Durante años hemos hablado sobre las ventajas estéticas de vestir de sastre; ventajas sobre todo en lo que se refiere a la hechura del traje. Sin embargo, no hemos insistido en la misma medida en la posibilidad de conseguir un diseño único, alejado del corte de tienda y con detalles de lo más personales. Y no hablamos de un ojal de color o de un forro divertido.
Ambos últimos detalles son fáciles de conseguir de acudir a cualquier sastre, sea bueno o malo, o de ser cliente de sastrería industrial. Por el contrario, de querer conseguir un diseño especial además de sastre, se debe ser creativo, estar dispuesto a arriesgar, al corriente de lo que sale de las sastrerías de otros países y estar abierto a cambiar constantemente las líneas de tu prenda. Y en el caso que nos ocupa, las líneas del pantalón.
A nadie se nos escapa que si bien cada vez es más frecuente el que nos pregunten sobre qué tipo de cintura nos gustaría para nuestro pantalón, la realidad es que no es tan común el que se nos ofrezca algo que vaya más allá que el ancho de la caja. En este punto es de justicia admitir que los nuevos sastres, seguramente debido a su edad y al estar en permanente contacto con las nuevas tendencias y todo lo que en este campo muestra internet, están más abiertos a escuchar “locas” propuestas de sus clientes.
Mientras observáis estos diseños que he escogido de diferentes blogs me gustaría compartir con vosotros mi sensación de que el pantalón sigue siendo tratado en este, también en muchos otros, como el hermano feo del conjunto. Los pantalones se externalizan, es decir se sacan de la sastrería y se le dan a una pantalonera para que prepare la prueba. Rara es la sastrería que los hace “in-house”. De hecho, yo al menos solo he conocido a uno que sí lo hace: Benet Pluvinet en Valls.
Esto, algo común también en muchas de las mejores sastrerías italianas e inglesas, no debería ser un inconveniente. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en que una misma pantalonera trabaja para diferentes sastres. Esto da como resultado que además de estar pagando más por el mismo pantalón, es muy parecido al del amigo que ha ido a otra sastrería, a priori de menor calidad.
Esto que es muy frecuente en los pantalones, también se da, aunque se nieguen algunos sastres en admitirlo, en las propias chaquetas. Cada vez es más frecuente, seguramente por la escasez de mano de obra de calidad, que las chaquetas de diferentes sastrerías sean montadas para la prueba por una misma persona. Indudablemente el corte de la prenda, la calidad de la costura y el aire dependerá de cada sastre; pero el punto de partida, el montaje de la prenda, sale de las manos de la misma persona/taller.
Pero volvamos sobre el título de este artículo. Seguramente si preguntáramos a las personas que salen en estas fotos si fueron ellas o su sastre quien propuso ese ancho de cintura, esas pletinas o ese peculiar cierre, muchos de ellos, o la mayoría de ellos, nos responderían que fueron ellos quienes aportaron la idea. No ocurre nada, es más muchos sastres lo agradecen, porque llevemos a nuestra sastrería una foto de la idea que tenemos para nuestras solapas, nuestros hombros o, como en el caso que esta semana ocupa, nuestro pantalón.
Es importante que no nos empecinemos en que esta idea se implante sí o sí en nuestro pantalón. Tengamos en cuenta que alguna de estas cinturas no puede llevarse a cabo de contar con tirantes o, en otros casos, con cinturón. Será el conocimiento del sastre el que oriente nuestro gusto hacia el mejor resultado estético de la prenda y de este detalle.
Un punto muy importante a tener en cuenta es el aire final de todo el conjunto y no solo el del pantalón. No puede ser la misma cintura la de un pantalón de un traje cortado para vestirse en ocasiones formales que la del que se usará en el tiempo libre y en ambientes mucho más relajados. Nuevamente el sentido común debería ser el último responsable de decidir por qué cintura decantarnos.
Busquemos igualmente cierta proporción y lógica entre la cintura escogida y el resto de detalles del pantalón. Por ejemplo, los bolsillos traseros deberían fluir con cierta lógica con la cintura escogida. Muchos de los ejemplos que hoy traemos seguro que agradecen unos bolsillos traseros con solapa o incluso con una solapa de diseño, caso que podríamos hacer extensible a la propia cerillera frontal del pantalón.
Muchas veces todos estos detalles no se aprecian, como por ejemplo en el de los trajes cruzados donde la chaqueta siempre debería permanecer abotonada. Sin embargo, muchas veces basta con verla solo uno mismo como para disfrutar diseñando la cintura de nuestro pantalón.
Como conclusión volvemos a incidir en la importancia de buscar una cintura acorde con el estilo de la totalidad del conjunto. Igual que hay solapas muy anchas y bonitas, pero poco apropiadas de vestirse en lugares o eventos muy formales, lo mismo ocurre con la cintura. Una vez más será el sentido común quien debería guiar nuestra elección.
El Aristócrata
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