El botín resulta un calzado diferenciador. Lucir en los pies cualquier modelo de bota nunca pasa desapercibido, además potencia todas las propiedades que el zapato nos aporta. Sobre todo, nos protege más frente a los agentes externos tales como la lluvia, el frío o las irregularidades del propio terreno.
Lógicamente la proporción de botines que tenemos dentro de nuestro armario es muy inferior al de zapatos, ya que si prendas como el abrigo cada vez se nos hacen menos necesarias -por las condiciones climatológicas más benévolas y nuestros hábitos más a cubierto- a las botas les ocurre algo similar. Sin embargo, muchos creemos que algún par resulta tan imprescindible como éste.
Clases
Según la altura de la caña del calzado las botas se agrupan en tres medidas claramente diferenciadas. Las más altas, cuya caña llega hasta la rodilla, son los modelos usados para la práctica de la equitación en cualquiera de sus modalidades, las más bajas que tan sólo logran cubrir el tobillo (modelos desert, safari o carapijos) y, como sucede a menudo, están las del amplio y variado término medio. En ellas nos centraremos.
Estos botines intermedios tienen varias alturas en el realce de la zona del tobillo y las dividiremos en dos: bajas y altas. A las primeras corresponden -por ejemplo- el botín de vestir y a las segundas las botas chubasqueras o camperas, las cuales obviaremos.
Centrándonos en los botines de vestir, el más alto exponente es la bota denominada Balmoral, porque incluso sirven para vestir con trajes formales como el chaqué. Su historia se remonta a la mitad del siglo XIX cuando fueron realizadas por primera vez por el zapatero de la reina Victoria, J. Sparkes Hall, y diseñadas para que las vistiera su hijo -el príncipe Alberto- durante sus visitas al castillo de Balmoral (Escocia). Su principal característica es que son abotonadas y están realizadas con dos pieles distintas.
Las botas más sencillas y, posiblemente, más finas son las denominadas Chelsea. Se caracterizan por ser totalmente lisas, contando tan solo con sendas tiras elásticas de ajuste a ambos lados. Personalmente las que poseo de la firma Carmina son sumamente cómodas, como un segundo calcetín. Ideales para acompañar tanto a un atuendo casual, como a un pantalón vaquero.
Si bien es cierto que existen otros múltiples tipos de botas para vestir, específicos de la caza o la pesca como las Jaipur, las Jodpur o las Triker´s, me parece más interesante reparar en las que podemos clasificar del mismo modo a como hicimos con el zapato bajo. Son más elegantes.
Así podremos hablar –también- de; botín Oxford, botín Derby, botín Brogue y botín Monk Strap según tengan estos embebidas o no sus “orejas laterales donde se alojan los cordones”, estén agujereadas o dispongan de hebillas, respectivamente.
Acotar sus variedades es prácticamente imposible, porque se dan infinidad de distintas posibilidades como que combinen dos pieles (pulida y ante) o incluso piel y tela, dispongan de distinto número de hebillas o de éstas con cordones y un largo etcétera más de opciones.
Mi experiencia es que para vestir con traje deberíamos de optar por las de cordones y que si no estamos habituados a su uso, debemos acostumbrarnos a ellas paulatinamente porque la diferencia entre éstas y el zapato bajo es más que ostensible.
Muchas gracias y buena suerte,
Según la altura de la caña del calzado las botas se agrupan en tres medidas claramente diferenciadas. Las más altas, cuya caña llega hasta la rodilla, son los modelos usados para la práctica de la equitación en cualquiera de sus modalidades, las más bajas que tan sólo logran cubrir el tobillo (modelos desert, safari o carapijos) y, como sucede a menudo, están las del amplio y variado término medio. En ellas nos centraremos.
David García Bragado
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