martes, 6 de mayo de 2014

EL PAÑUELO DE BOLSILLO, II PARTE



Este mes quería compartir con vosotros algo que siempre me ha llamado la atención desde prácticamente cuando escribí enwww.elaristocrata.com el primer artículo sobre el pañuelo de bolsillo. Curiosamente ha sido aquel artículo el que mas lectores ha tenido en el computo general de los cinco años de existencia de esta página. Y sin embargo su uso sigue siendo, tanto antes como ahora, algo meramente testimonial. 

Como apuntábamos el mes pasado, el pañuelo de bolsillo es junto a la corbata el complemento cuyas medidas guardan menor proporción con su importancia. 

No vamos nuevamente a apuntar la máxima de que si las chaquetas se hicieron con un bolsillo a la altura del pecho fue sencillamente pensando en que estas albergaran un pañuelo de bolsillo. Tampoco insistiremos en que nunca un conjunto estará completo si este no se hace acompañar de un pañuelo bien conjuntado. Ni siquiera hablaremos del gran toque de distinción que aporta a quien lo viste. Y por supuesto no volveremos a nombrar que debido a las circunstancias actuales donde el buen gusto brilla por su ausencia, quien viste un pañuelo de bolsillo denota una marcada personalidad que le hace ajeno a las miradas menos cultivadas. 

En esta ocasión nos limitaremos a observar el toque tan especial que este pequeño trozo de seda, cachemira o lino principalmente aporta tanto a las chaquetas más formales como a las más informales. 
Cuando nos cruzamos con alguien lo primero que vemos de él es su rostro y una parte de las prendas que lo franquean. Concretamente es el cuello de la camisa, el nudo la corbata y los hombros de la chaqueta lo que suele abarcar esa primera mirada al rostro de la persona en cuestión. Por este motivo es por el que se dice que son estas tres prendas y concretamente esta pequeña parte de cada una de ellas las que hacen las veces de marco para la foto final de nuestro rostro. 

Solo si la curiosidad o el interés que en nosotros hayan podido despertar las prendas mencionadas o su particular forma de combinarlas hará por lo general que prestemos atención al resto del traje o a, por ejemplo, los zapatos. 

 Igualmente, de cruzarnos con un caballero con un pañuelo de bolsillo, esté este mejor o peor escogido, con bastante seguridad seguiremos investigando el resto del conjunto. Y esto se debe a que por norma general aquellos caballeros que se molestan en escoger por la mañana un nuevo pañuelo suelen cuidar el resto de las prendas de su atuendo con especial atención; incluso de haberse decantado por un sencillo pañuelo de lino blanco. 
Aunque ahora entremos a estudiar en más detenimiento sus texturas, diseños, tamaños y combinaciones, me gustaría apuntar que todo aquel que hoy tiene la valentía de enfrentarse a esa legión uniformada del traje gris y azul que acampa en nuestras calles y se enfunda un pañuelo de bolsillo, gozará siempre del respeto de la minoría de paladar más educado; y si además lo hace de forma elegante o estilosa también de su admiración. 

Me imagino que todos somos conscientes de las muchas ventajas de la nueva normativa que obliga a los dependientes masculinos del Corte Inglés a vestir con un uniforme puede traer consigo. No obstante, también me imagino que estaremos de acuerdo en que esto acabará con la personalidad y libertad de elección del atuendo por cada uno de ellos, libertad entendida obviamente dentro de unos parámetros mínimos acorde al puesto y al lugar de trabajo. A pesar del apoyo masivo que ha tenido esta decisión yo sigo pensando que habiéndoles hecho llevar un pin o una placa se hubieran conseguido los mismos objetivos. 

Y si el uniformar a los dependientes del Corte Inglés es una medida que marca un peligroso precedente, el observar como cada día es más frecuente el que una legión de empleados se plante la corbata corporativa para recibir a su jefe es además de una falta de amor propio también una soberana estupidez. ¡Me gustaría saber a mí cuantos CEOs de esos de los que hoy no se quitan la corbata corporativa ni para dormir si fueran despedidos por sus accionistas seguirían llevando esa corbata!. Si el sentimiento corporativo lo quieren conseguir las empresas uniformando de una forma u otra a sus empleados mal camino han tomado.
Aunque todo esto no parezca tener relación con el tema que este mes traemos a las páginas de www.elaristocrata.com sí lo tiene, y mucha, ya que parece ser que aquellos pasajes narrados en la famosa obra de Huxley, Un Mundo Feliz, están hoy más vigentes que nunca y salirse de los patrones que marca la sociedad como correctos no está permitido. Y esto se aprecia claramente cada día más en esta uniformidad impuesta de una forma u otra en el vestir. 

Si temerario resulta hoy escoger un traje de un color diferente al azul marino o a un gris marengo o unos calcetines que no sean negros tampoco parece que sea bienvenido el escoger un corte alejado del aburrido traje de dos o tres botones de hilera sencilla. 

Y es por todo ello por lo que resulta francamente fácil afirmar que el vestir hoy un pañuelo de bolsillo es todo un acto de valentía y si me lo permitís hasta de rebeldía frente a al uniforme y frente al señor de la corbata corporativa. Uniformes y señores que no conocen más allá del traje gris o del aburrido traje de hilera sencilla y que tan contentos pasan revista a sus tropas de empleados arrastrando los pantalones por el suelo, con unos horrorosos mocasines y con unos calcetines negros prácticamente tobilleros. 
Los que vestimos pañuelo de bolsillo en nuestro día a día no nacimos con él puesto y por lo tanto hemos necesitado un periodo de adaptación a él hasta que este ha pasado a formar una parte tan indispensable de nuestro atuendo tanto como lo hace la corbata. Y es esto precisamente lo debería animar a aquellos caballeros que saben de sus ventajas estéticas pero que no se atreven a dar el paso. Si también estos sintieron cierta inseguridad las primeras veces que se anudaron una corbata deberían pensar que el proceso de adaptación al pañuelo de bolsillo será similar. 

Para hacer más llevadero este proceso de adaptación ya hemos aconsejado en otras ocasiones empezar vistiendo un pañuelo blanco en esas ocasiones más formales, tipo una boda, donde a nuestro entorno más cercano le resultará menos chocante vernos con él. Y si además lo mostramos de una manera sencilla, por ejemplo de forma paralela al bolsillo, ganaremos de forma muy rápida la confianza necesaria para ya nunca desprendernos de él. 

Los pañuelos blancos con el ribete cosido en color son una opción normalmente muy elegante y también segura ya que el blanco además de aportar siempre elegancia, funciona bien con todos los colores. Y si hacemos que el color del ribete combine con alguno de los colores de las prendas de nuestro atuendo el éxito está prácticamente asegurado. 

También hay pañuelos de color no blanco y que cuentan con el ribete en otro, por ejemplo un pañuelo azul claro con el ribete en burdeos. Estos son también perfectos para iniciarse de una manera segura en la vestimenta del pañuelo. 

Tanto los blancos con el ribete de color como los de color solido con ribete en un color diferente son perfectos para mostrar la parte principal del pañuelo y el ribete de manera paralela a la costura del bolsillo de la chaqueta. Si como ocurre en cualquier pañuelo de calidad ese ribete ha sido cosido a mano queda francamente bonito mostrar las diferentes costuras sobrepuestas entre sí. 

Con esta última opción conseguimos por un lado la elegancia y sobriedad que proporciona el pañuelo blanco y al mismo tiempo imprimir un toque de color y estilo a todo el conjunto. 

Sin embargo, los que hemos probado esta opción si bien seguimos haciendo uso de ella en muchas ocasiones somos conscientes de que de usarla continuamente como nuestra única elección termina resultado aburrida y el introducir un pañuelo en la chaqueta por las mañanas acaba convirtiéndose en un acto demasiado monótono. 
No obstante, esto siempre será preferible a comprar uno de esos sets de corbata y pañuelo de idéntico color; algo que de atenernos a lo que se ve en muchas bodas de nuestra geografía española sigue teniendo un enorme éxito. 

Aunque en nuestro país todavía resulta muy difícil encontrar pañuelos interesantes de no acudir a las pocas tiendas que se han tomado la molestia de incluirlos en su oferta, las opciones que ofrece internet cada vez son mayores y ya son bastantes las tiendas, sobre todo italianas e inglesas, que nos permiten hacernos con estilosos pañuelos a través de sus páginas web. 

En un país como el nuestro donde la demanda es muy limitada, la oferta se ha visto obligada a adaptarse a tan escaso mercado y el encontrar hoy pañuelos en un tejido diferente a la seda es francamente complicado. Por ello, el acudir a internet para buscar pañuelos de bolsillo en otros materiales, como la cachemira, es hoy más que un capricho una necesidad. Y si además lo que buscamos son pañuelos de colores alejados de los azulones y rojos o incluso de un tamaño mayor y no queremos salir de nuestras fronteras internet se convierte en prácticamente la única opción a nuestro alcance. 
Casas como Turnbull & Asser, Rubinacci, Drake´s, Charvet, Jungmann & Neffe, The Armoury, o Al Bazaar ofrecen una variedad envidiable de pañuelos de bolsillo y si bien no todas los tienen en sus webs basta en muchos casos con enviar un mail o ser cliente de la casa para que te envíen las últimas novedades y hacerte con los que más te interesen. 

Son estas casas las que nos permiten escoger nuestros pañuelos en diferentes tamaños, colores y tejidos y lo que es más interesante si cabe, con diseños de lo más actuales y atractivos. Lo que nos permitirá jugar con tanto unos como con otros a la hora de mostrarlos en el bolsillo de nuestra chaqueta y a la hora de combinarlos con otras prendas del conjunto. 

Todo esto nos lleva a la conclusión de que si bien lo más importante a la hora de vestir el pañuelo de bolsillo es combinarlo correctamente, la elección del tejido según sea el de las prendas que lo franquean también es un punto muy importante a considerar. 
Decía Michael Hill durante la entrevista que le realizamos para esta página que las claves para acertar en la combinación de la corbata y el pañuelo eran escoger correctamente el color y la composición de ambas. 

Igualmente, cuando le preguntábamos cómo estar seguro de haber acertado en la elección del pañuelo de bolsillo apuntaba que de probar uno en concreto y convencernos el aspecto final que le daba al conjunto habríamos acertado. 

Y todo esto viene a poner en evidencia lo que siempre hemos mantenido aquí: el pañuelo de bolsillo no tiene porqué combinar con ninguna otra prenda si el resultado final del atuendo es harmonioso y estiloso. 

Es cierto que siempre será más seguro hacerlo combinar con alguno de los colores con los que cuente la corbata o la camisa que optar por otro donde los colores ni siquiera se insinúen entre sí. Pero no por ello de no haberlo hecho nos tendremos que haber equivocado obligatoriamente en nuestra elección. Solo el aspecto final del traje en su conjunto nos podrá hablar de lo acertado o erróneo de vestir ese pañuelo de bolsillo. 
Uno de los puntos que sí deberíamos considerar a la hora de su elección es la estación del año en la que nos encontramos. Esto termina resultando vital a la hora de decantarnos por un tejido u otro. Así por ejemplo, los pañuelos de cachemira son francamente agradables de vestir en las épocas más frías del año y los de lino especialmente agradables en los meses de más calor. 

A la hora de combinar los materiales de la corbata y del pañuelo debemos pensar también en el tejido de cada prenda. Así por ejemplo, las corbatas de punto, tan de moda hoy tanto en su terminación tradicional como en su versión knitted siempre combinarán mejor con pañuelos del mismo material o de lino y es una combinación que resulta muy agradecida en los meses más calurosos del verano. 

Los pañuelos de seda al igual que ocurre con las corbatas del mismo material se pueden vestir durante todo el año y nunca desentonarán con el resto del conjunto. 

Los pañuelos del bolsillo los podemos encontrar principalmente en dos medidas, de 30cmx30cm o de unos 45cmx45cm. Aunque optar por una opción u otra es también una cuestión de gustos y dependerá de cada caballero, los pañuelos de 45cm pueden dan más juego. 
Esto es debido a que estos por un lado nos aseguran que no terminarán escondiéndose en el fondo del bolsillo y por otro a que nos permiten jugar mucho más con la forma que queremos mostrar. 

Hace ya algún tiempo cayó en mis manos un pequeño manual que explicaba en detalle las mil y una maneras de mostrar un pañuelo de bolsillo. Sin embargo, el hecho de que siempre haya mantenido que es más natural mostrar el pañuelo tal y como cayó en el bolsillo por la mañana hace que esas formas tan estudiadas no me parezcan ni elegantes ni estilosas. 

Muchos somos los que estaremos de acuerdo que es la elegancia espontanea y poco estudiada la que mejores resultados proporciona. Por eso no somos pocos los que preferimos que el “rabillo” de la corbata no se introduzca por el pasador interior de esta o que el pañuelo de bolsillo no muestre una forma pensada. 

Por ello, la mayoría de las veces es mejor insertar el pañuelo en el bolsillo y colocarlo de forma rápida que dedicarle demasiado tiempo intentando mostrarlo de una manera determinada. Y si la espontaneidad que aporta ese pañuelo rápidamente colocado se suele transformar en estilo también el hacerlo así nos libera de tener que estar recolocándonos constantemente el pañuelo buscando su forma original; algo que termina dejando en evidencia a quien lo hace al demostrar que no se está muy familiarizado con su uso. 
Hoy los pañuelos más estilosos cuentan con diseños que nos permiten jugar con sus diferentes colores. Igualmente, hay pañuelos donde encontramos mezclados estampados claramente diferenciados. Estos son para mí los más socorridos y estilosos ya que permiten mostrar dos pañuelos en uno. El escoger para la parte principal del pañuelo un diseño con un color y el combinarlo con ese “segundo” pañuelo de otro color y estampado suele conseguir resultados sorprendentes. 

Igualmente, los caballeros que estén acostumbrados a vestir un pañuelo de bolsillo compartirán conmigo que el momento y el lugar donde se vaya a vestir hace que influya decisivamente en la manera de mostrarlo. Parece lógico que no sea igual la forma que este pueda adquirir de vestirse en un acto muy formal que en un ambiente puramente lúdico o festivo. 

Y si el momento y el lugar juegan un papel fundamental a la hora de optar por una u otra terminación no lo hace menos nuestro estado de ánimo. 
Hay veces en las que nos despertaremos y no estaremos muy eufóricos y consecuentemente escojamos un sencillo pañuelo de bolsillo con el ribete de color similar al de la corbata. Otras mañanas optaremos por algún pañuelo con algún diseño tipopaisley que combine con alguna prenda y otras, las más alegres, nos atreveremos con un pañuelo de colores más atrevidos o que a priori no tenga mucho que ver con el resto del conjunto y no nos importará hacerlo incluso el protagonista de todo el conjunto jugando con él y mostrándolo de manera sutilmente espontanea. 

En España resulta francamente difícil cruzarnos con caballeros que hagan oídos sordos a las críticas del intrépido “caballero azul marino” o a las del atrevido “señor gris marengo” o a las del orgulloso propietario de los castellanos “Hecho en República Dominicana” y se planten un pañuelo de bolsillo con diseños alegres y atrevidos. Sin embargo y a pesar de ello, no debemos sentirnos intimidados y no deberíamos dudar en llevarles la contraria. 

Y si los resultados de decantarse por un pañuelo de bolsillo a la hora de vestir de traje son más que visibles para los amantes del buen vestir, no lo son menos de hacerlo con una chaqueta desport y unos pantalones casual. Es en este tipo de vestimenta, la mayoría de las veces alejada de los ambientes más formales, donde se puede dar rienda suelta a la imaginación y probar combinaciones, colores o formas que en nuestro lugar de trabajo o en nuestras tareas cotidianas estarían de más. 
A pesar de todo ello, todo tiene un límite y es precisamente este límite el que nos obliga a ser algo cautos y no abusar de él. Y este límite es el que aconseja, siempre bajo mi punto de vista, no vestirlo en el bolsillo del abrigo. 

Como su nombre “overcoat” indica, el abrigo debería ser la última prenda exterior y por ello mismo no tiene mucho sentido que hubiera todavía una más exterior al abrigo. Dicho esto, hay caballeros, como por ejemplo el mismísimo Príncipe Carlos, que han preferido en determinados momentos adornar su abrigo con un pañuelo de bolsillo. 

A pesar de que como hemos dicho anteriormente un bonito y bien lucido pañuelo de bolsillo puede convertirse en el protagonista de nuestro conjunto no debemos olvidar que no deja de ser un complemento. Por ello, tampoco debemos caer en el error de mostrarlo de manera llamativa u ostentosa como en esta foto hace Lapo Elkann. 
La elegancia siempre es discreción y por ello es importante saber donde está la línea que separa lo estiloso de lo vulgar. Una línea no siempre clara; sobre todo para no pocos fashion victims que de repente parecen haber descubierto este centenario complemento. 

Cuando se llevan ciertas actitudes al límite los resultados pueden dejar de ser estilosos y convertirse, como decimos, en algo vulgar. Por ello, una cosa es mostrar un bonito pañuelo de bolsillo bien combinado y otra muy diferente es que este parezca más una servilleta dentro de nuestro bolsillo que verdaderamente un pañuelo. Y aun pareciendo un pañuelo si sobresale tanto del bolsillo que todas las miradas se dirigen a él habremos con seguridad errado en nuestra elección. 
El pañuelo de bolsillo es en definitiva un complemento obligatorio en todo caballero medianamente elegante pudiendo aportar además un estilo difícilmente igualable por cualquier otra prenda del armario masculino. 

Ahora ya todo será cuestión de escoger uno hecho a mano, elegir el correcto tejido para el atuendo que vestiremos, saber combinar su color y mostrarlo de manera elegante y a ser posible también estilosa. 

El Aristócrata 

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