapatos de cordones que son pautas todas ellas de obligatoria observancia. Sin embargo, hay otras muchas que dependiendo de la interpretación que cada uno de nosotros haga de ellas pueden dar lugar a resultados dispares.
He querido recopilar este mes diez recomendaciones que pueden aportar un toque de aire fresco, elegancia y estilo al vestir del caballero que todavía se vale del traje para su día a día. Aun no estando todas, estos diez consejos ayudarán con seguridad a aportar alegría y algo de variedad a los aburridos y tímidos armarios españoles.
1. Crea un estilo propio que te identifique y con el que te sientas cómodo y mantenlo ajeno a las modas pasajeras
No me acuerdo donde escribí una vez que si tu hijo y sus amigos se reían de ti al verte en una foto de hace quince años por la “pinta” con la que allí aparecías sería seguramente porque tu indumentaria respondía a la moda del momento.
En este respecto siempre he puesto el ejemplo de James Bond, un personaje al que han vestido a lo largo de sus muchos años de vida con un aspecto intemporal y cuyos conjuntos, incluidos aquellos primeros de Sean Connery, siguen siendo hoy ponibles. Quizás no serán los más actuales pero con ellos iríamos mucho mejor vestidos de lo que hoy van muchos caballeros. Desgraciadamente me temo que esto no volverá a pasar con los fuertemente influenciados por la moda modelos de Daniel Craig aunque esto es ya otro tema.
Se puede tener un estilo u otro pero no creo que haya peor cosa que dejarse llevar por ciertas tendencias, o lo que es incluso peor, por las absurdeces que desfilan por las pasarelas de moda de medio mundo. Esto además de poner en evidencia la falta de personalidad de quien a ellas sucumben garantiza las risas de quien se fije en nuestra foto unos años después de que haya sido tomada.
No son pocos los caballeros que cuentan con un estilo propio y que lo mantienen a lo largo de los años haciéndolo impermeable a las modas de cada generación. A lo mejor no se han rendido a la tendencia de las corbatas de 8 centímetros o a las solapas estrechas o incluso puede que no sepan que es el hombro-camisa pero siempre han sido fieles a un estilo intemporal. ¿Cuántos caballeros de más de setenta años pasean por Bond Street con el mismo aspecto que lo hacían cuando tenían cuarenta? Para bien de la elegancia todavía muchos.
Otros si bien no han hecho gala de ese estilo intemporal sí han imprimido a su ropa su marcada personalidad y a lo largo de los años esa personalidad ha calado en sus conjuntos y se ha convertido en su tarjeta de visita.
Tanto en un caso como en otro de lo que se trata es que el estilo que transmitamos a nuestro exterior sea una prolongación de nuestra personalidad. El “disfrazarse” buscando un aspecto concreto no suele dar buenos resultados. Solo cuando vestimos conforme a nuestra personalidad nos movemos con soltura y sobre todo con seguridad. Debemos saber quienes somos y vestirnos en consecuencia. Tan malos resultados da el observar a un nuevo rico vistiendo un traje hecho por un reputado sastre como a un lord inglés cambiando su túnica por una chaqueta de cuero con tachuelas.
Por lo tanto, la primera norma que romper al vestir de traje no es otra que hacerlo de forma ajena a las modas pasajeras y conforme a nuestra personalidad.
2. Durante el día los zapatos marrones oscuros son siempre bienvenidos
No seré yo quien diga que los zapatos marrones deban sustituir a los negros. Nunca nadie podrá echarnos en cara el no ir correctamente vestidos de acompañar a nuestro traje de un zapato negro.
El negro es el color más formal y quedará siempre elegante con las tonalidades de los trajes más extendidos. Conozco a caballeros a los que nunca les he visto con zapatos que no fueran de color negro y siempre han vestido manera elegante. Sus zapatos negros Oxford lisos, full brogue y semi brogue han pasado a formar parte de su tarjeta de presentación.
Sin embargo, a la hora de vestir por la mañana y tratándose del día a día, los zapatos marrones en tonalidad coñac o chocolate aportan cierta relajación al atuendo de corbata al mismo tiempo que incorporan algo de aire fresco y
desenfadamiento.
Reza un dicho inglés que “brown is the new black”. Si bien yo no comparto del todo este parecer y sigo pensando que un zapato negro debería ser siempre la primera compra de todo caballero elegante, también es cierto que en las ocasiones no muy formales los zapatos marrones oscuros aportan un toque extra de estilo al traje de chaqueta.
A pesar de esta afirmación, es importante recordar que cuando hablamos de zapatos marrones oscuros nos estamos refiriendo solo a aquellos de colores próximos al chocolate y no aquellos otros tonos claros que desafortunadamente son los que parecen triunfar entre los señores españoles.
Yo sigo siendo un fiel cliente de las casas de Northampton y húngaras pero hay que reconocer que los zapateros italianos cada día se esmeran más en la calidad de sus zapatos añadiendo ese toque de diseño y finura del que todavía los ingleses no pueden presumir. Y es precisamente en las hormas italianas donde el color marrón alcanza todo su esplendor.
3. Llegó la hora de jubilar a nuestros calcetines negros
Es cierto que hasta no hace mucho tiempo buscar alternativas en nuestro país al calcetín negro se antojaba francamente difícil pero hoy tanto las facilidades que ofrece internet como la oferta que brindan las tiendas más punteras hacen que no haya ya excusas para seguir optando por este muertecino color a no ser que se vista de frac o esmoquin.
Ya hemos hablado de las ventajas que tiene el hacer coincidir nuestros calcetines con el del color del pantalón. Y como a mí al menos no me gustan nada los trajes negros no parece tener mucho sentido seguir abusando de ese color en nuestros calcetines.
Obviamente, la vestimenta debe ir acorde con el momento y el lugar en que se vista pero si tenemos que vestir de traje en nuestro día a día con seguridad habrá muchas ocasiones donde nuestra vestimenta se pueda relajar y consecuentemente introducir algo de estilo en nuestros calcetines.
Hay colores como los granates, los berenjenas o los verdes oscuros que raramente pueden desmejorar debajo de las tonalidades de los trajes azules y grises de los trajes más extendidos. Y si además hacemos que estos nuevos colores se insinúen con los de la camisa, la corbata o incluso el pañuelo de bolsillo el resultado final será de lo más interesante.
Si estos son una opción elegante además de segura y que aportan un toque especial, las posibilidades con las que dar un toque de estilo a cualquier conjunto son de lo más variadas. Por ejemplo, se puede jugar con calcetines de colores lisos o con otros que contengan algún motivo como lunares o rayas. Como todo aquello donde la palabra estilo está presente, se necesita contar con un gusto especial y cierta sensibilidad para no traspasar la delgada línea que separa lo estiloso de lo forzado o excéntrico.
4. ¿Por qué seguir insistiendo en los trajes azules y gises?. Demos entrada a nuevos colores y tejidos y experimentemos la diferencia
Ha llegado la hora de empezar a diferenciarse de la masa uniformada y alternar los trajes azul marino y grises con otros colores menos vistos pero no por ello menos elegantes. Igualmente, es el momento de comenzar a vestir nuevos diseños y dejar los estampados lisos para las ocasiones más formales. Trajes marrones oscuros de raya diplomática, estampados de cuadros, lisos azul claro o los intemporales Príncipes de Gales darán a nuestro armario la variedad que este reclama.
Si pudiéramos comparar la foto de un grupo de comensales en un restaurante en el mes de febrero con otra en el mes de julio apenas observaríamos diferencias. Y esto no puede ser. Y no puede ser porque cada temporada tiene sus particularidades y el clima, la luz, la alegría etc del invierno y del verano son diferentes y esa diferencia se debería reflejar también en nuestro atuendo.
Y no solo en los colores de nuestra ropa sino también debería hacerlo en los tejidos que se eligen en una y otra estación del año. Por ello, si bien parece lógico que en la época más fría del invierno las franelas se apoderaran de las mesas de nuestro restaurante, los trajes de lino, testimoniales hoy, deberían hacer lo propio en los meses más calurosos.
Hoy es tal la uniformidad que impera en los armarios de los caballeros españoles que hasta los clásicos, y hasta no hace mucho populares, ojo de perdiz son difíciles de ver por la calle. Basta con entrar en una gran superficie y observar los trajes que hay expuestos. La inmensa mayoría son azules y grises y los más vendidos son sus versiones lisas. Si esto es preocupante, decepcionante es echar un vistazo a las pruebas de nuestra sastrería para observar una tendencia similar.
Queremos pensar que es la timidez y no la falta de gusto la responsable de esta triste realidad. Por ello, los caballeros que nos hagan caso no pasarán desapercibidos a ese ojo sensible que aprecia el individualismo y la belleza en cualquiera de sus manifestaciones incluida la que un traje diferente pero estiloso puede llegar a transmitir.
5. ¿Por qué si los tirantes aportan tantos beneficios estéticos apenas nos decantamos por ellos?
Seguramente la recomendación de usar tirantes encajaría mejor en cualquier artículo donde la palabra elegancia, y no la de estilo, fuera la protagonista del mismo. Y esto es así porque si algo aportan al traje de chaqueta los tirantes es elegancia. Con esto no queremos decir que sean un complemento poco estiloso pero lo que son sobre todo es elegantes.
Aunque en este punto solo los caballeros ingleses nos darían la razón, hay que admitir que las ventajas que proporciona el uso de los tirantes son tan visibles que justifican sobradamente el que nos valgamos de ellos para mantener nuestros pantalones en su sitio. Aunque solo fuera por no arrastrarlos, como suele ser la norma general de nuestras calles, su uso está más que justificado.
Como le ocurren a otros complementos de la vestimenta masculina, si el uso de tirantes no está extendido es sencillamente por la timidez o vergüenza que capitanea la elección de nuestro armario.
Las ventajas estéticas han sido en esta página estudiadas en detenimiento varias veces y por ello no volveremos sobre ellas. Sin embargo sí queremos profundizar en lo que apuntábamos al principio cuando decíamos que los tirantes además de aportar elegancia también eran un complemento perfecto para que nuestro conjunto ganara estilo.
Atrás quedaron los años en que los pantalones eran sujetados por pinzas metálicas. Hoy las lazaderas de piel consiguen un mejor efecto estético y además reparten en varios puntos la tensión que se realiza sobre el pantalón evitando el efecto tirón.
Igualmente, la oferta de tirantes ha aumentado y ya se pueden encontrar en multitud de colores y diseños. Además, dicha oferta ha hecho que los modelos hayan evolucionado y podamos encontrar variedades de lo más interesantes. Yo reconozco que sigo siendo un fiel cliente del clásico tirante 2x1 donde además queden las lazaderas visibles pero esto no significa que no encuentre interesantes las propuestas donde estas quedan ocultas tras el tirante.
Ni que decir tiene que los tirantes siempre consiguen un mejor efecto en los pantalones donde el largo y la caja de los mismos haya sido cortado pensando en que estos serían vestidos precisamente con tirantes. La parte delantera y trasera de la caja del pantalón de tirantes es asimétrica ya que por norma general la parte trasera suele ser más alta y además cuenta con un corte en el centro para evitar el efecto tirón del que hablábamos.
Hay caballeros que cosen a los pantalones de confección botones interiores pensando en alguna ocasión especial usar tirantes. Esto tiene el problema, más allá del efecto tirón, de que el largo del pantalón se quede corto cuando se usen los tirantes o largo cuando tomen su lugar el cinturón. Igualmente, apuntar que un pantalón de tirantes siempre queda más elegante prescindiendo de los pasadores del cinturón y contando con dos pletinas laterales o una central en la cintura.
6. El estilo que proporciona el traje cruzado es difícilmente igualable por el de hilera sencilla
Siempre hemos mantenido que el traje de hilera cruzada es mucho más estiloso, además de más elegante, que el de hilera sencilla. Si bien los señores italianos parecen compartir con nosotros esta afirmación, los españoles, de atenernos a sus elecciones, está claro que no podrían estar más en desacuerdo con nosotros.
A pesar de ello, yo siempre he mantenido, mantengo y mantendré que el traje cruzado, ya sea un su modalidad 6x2 o en la tan actual modalidad de chaqueta Kent, posee una belleza y un estilo muy difícil de ser igualar por la chaqueta sencilla.
Una vez más es la timidez la que hace pensar que el uso del traje cruzado apenas se vea por nuestras calles. El traje cruzado es de esas prendas capaces de aunar elegancia y estilo en un solo uno. Además, exceptuando a aquellos caballeros de muy reducida estatura, el traje cruzado siempre favorece más que el de hilera sencilla.
Los muestrarios más actuales de telas diplomáticas son un cómplice perfecto para ayudarnos a ganar confianza y darle una oportunidad a este tipo de corte. Además, los trajes de franela marrones diplomáticos en invierno o los azules cielo o claros en verano aportan un estilo imposible de conseguir en su versión de hilera sencilla.
Si como los años nos ha demostrado estos argumentos no han sido lo suficientemente sólidos para convencer a los caballeros españoles de seguir nuestra recomendación, sí al menos deberíamos probar a incorporar un tres piezas en nuestro armario. El chaleco del tres piezas da un toque especial al traje sencillo y nos permite jugar con un mismo traje dándole dos estilos según lo acompañemos o no de chaleco.
A nadie le llamará la atención si digo que para mí la versión cruzada del chaleco es la más elegante. Sin embargo, también los chalecos de hilera sencilla son un guiño a la vestimenta más clásica y hoy cobran una gran actualidad aportando un importante grado de estilo al conjunto.
7. Luce el pañuelo de bolsillo sin que te importe el qué dirán. Es lo correcto
Hace un par de meses escribíamos un extenso artículo sobre el pañuelo de bolsillo que venía a completar el escrito hace ya algunos años.
Quien disfrutara con la lectura de ambos coincidirá con nosotros en que la vestimenta de un pañuelo de bolsillo es de todo punto obligatorio cuando se viste de traje o cuando una chaqueta completa nuestro atuendo de sport.
Cuando alguien empieza a vestir un pañuelo suele optar por mostrarlo de forma tímida y decantarse por modelos de lo más clásicos. Esto que es de todo punto comprensible es el cimiento en el que descansaran las múltiples elecciones por las que opte en años posteriores.
Al empezar a vestir el pañuelo lo más normal es mostrarlo de forma paralela a la costura del bolsillo. Si bien hay caballeros que son fieles a esta disposición durante prácticamente toda su vida hay muchos momentos y ocasiones donde un toque de “desorden” es bienvenido.
A pesar de existir infinidad de maneras de mostrarlo, incluso hay guías de estilo para ello, aquellas formas demasiado estudiadas que se traducen en figuras geométricas, a mí al menos, no me parecen las más acertadas. Cuando te paras demasiado tiempo a pensar cómo vas a mostrar el pañuelo de bolsillo ocurre, al igual que pasa cuando se hace lo propio sobre cómo combinar las diferentes prendas de atuendo, que el resultado termina siendo demasiado forzado.
Por ello, como ya se apuntó en el último artículo del pañuelo de bolsillo, parece más recomendable dejarlo caer en el bolsillo de manera natural y en todo caso colocarlo mínimamente y buscar la imperfección de lo perfecto.
Al haberlo hecho ya no volveremos a insistir en la conveniencia de jugar con los colores y las texturas entre las diferentes prendas y según sea la estación del año. No obstante, sí queremos volver a insistir en que cada día hay más pañuelos con diseños de lo más interesantes los cuales pueden romper la seriedad inicial del conjunto de chaqueta y dar un toque de estilo y desenfado a todo él.
8. Las corbatas tricot son un guiño a la moda más intemporal y denotan un gran estilo
Es curioso observar como lo que antes de ayer era moda, ayer ya era algo desfasado y hoy de repente vuelve a ser tendencia.
Siempre me he mostrado contrario a las modas, sobre todo frente a las absurdeces que desfilan por las pasarelas de medio mundo. Obviamente, la industria de la moda tiene que vivir y para ello cada temporada se tienen que reinventar y convencer a la población de que ahora es el momento de vestir tal o cual cosa. Y desgraciadamente un porcentaje de población compra su idea y se disfraza para regocijo de los balances de los grandes grupos de moda.
En cambio, en la vestimenta clásica masculina los cambios son mínimos e imposible de detectar de un año a otro. Sólo estudiando las décadas en su conjunto se puede sacar conclusiones sobre la evolución del vestir en esos diez años.
Dicho esto, lo que sí se puede apreciar en la vestimenta masculina es como hay tendencias que vienen y van a lo largo de los años. Esto se puede observar en el tamaño de las solapas, las terminaciones de las mismas, los anchos de las corbatas, los cuellos de las camisas, el largo de la chaqueta, el diámetro de la boca del pantalón, en las chaquetas cruzadas etc.
E igualmente se puede notar en ciertas prendas. Y una de ellas son las corbatas conocidas popularmente como tricot. Este tipo de corbatas, muy populares hace treinta años, “volvieron” apenas hace dos para reclamar nuevamente un lugar en el armario de los caballeros más estilosos.
Aunque muchos de nosotros ya vestíamos estas corbatas antes de que se convirtieran en un complemento de moda más, es cierto que otros las descubrieron recientemente y haya sido por moda o porque han visto la elegancia y el estilo que estas proporcionan no han dudado en darles la bienvenida con los brazos abiertos.
Lo bueno de la moda masculina clásica es que es la única que nunca es “de otro tiempo” sino que por el contrario siempre permanece actual. Por ello, este tipo de corbata está tan presente antes como ahora y los señores que sean capaces de apreciar su belleza no tendrán inconveniente alguno en vestirla tanto hoy como mañana.
A la hora de escogerla sólo un consejo: si es de seda arrúguenla fuertemente y comprueben si su seda emite pequeños “quejidos” sonoros. Si es así, la seda de esa nueva tricot es de calidad.
Apuntar antes de abandonar este nuevo “revival” que por mucho que nos intenten convencer diseñadores, futbolistas y actores de Hollywood, las corbatas súper estrechas ni son estilosas ni por supuesto cuentan con elegancia alguna. Y para aquellos que trabajen en una gran corporación recuerden huir de las corbatas corporativas; nadie de los que leemos esta página somos ganado.
9. El reloj de bolsillo aporta además de belleza y personalidad todo un mundo de estilo
A los que somos apasionados de la relojería, la belleza de un reloj de bolsillo, más si este es de época, no restaurado y en versiónhunter, es difícilmente igualable por la de cualquier reloj de muñeca.
Sus mecanismos mecánicos y el placer de deleitarse de manera sencilla con la visión de los mismos es incomparable. Si a esto añadimos la delicia que supone sacar ese reloj del bolsillo del chaleco y comprobar la hora estará claro por qué el optar por un reloj de bolsillo ni es elegante ni estiloso; es sencillamente una necesidad para todo amante de las cosas bellas; independientemente de cómo estas se manifiesten.
Sin embargo, es nuevamente la timidez y el qué dirán lo que hace que su uso esté tristemente más extendido entre los que se dejan llevar por las tendencias del momento que entre los caballeros amantes de la relojería y la verdadera elegancia. Este fenómeno es muy similar al que se aprecia en el uso del sombrero.
Los conjuntos pertenecientes al atuendo formal agradecen mucho lucir uno de estos relojes. Como hemos apuntando varias veces, se trata de dar cierta homogeneidad y concordancia a todo el conjunto. De ahí que no tenga sentido vestir un chaqué con una boca de pantalón excesivamente estrecha o un frac con una chaqueta de solapas estrechas. Por ello mismo, si hay un reloj que se identifica con la solemnidad e historia de estos conjuntos centenarios esos son los relojes de bolsillo.
Independientemente de que ahora estos relojes vuelvan a estar de moda y que ya casi todas las marcas conocidas los incluyan en sus nuevos catálogos, la belleza, estilo, conveniencia y elegancia del reloj de bolsillo cuando acompaña también a un tres piezas es palpable a todas luces.
Los trajes de tres piezas no dejan de ser un guiño a la elegancia más intemporal y es por ello por lo que el reloj de bolsillo tiene un efecto especial sobre ellos. Como acabamos de apuntar el resultado final será bienvenido por todos aquellos que sepan apreciar la belleza en cualquiera de sus manifestaciones. Y además de elegancia, la cadena que cae a lo largo del chaleco aporta, qué duda cabe, un más que interesante toque de estilo al conjunto final.
10. El abrigo, antes una prenda elegante, hoy también estilosa
Hasta hace no muchos años ningún caballero se podía permitir no contar con un abrigo para las ocasiones más formales. Solo cuando este estaba en su armario se planteaban dar entrada a prendas menos formales o de un uso más de sport.
Hoy nos encontramos curiosamente justo en la situación contraria. Solo cuando está lleno ese armario de chaquetas de marca y de moda y solo ante un caso de necesidad el caballero español se plantea hacerse con un abrigo de corte clásico.
No vamos a entrar a analizar todo lo que un buen abrigo puede aportar a nuestro look ya que precisamente el mes pasado dedicábamos un extenso artículo a ello. Lo que sí parece interesante apuntar es que bien porque el abrigo sea una prenda en desuso, o bien porque su corte se ha reinventado o porque los caballeros más estilosos lo hayan recuperado del olvido y rediseñado, esta prenda vuelve a estar de plena actualidad.
Quizás porque ya no se vista, quizás porque se haya estilizado su corte o porque una nueva paleta de colores haya entrado en escena, lo que parece claro es que si antes eran elegantes ahora son la prenda de la que muchos caballeros se valen para marcar su propio estilo.
Seguro que podríamos nombrar fácilmente otros diez consejos pero estos ya os lo dejo a vosotros que los elijáis.
El Aristócrata