lunes, 7 de septiembre de 2015

EL PITTI Y SUS DANDIS: ELEGANCIA O EXHIBICIONISMO



Esta semana ha echado el telón la octogesima octava edición de la Feria Pitti Uomo; sin lugar a dudas el evento más importante a nivel mundial relacionado con la moda del hombre. Esta Feria que empezó como punto de encuentro para mostrar las creaciones de los diseñadores italianos hoy es el escaparate en el que quieren exponer las mejores marcas de hombre de medio mundo.

Sin embargo, cada nueva edición pone más de manifiesto la perdida de ese interés originario recayendo este hoy en unos cuantos personajes de moda que se han apoderado del verdadero motivo de la Feria. Estos personajes, muchos de los cuales de todo lo que pueden presumir es de contar “solo” con una tienda de ropa han sido elevados a la categoría de estrellas por los conocidos como “blogueros” y por los seguidores de estos. Estas nuevas “estrellas” en  vez de informarse de lo que pasa en el interior de la Feria prefieren esperar a su entrada para que se les acerque cuanta más gente mayor y les pidan fotografiarse con ellos.
Seguro que todos podríamos entender que un chaval de doce años al ver a su ídolo del balón corriera a pedirle un autógrafo. Sin embargo, parece mucho más difícil de comprender como “tíos hechos y derechos” esbocen su mejor sonrisa para posar con sus nuevos ídolos. Una vez publicadas las fotos estas las acompañadas por descripciones donde la palabra “dandi” suele estar presente. No obstante, quizás sería interesante que antes de usar dicha palabra echaran un vistazo a la hemeroteca y se fijaran y estudiaran a los originarios dandis del S. XIX.

La realidad es que poco queda de aquellos dandis ingleses y franceses del S.XIX que reivindicando una nueva manera de vestir disfrutaban de una vida alejada de los anodinos quehaceres del resto de mortales. Aquellos dandis buscaban despertar la admiración de su sociedad con una revolucionaria indumentaria que reclamaba la ruptura con el pasado más formalista y recargado. No deseaban destacar en sus profesiones pero sí hacerlo por su relajada manera de vida, por ser marcadores de tendencias, vivir de su imagen y aspirar a pertenecer a grupos sociales que por cuna no les correspondían. Sentían que estaban un escalón por encima del resto de los humanos y esto les autorizaba a no tener que prestar atención a las leyes que aplicaban al resto de ciudadanos e incluso a permitirse la osadía de ser consejeros y amigos de reyes y gobernadores.
Su arrogancia y belleza alejaba al dandi de esa gran masa con la que se cruzaba y que con envidia intentaba imitar su pretenciosa pose. Su actitud rebelde le aseguraba un final convulso y temprano. Basta recordar la situación pecaminosa en la que murieron laureados dandis como Brummell, Baudelaire, d´Orsay o hasta el propio Oscar Wilde para entender lo que el implacable destino tenía guardado a esa vida contestataria e inconformista. Aunque imposible sería extrapolar el dandi del S.XIX al del S.XXI, hay ciertas características de aquel primer dandi que a pesar del tiempo transcurrido siguen hoy muy presentes. Fijémonos, por ejemplo, en esa estética de rebeldía para comprobar como hoy todavía el individualismo del dandi le aleja, y hasta le enfrenta, a lo considerado como correcto por su sociedad.

Concluida una nueva edición del Pitti Uomo a ella nuevamente han acudido los dandis de nuevo cuño con el claro objetivo de convertirse en los verdaderos protagonistas de la exposición. Aunque entre estos, al contrario de antaño, no parecen abundar poetas, escritores o artistas, al menos sí hay que reconocerles que coinciden con aquellos en su objetivo de alejarse de la estética imperante de su tiempo. Si los dandis del S. XIX se rebelaron contra la recargada vestimenta de su época , los de ahora lo hacen contra la uniformidad y el aburrimiento que impera en la calle del S.XXI.
El dandi contemporáneo sonríe despreocupado ataviado con trajes cruzados de sastre. Lejos de los estampados lisos prefiere cuadros ventana o dibujos diplomáticos. Huye del extendido azul marino y da entrada a colores vivos en sus abrigos cruzados y en sus complementos. Colores verdes botella o azules claro en sus trajes reflejan su extrovertido carácter personal. Las más exclusivas franelas y cachemiras ganan la partida a los tejidos más corrientes de lana. El dandi moderno recupera complementos ya olvidados o pertenecientes a otra época. Sombreros de fieltro, pañuelos de bolsillo alegres, guantes de piel, atrevidos dos y tres piezas, zapatos de doble hebilla de ante, pashminas o alegres calcetines son su arma con la que mostrar su total indiferencia hacia la masa uniformada que lo observa con un sentimiento entre de sorpresa y repulsa.

Este dandi es un pintor que busca ser la figura principal del cuadro que sale de sus dedos. Él y nadie más que él es la obra de arte que todos deben admirar e intentar - sin éxito – imitar. No sigue modas, sencillamente él es quien las decide y quien, con su elaborada puesta en escena, y animado por las reiteradas peticiones de fotografiarse con él, consigue la glorificación de su más alto ego. Un ego que en muchas ocasiones hace que su ropa y puesta en escena esté más cerca del más absoluto ridículo que de la más remota elegancia.
Aunque el dandi que hoy pasea por el Pitti Uomo basa prácticamente todo su protagonismo en  una estudiada imagen exterior, hubo un tiempo, ya lejano, donde los actores de aquel movimiento conocido como dandismo se ganaban la admiración y el respeto por sus ideas liberales, su arrolladora personalidad, su amor por la lectura y su preocupación por lograrse la mejor preparación académica posible. ¡Ojalá los nuevos dandis se fijen en estos y completen su llamativa puesta en escena con cierta vivencia interior cultural. Ojalá sean conocedores de que la verdadera elegancia se muestra de forma mucho más natural, sin forzar y estudiar tanto los conjuntos. Y ojalá también terminen entendiendo que pocas cosas hay tan elegantes como la sencillez y una clase no forzada y espontánea”.


El Aristócrata

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