lunes, 17 de julio de 2017

LA ALEGRÍA DEL DOS PIEZAS



Reconozco que con el tiempo cada vez soy más amante de los dos piezas. A no ser que se trate de un traje de un estampado con cierta personalidad, de un corte especial o de un color fuera de lo común, los trajes de estampados lisos o de colores estándar, tipo azul marino o gris marengo, no me llaman particularmente la atención.

El dos piezas, sin ser nunca sustituto del siempre más formal traje entero, aporta un color, desenfado, estilo y alegría que ante el aburrimiento reinante de nuestras calles es siempre de agradecer. A pesar de su informalidad, el hecho de que cada vez vistamos peor consigue resaltar la elegancia de un buen dos piezas. No es mi intención desbancar el traje completo, este sigue siendo la opción más correcta en actos formales como imposición de bandas, bodas o recepciones oficiales. Sin embargo, en verano el relajamiento que se produce agradece muy mucho este conjunto. En estas semas de gran calor parece que se abre la veda para acudir al trabajo en chinos y camiseta. A pesar de lo frecuente de esta estampa, sigue siendo más correcto acudir con chaqueta aprovechando las múltiples variedades que brinda los muestrarios de los principales telares internacionales.  
Si en verano el tiempo libre nos ofrece la posibilidad de vestir dos piezas de estampados de lo más estilosos y atrevidos, el trabajo sigue exigiendo cierta formalidad y decantarnos mejor por colores vivos pero serios. Y con este propósito escogimos el conjunto que esta semana os traemos a esta página. La chaqueta de azul cielo, de lana, seda, mohair y lino de Drapers y de peso 290 gramos, y el pantalón de Holland & Sherry. 

La chaqueta aunque perfecta para usarse también en el mes de septiembre está confeccionada pensando en usarse en estas semanas de bastante calor. Además de tratarse de una tela muy traspirable y fresca, está cosida sin forro ni tampoco plastrón alguno. Esto que se traduce normalmente en una chaqueta más cómoda y ligera tiene el inconveniente de al no tener ningún tipo de entretela resulta difícil  conseguir la misma limpieza de líneas que se consigue en otra chaqueta con su forro y entretela. A pesar de dicha dificultad, el resultado ha sido francamente bueno. 
El corte es de hilera sencilla, de tres para dos botones, dos aberturas traseras, decorados los forros de los bolsillos con tela de camisa, con bolsillos en diagonal y forma de media luna. Los botones son de Holland & Sherry - un regaló de Eva, una de las mejores profesionales y personas, que he conocido en este sector -. Por su parte, el pantalón es de un gris medio cortado para tirantes, con pinza inglesa, con trabillas laterales, sin vuelta y de una hechura bastante relajada y acorde con la imagen desenfada de la chaqueta. El tacto de la tela de este pantalón es muy agradecido y a pesar de su poco peso consigue asentarse con suficiente entidad sobre el zapato.

Ya con el traje puesto se puede destacar la hechura ceñida de la chaqueta, una hechura que no produce arrugas y además aporta gran libertad de movimientos y un gran confort en su interior. De hecho recuerdo que el día que la estrené la mantuve todo el tiempo abotonada – también conduciendo -, algo que por otro lado siempre suelo hacer, y nunca tuve la sensación de incomodidad o la tentación de desabotonármela. Esto se debe más allá del tipo de tela del buen hacer del sastre. 
Los que sois clientes de la sastrería Reillo, algunos me consta que  le habéis conocido a raíz de alguno de estos artículos y habéis pasado a ser también ya clientes suyos, sabéis que D. José María no es un hombre muy dado a experimentar con nuevos diseños o cortes extremos. Sin embargo, es de los pocos sastres que conozco que a pesar de contar con una cierta edad sigue atentamente las tendencias y todo lo que ofrece la sastrería internacional más reputada. 

Yo tuve la suerte de conocerle hace años y desde entonces raro es el año en que no entra una nueva prenda de su sastrería en mi armario. Además, tengo el placer, y sobre todo el privilegio, de que sea él, y solo él, quien además de cortarme el traje, me monte y me afine todas las pruebas, incluida la del hilvanado. Cuando me escribís y me preguntáis por un sastre u otro intento aconsejaros atendiendo a vuestro estilo, pretensiones sartoriales y presupuesto. 
Pero una vez os habéis decantado por uno u otro sastre, yo siempre os recomiendo que concedáis a vuestro sastre la libertad de plasmar su estilo y sello en la prenda. De nada sirve acudir a un sastre si le vais a “obligar” a hacer todo lo que a vosotros os gusta. ¡Dejarle hacer, disfrutar y presumir del toque de su sastrería en vuestro conjunto!. ¿Qué gracia tendría tener una chaqueta de Collado que no desbocara algo, unas solapas de Calvo de Mora sin ese inconfundible vuelo, una hechura que no fuera corta y ceñida de Joaquín o unas mangas y corte estrecho de José Alonso? Ninguna. ¿Os imagináis a Huntsman entregando una chaqueta con un corte claramente napolitano o a Rubinacci haciendo uniformes militares similares a los de Henry Poole?. 
Por ello, demos libertad al sastre y una vez le hayamos transmitido nuestro gusto y preferencias que sea su buen criterio el último responsable del resultado final de la prenda. Recuerdo acompañando a un conocido crítico moda inglés como insistía a los sastres sobre su preferencia de hombro, largo de chaqueta, talle etc. Al final aquellos que sucumbieron a sus deseos vieron su trabajo injustamente criticado en su web. Por el contrario, aquellos que se mantuvieron fieles a su estilo y terminaron  haciéndole lo que hacían a la mayoría de sus clientes no recibieron la misma intensidad en su columna. 
Si buscamos en un traje de un sastre exactamente el mismo efecto que el que nos ha hecho otro seguramente no terminemos contentos con el resultado. Un buen sastre puede adaptarse a prácticamente cualquier estilo. No obstante, parece lógico que los mayores beneficios estéticos se obtengan cuando nos repiten el estilo que más acostumbrados estén a coser. 

Y esto es lo que precisamente hago cada vez que acudo a la sastrería de D. José María. Me limito a escoger la tela y decidir si será un traje, una chaqueta o un abrigo cruzado o de hilera sencilla, y el resto se lo dejo a su criterio. Y su criterio es el que ha prevalecido también  en este conjunto. Él fue quien decidió coserle a la chaqueta los bolsillos en diagonal y con forma de media luna, una gran ángulo frontal y unos hombros con costura cargada. Reconozco que esta costura aunque tiene menos seriedad que la costura estándar, consigue una caída más natural de la manga algo que se agradece mucho en los conjuntos más informales. 
Otra ventaja de los dos piezas es su versatilidad. Esta chaqueta por su corte y tela bien puede ser vestida con un pantalón más informal y sin necesidad de corbata alguna. Igualmente, el pantalón puede convertirse en el compañero perfecto de esa chaqueta que por el motivo que sea nos gustase vestirla por una vez con un aire más formal. 

Aunque esta vez ha tocado esperar tres meses, el resultado ha merecido la pena y llegó el momento de disfrutar del nuevo dos piezas.

El Aristócrata

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