El leitmotiv de esta página desde sus inicios no ha sido hacernos eco de los productos de las grandes marcas ni de aquellos de gran coste sino hacerlo solo de los de gran valor. Por ello, durante todos estos años hemos centrado prácticamente toda nuestra atención sobre productos artesanales; productos que por norma general quedan alejados de lo que se produce en las fábricas de los grandes grupos de moda.
Y el máximo exponente de la artesanía son los productos 100% bespoke, entendiendo por estos productos hecho tanto a medida como a mano. Aunque hoy en día no son pocos los artesanos que intentan vender un producto MTM como bespoke todavía hoy podemos encontrar maletas, corbatas, camisas, trajes o zapatos que han sido creados desde cero, según una fisionomía concreta, atendiendo solo a los gustos personales de un cliente concreto, sin seguir un patrón o diseño existente, y realizados a mano siguiendo tradiciones ancestrales. Y son estos los que todo amante de lo exquisito intenta alcanzar.
Con motivo del lanzamiento de la colección RTW de Norman Vilalta, este me invitó a conocerla antes de que se pusiera a la venta. Aunque tenemos una fluida relación de hace varios años siempre es un placer pasar por su taller de Barcelona y ver esos imposibles nuevos zapatos bespoke que está haciendo para el cocinero de moda o las manoletinas con las que espera se abra la Puerta Grande de las ventas o simplemente conocer sus siempre inquietos planes de futuro.
De esta colección que ya está disponible en edición limitada y en exclusiva en la que para mi es la mejor tienda multimarca de alta gama de España, Santa Eulalia, os hablaré en profundidad en un futuro artículo.
Sin embargo, en esta ocasión quiero narrar como ya hicimos en aquel artículo de noviembre de 2009, el proceso de confección de unos zapatos 100% de este artesano-artista.
Los que conocen a Norman, seguramente estarán conmigo en que al contrario de muchos de sus compañeros, él tiene la virtud de no solo ser un magnífico artesano sino también un estupendo diseñador. Es ese toque de artista el que hace que sus zapatos se salgan de lo que estamos acostumbrados a ver en muchos zapateros a medida británicos. Norman, al contrario de ellos, prefiere crear zapatos de formas imposibles o de patinas llamativas antes de reinventar un Oxford negro o un zapato más o menos clásico. Esto hace que su trabajo no deje a nadie indiferente gustándote mucho o, por el contrario, no atrayéndote lo más mínimo. Ni que decir tiene que como todo profesional que domina la técnica de su oficio, Norman también puede construir el más clásico Oxford o el más tradicional Derby pero son sus hormas imposibles y esos diseños tan “Made at Norman´s house” los que tanto él como sus clientes quieren ver salir de sus manos.
El que nos conozcamos hace varios años hizo prácticamente innecesario el tener que pasar ese tiempo tan necesario para conocer la personalidad y gustos del cliente. Solo un profundo conocimiento de estas dos facetas permite reflejar ambas en forma de boceto el zapato que quiere ese cliente.
Sin embargo, a lo que si dedicamos tiempo fue al diseño de la suela. Aunque esta sea apenas visible son precisamente los detalles que no se ven los que hablan del cariño puesto en ese producto así como la calidad final del mismo. Quienes hayan tenido la suerte de ver la suela de un zapato bespoke de Berluti, Corthay o Delos habrán comprobado el enorme trabajo realizado en la suela y cómo esta es de una enorme belleza. Quizás sea este el motivo por el que Norman insistió en diseñar antes la suela y solo después hablar del tipo de zapato que queríamos.
La suela que finalmente decidimos no fue solo capricho de mi gusto personal sino también de la fisionomía concreta de mis pies. Como ocurre, por ejemplo, en la camisería a medida, donde no a todo el mundo le favorece un mismo tipo de cuello, en la zapatería a medida no a todo el mundo le es igual de cómoda una u otra suela.
Siempre me ha resultado curioso la poca o nula importancia que se presta a las suelas de los zapatos. En la mayoría de las casas, y hablamos incluso de las marcas de más renombre internacional, de no estar grabada la marca se haría muy difícil ser capaz de averiguar el nombre que está detrás del zapato. De un tiempo atrás se está poniendo de moda, quizás tras el éxito cosechado en los zapatos de mujer, colorear y hasta dibujar las suelas. No obstante, son pocas las casas las que han hecho de una forma de suela su seño de presentación.
Es en esta primera fase, la de la toma de medidas, donde se ponen las bases de lo que será el zapato final. Aunque un posible error en esta fase todavía se podría subsanar en la segunda prueba, el zapato de prueba, esto haría utilizar precisamente este zapato de prueba para subsanar ese problema y no para pensar en perfeccionar la comodidad del zapato final. Mientras se produce la toma de medidas Norman viendo tanto lo que le chiva la plantilla del pie como analizando como te ajusta el zapato que llevas en ese momento puesto te pregunta sobre si te roza en tal sitio concreto o si no llegas a rellenar el empeine bajo del zapato, algo que se traduce en un leve arruga o si si bien el dedo pulgar puede quedar conforme el límite de la puntera el resto no. Todo esto ayuda no solo a pasar las medidas más próximas de tus pies al papel sino también le sirven a él para empezar a imaginar las particularidades concretas que deberá tener la horma sobre la que construir el zapato.
Las medidas que se reflejan en la cuartilla son muchas. Desde el contorno de pie, la altura del empeine, la longitud del pie, la distancia total de los dedos, la curva del talón, el arco interior del pie, el apoyo de la planta hasta el sitio donde el pie se empieza a estrechar son apuntadas en dicha cuartilla. Igualmente, te palpa el pie en busca de alguna particularidad a tener en cuenta, como algún hueso que pudiera sobresalir, algo que en edades más avanzadas suele ser común, y de encontrar algo a resaltar también lo refleja en su papel.
Este proceso se replica en el pie izquierdo ya que es de lo más frecuente el que un pie sea medio centímetro más largo que el otro. Al terminar la toma de medidas de cada pie en ambos casos te pide ponerte de pie para ver el aplomo sobre la cuartilla de cada pie. Todo esto queda reflejado en forma de planta de pie y números en una cuartilla que servirá para hacer la horma de madera de cada pie sobre las que construir de manera independiente cada zapato.
Norman prefiere, quizás guiado por el sabio conocimiento que da el tiempo y la experiencia, el dar al cliente una vez tomadas las medidas unas semanas para que este tenga claro el zapato que quiere antes de hablar con él sobre la mejor opción. Como es comprensible los clientes que acuden a este tipo de zapatería a medida lo hacen mas guiados por su deseo de adquirir algo único que por una cuestión puramente ortopédica. Y como nos cuenta Norman, cuando has tomado las medidas a un cliente este es normal que empiece a buscar información y a ver zapatos en internet algo que con seguridad hará que cambie la idea de zapatos que llevaba a la toma de pruebas.
El Aristócrata
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