Si de la sastrería inglesa e italiana hemos hablado largo y tendido en este blog, no así tanto como la española y, si cabe, menos todavía de la francesa, hoy más reconocida que nunca.
La sastrería francesa, a medio camino entre Inglaterra e Italia, en los últimos años, ha conseguido proyectar hacia fuera rasgos de su tradición sastrera, en particular a través de la labor de sastres de gran nombre como Cifonelli o Camps de Luca. Concretamente estas dos casas han sabido, como pocas, utilizar las redes sociales para darse a conocer mundialmente, algo a las que las españolas se sumaron más tarde y sin consenso previo.
Hasta bien recuperados Reino Unido e Inglaterra de la II Guerra Mundial, Francia fue el país que marcó los derroteros, no solo de la moda de alta costura, sino también de la costura de hombre. Las mejores sastrerías y camiserías internacionales tuvieron un local abierto en la ciudad del Sena. Pasaron los años y con Reino Unido e Italia recuperados solo la costura de mujer permaneció en París, volviendo la “alta costura de hombre” a sus países de origen. Quizás por ello podemos afirmar que Francia no es hoy un país de referencia de buen vestir, al menos en lo referente al vestir masculino.
El hombre francés viste bien, pero en términos de estilo masculino resulta difícil identificar unas figuras claras o rasgos globales típicos como los que se suelen atribuir a la sastrería italiana o a inglesa. Como pasa con la sastrería española, la francesa cuenta con profesionales excelentes y de gran prestigio, pero al no haber creado históricamente un estilo propio ha tenido que crecer entre los dos grandes países de referencia, vivir a su sombra e inventarse un estilo con el que definir su sastrería.
Este estilo está influenciado en cada sastrería por uno más británico o italiano. Lo que sí ha conseguido la sastrería francesa es que, sin un estilo claramente propio, ha sabido inventar detalles que ha incorporado a sus trajes y que ha vendido al exterior como propios. Por ejemplo, el hombro diseñado por la célebre sastrería Cifonelli, con su sisa muy alta, orientada hacia dentro, dejando más espacio en la espalda para la comodidad de los hombros y la libertad de movimientos de los brazos, es asimilado hoy ya a toda la sastrería francesa.
Otro detalle que hoy se considera propiedad de la sastrería francesa es el cran de solapa que los sastres parisinos han ido desarrollando a partir del diseño de Joseph Camps. Español originario de Vic, provincia de Barcelona, Joseph Camps se estableció en Francia después del final de la segunda guerra mundial, siendo desde entonces uno de los sastres más influyentes del país. En 1969, se asocia con Mario de Luca, sastre de origen italiano, para crear Camps de Luca que, hoy en día, sigue siendo una de las mejores sastrerías de París y, seguramente, de todo el mundo.
Este cran diseñado Joseph Camps, y al cual se suele llamar “cran parisien”, es un cran sport para chaquetas rectas, pero con una forma basada en un cran de chaqueta cruzada. Es decir, la línea de separación entre la parte del cuello y la parte de la solapa no es recta como ocurre en el cran sport clásico, sino que parte de un punto más arriba en el cuello. Popularizado por Camps, casi todos los sastres parisinos crearon entonces su propia versión usando esta base, jugando con el largo de cada lado del cran, el ángulo de apertura y/o la profundidad del cran. Así fue el caso de sastres como Henri Urban, Gabriel Gonzalez, Claude Rousseau o Francesco Smalto, que salieron del taller de Camps de Luca para establecer sus propias sastrerías.
También las famosas Maisons Lanvin o Arnys - hoy Berluti -, Max Evzeline, André Guilson (que dedicó muchos esfuerzos en desarrollar la escuela de formación de sastres en Paris) o Jo Kergoat siguieron la tendencia. La nueva generación de sastres artesanos, Maison Sirven, Maison Brano, Kenjiro Suzuki, Maison Pen o Ardentes Clipei, apostaron por mantener estos detalles y seguir expandiendo por medio mundo la idea de la existencia de una sastrería francesa. La idea de algo propio sigue siendo incluso hoy imposible de pensar en la sastrería española, empeñada en defender las características de cada sastrería, pero no como nota común de todas ellas, impidiendo esto que la sastrería española vuele más allá de nuestras fronteras.
Es tal la idea, o necesidad, de la sastrería francesa de crear un estilo que permita compararse con la sastrería napolitana o inglesa, que incluso en la sastrería industrial es frecuente ver todos estos detalles. Este cran se aprecia en los trajes de muchas personalidades francesas, políticos, actores o altos directivos de la industria francesa, como también de personalidades de países africanos que han guardado la costumbre de seguir yendo a París a encargar sus trajes.
Son estas características, visibles, que no llamativas, las que permiten hablar de un cierto estilo francés. Este se puede definirse como una búsqueda del corte perfecto, afinando la figura sin perder confort y marcando su estilo en unos pocos puntos concretos claramente apreciables. El resto difiere del sastre que se haya escogido, aunque por lo general es frecuente ver una clara influencia de guiños tanto ingleses como italianos, de hecho, por ejemplo, algo tan particular como suele ser el ojal de la solapa en la francesa se apuesta casi siempre por el tipo "milanese".
Y España, mientras tanto, qué. Hablar de sastrería española es, si cabe, más difícil que hacerlo de la propia sastrería francesa. Al contrario de lo que ha ocurrido históricamente con los sastres napolitanos o londinenses, nuestros sastres no han tenido sentimiento de pertenencia a un grupo. Cada uno de ellos ha desarrollado su propia forma de trabajar sin prestar una gran atención a un estilo español que de alguna manera identificara la procedencia de su trabajo. Igualmente, en el sastre español ha primado más la elegancia atemporal que el estilo de sus creaciones.
Cierto que cada sastre tiene su manera de trabajar e incluyen detalles en sus prendas que pueden, en un momento dado, diferenciar su trabajo de el de sus compañeros internacionales. Sin embargo, difícil sería de ver un traje artesanal español fuera de nuestras fronteras afirmar con seguridad que es español como si se podría hacer de ver uno napolitano o incluso inglés.
Aunque siempre con excepciones, el sastre español busca más la perfección de líneas o el corte correcto frente al estilo de sus creaciones. Su concepto de estilo va muy unido a lo elegante que queda su cliente con su traje o abrigo. Su gusto evoluciona conforme lo hace el de este, quien es en último lugar quien anima al sastre a probar cortes o detalles nuevos. Nuestro sastre prefiere centrarse en su trabajo que salir a buscar inspiración fuera de su sastrería en ferias, publicaciones o en la propia internet. Aunque las cosas están cambiando, la sastrería española, a pesar de que pocos sastres lo reconozcan, sigue más cerca de la británica que de la más desenfadada italiana. Son trajes de correctas proporciones, de tejidos todavía algo pesados, relativamente armados y donde prima el que la prenda no haga arrugas a que transmita emoción en movimiento. Son trajes que se cosen para la foto, pero no trajes, en la mayoría de los casos, con duende. Obviamente, esto esta motivado en gran parte por el tipo de cliente, un cliente, el español, que raramente arriesga en estampados, tejidos, colores o tipo de corte. En definitiva, un cliente bastante más clásico que el de las sastrerías punteras italianas.
La sastrería española experimenta hoy una evolución similar a la inglesa. Si bien la sastrería napolitana prácticamente desde sus comienzos ha mantenido la misma idea de lo que debería transmitir un traje, la española e inglesa están en pleno proceso de adaptación a los nuevos tiempos. Si cogiéramos prendas de sastres recientes, pero ya jubilados o desaparecidos como los hermanos Mogrovejo, Antonio Collado, Pedro Muñoz, Hilario Casado, etc. nos deleitaríamos con modelos de prendas que hoy ya no se ven, pero también comprobaríamos el poco uso que hoy se les podría dar. Prendas increíbles pero pesadas - tejidos de peso superior a los 340 gramos -, armadas, con prominentes hombreras, entretelas gruesas, excesivamente cosido y agarrotado, etc. Todo en pos de un traje prácticamente indestructible pero cercano al traje regimental británico. Hoy, por el contrario, mirándose en la sastrería italiana y más concretamente en la napolitana, la sastrería española busca prendas más frescas, más sueltas, con un toque “chic” y, sobre todo, acordes a la nueva climatología y a lo que la juventud reclama. Estúdiese una chaqueta de verano de un sastre de prestigio español y observaremos una terminación muy similar a la de una chaqueta a medida napolitana.
Dejando de lado al ojo profesional y el más entendido, difícil es adivinar el sastre español que está detrás de ese traje o abrigo que puede llamar la atención en la calle. No hay notas tan características como sí lo hay en ciertas sastrerías napolitanas, londinenses o parisinas para intuir fácilmente quién lo ha cosido. Solapas con forma arqueada y redondeadas, mangas con reborde, cantos abiertos, cosido suelto y ojales con forma de lágrima son algunos de esos detalles que podrían ayudarnos a identificar la procedencia de la prenda.
Dicho todo esto, si bien todavía es difícil hablar de un estilo claramente español, no lo es hacerlo de algo que diferencia a los mejores sastres españoles: su cuidada mano de obra. Esta es de una gran calidad, en algunos casos tan buena como la que más internacional, y muchos detalles que en sastrerías conocidas inglesas se rematan a máquina en España se hacen a mano. Basta coger una prenda de fuera de nuestras fronteras y ver su rematado, tanto de fuera como de dentro, para apreciar y dar valor a nuestra mejor sastrería nacional. Igualmente, de desmontar la prenda se observaría que las partes que quedan ocultas han sido tratadas de manera más cuidada que en muchas sastrerías admiradas a nivel mundial.
Una lástima que nuestros sastres no hayan visto la importancia de internet y de las redes sociales para dar a conocer su trabajo. Para ejemplo, lo complicadísimo que resulta encontrar en internet fotos de prendas elaboradas por ellos. Pensemos también por un segundo en Reventún, Alonso o Calvo de Mora, claramente tres de los mejores sastres de España y me atrevería a decir de Europa. ¿Por qué mereciéndoselo no están en la lista de visita de los clientes de sastrería internacional? Sencillamente, porque aún habiendo hecho méritos de sobra con su aguja no son suficientemente conocidos. Y esto en cambio los sastres franceses lo vieron enseguida y para evitar quedarse rezagados de sus compañeros británicos e italianos decidieron hacer una apuesta clara por darse a conocer internacionalmente.
Si tener una de las celebres chaquetas safari de Cifonelli debería ser algo casi obligatorio para el amante de las cosas únicas, el disfrutar de un esmoquin de Manuel Calvo de Mora, más si se es español, debería estar en los primeros puestos de la lista de deseos.
Como los amantes de los relojes saben, del 7 al 13 de este mes se celebró digitalmente el gran evento del año. Con Baselworld tocada de muerte tras la salida de varias marcas, Watches and Wonders, antes SIHH, se ha posicionado como la feria de referencia del sector.
38 marcas utilizaron estos días para presentar sus principales novedades. Junto a las marcas de la casa Richemont, las casas independientes de Carré des Horlogers, y las principales del grupo LVMH (Hublot, Bulgari, TAG Heuer, Zenith y Louis Vuitton), también estuvieron otras que abandonaron Baselworld como Rolex, Patek Philippe, Chopard, Chanel o Tudor. No estuvieron, por el contrario, las del grupo Swatch ni otras tan representativas y queridas como Audemars Piguet o Richard Mille.
En total treinta ocho marcas - Lange & Söhne, Arnold & Son, Baume & Mercier, Bvlgari, Carl f. Bucherer, Cartier, Chanel, Chopard, Chronoswiss, Corum, Ferdinand Berthoud, Greubel Forsey, H. Moser & Cie., Hermès, Hublot, Iwc Schaffhausen, Jaeger-LeCoultre, Louis Moinet, Louis Vuitton, Maurice Lacroix, Montblanc, Nomos Glashütte, Oris, Panerai, Patek Philippe, Piaget, Purnell, Rebellion Timepieces, Ressence, Roger Dubuis, Rolex, Speake-Marin, TAG Heuer, Trilobe, Tudor, Ulysse Nardin, Vacheron Constantin y Zenith – que posicionan Watches & Wonders como el encuentro más importante relojero del año.
Y entre todas ellas, he escogido cinco relojes o, mejor dicho, cinco movimientos, que a mi parecer fueron verdaderamente notables:
1-Reverso Hybris Mechanica Calibre 185 de Jaeger-LeCoultre
Rara es la ocasión en que el aparecer en esta página en primer lugar supone ser mejor que el segundo. Sin embargo, en esta ocasión hay que reconocer que JlC se lo merece, claramente se ha salido. Nada de lo presentado puede aproximarse, ni de lejos, a este lanzamiento.
Con motivo del 90 aniversario del mítico Reverso, JlC ha lanzado el movimiento más complicado hasta ahora visto en su famosa caja rectangular. Si en la mayoría de los Reversos son dos caras las que albergan los movimiento, en esta ocasión han sido cuatro en las que se han alojado nada más ni nada menos que once complicaciones. Si podemos apreciar un tourbillion y un calendario perpetuo en la primera cara, en la segunda aparece una increíble sonería con notas graves para el número de horas, combinación de notas graves y agudas para los cuartos de hora y una sucesión de notas agudas para indicar el número de minutos que se sumarán a los cuartos transcurridos. En la tercera vemos tres fases lunares: el ciclo sinódico, el ciclo dracónico y el ciclo anómalo, algo que permite hasta determinar eclipses, solares y lunares, y fenómenos lunares tan poco corrientes como las superlunas. El que las fases lunares del Quadriptyque necesiten únicamente un ajuste cada 1111 años convierte a este reloj en el único jamás fabricado con semejante información sobre los fenómenos astronómicos. En la cuarta cara, la tapa trasera, se muestra una representación de las fases lunares en el hemisferio sur.
Todo esto en una caja solo 51 mm por 31 mm por 15 mm. Cierto que su precio, 1,35 millones de euros, podría parecer una locura, pero os animo a curiosear los precios que por otros relojes, con muchas menos complicaciones, se está pagando. ¡Todo un golpe en la mesa de autoridad por parte de una de las verdaderas manufacturas que hoy siguen existiendo!
2-Vacheron Constantin Les Cabinotiers Armillary tourbillon calendario perpetuo ‘Planetaria’
Las aportaciones de Vacheron a la historia de la relojería son innumerables. No obstante, quizás por lo que más ha destacado esta casa haya sido por la interpretación del cosmos que hace a través de sus mecanismos. De hecho, el famoso dicho de que la relojería es la hija de la astronomía ha sido siempre una máxima en la casa fundada en 1755.
Con 745 piezas, cuatro años de desarrollo, el movimiento muestra la fase lunar tanto del hemisferio norte como la del hemisferio sur, un calendario perpetuo de salto retrógrado regulado por un tourbillon de doble eje y complementado con una representación tridimensional de dichos hemisferios, hemisferios donde se puede apreciar cuando es de día y cuando de noche. Todo esto consigue unos precisos cálculos astronómicos del ciclo de los días, las estaciones, las fases de la luna y las constelaciones del cielo. Según indica la casa, algo verdaderamente a destacar es su resorte en la espiral cilíndrica y el volante. Algo inventado en 1814 por Jacques-Frédéric Houriet y que mejora el ritmo del tourbillon aportando un perfecto isocronismo con 18,000 alternancias y 65 horas de reserva de marcha. El escape de la pieza cuenta con espiral de silicio y áncora de diamante para reducir la fricción y eliminar la necesidad de lubricación.
A pesar del esfuerzo puesto en esta pieza, Vacheron afirma que no se fabricará ningún otro reloj igual. A quien lo quiera se le podrá fabricar uno parecido, pero nunca idéntico. Como única pega indicar su diámetro generoso de 46mm no es apto ni para todas las muñecas ni para todos los gustos.
3-Lange & Söhne Zeitwerk Repetición de Minutos
Probablemente haya habido algún otro reloj que mereciese este puesto, sin embargo, todos conocéis mi debilidad por la casa alemana y, más concretamente, por su referencia 1; una pieza que no debería faltar en ninguna buena colección. Y aunque también este año hubo nuevos modelos de dicha referencia, es, por el contario, el Zeitwerk repetición de minutos el más espectacular de todos los presentados; este ya en 2020.
Resulta francamente curiosos como con un reloj mecánico Lange ha conseguido, utilizando un movimiento de números saltantes, un reloj con gran parecido a un reloj digital. No obstante, es la complicación de la repetición de minutos decimales haciendo sonar las horas con una señal acústica grave, los diez minutos con una doble y los minutos con una aguda, lo verdaderamente destacable. Todo ello con una perfecta sincronización entre lo que marcan los discos y lo que está sonando.
Con solo 30 ejemplares a un precio de 449.000€, difícil será poderlo disfrutar en vivo. Como pega apuntar que la energía que consume para mover los grandes discos de las horas y los minutos reduce su autonomía a un máximo de 36 horas. Otra pega es que la sonería no se activará si la autonomía del reloj es inferior a 12 horas.
4-Patek Philippe Calendario perpetuo referencia 5236P-001
Hablar de cualquier lista de innovaciones relojeras sin que esté presente Patek la dejaría probablemente sin valor alguno. Patek, tanto ayer como hoy, sigue siendo el espejo al que debe mirarse cualquier marcar que busque hacerse un hueco en el mundo de las complicaciones. Ninguna otra marca alberga tantas patentes en su haber, y de semejante complicación, como la más mítica casa relojera fundada en 1839.
Nada o muy poco queda a Patek por inventar. Concretamente con el lanzamiento de este reloj la manufactura ginebrina apunta tres nuevas patentes. Si bien calendarios perpetuos son ya muchas casas las que los realizan, Patek lo lleva haciendo desde 1925. Y el 5236P-001 no es otro más. Su diferencia, y complicación, radica en un movimiento de cuerda automática con un sistema de indicación de la fecha en una sola línea por medio de cuatro discos, algo que ayuda a una lectura rápida y fácil. Los que tengan o hayan visto un reloj con calendario perpetuo estarán conmigo que en la mayoría de las ocasiones se requiere de algunos segundos para adivinar en qué día, mes y año se está, además, todo sea dicho, de una vista privilegiada. Si como vimos en el Lange & Söhne Zeitwerk Repetición de Minutos, el contar con unos discos tan grandes tenía un impacto directo en la duración de la reserva de marcha, Patek ofrece los suyos, pero con un consumo mínimo de energía, llegando su reserva hasta las 48 horas. Para ello ha tenido que añadir cuatro discos y 118 componentes más que en su calendario perpetuo estándar.
El día, la fecha y el mes son acompañados por dos ventanillas, una a las 4 h para los años bisiestos y la otra a las 8 h para la indicación día/noche. Los amantes de las fases lunares podrán disfrutar de estas en ventanilla en el centro del segundero a las 6 h. Otra de las cosas en las que siempre acierta Patek es en ocultar los pulsadores en la caja reduciendo el volumen del reloj y dándole un aspecto de mucho más limpio. Aún así su diámetro asciende a los 41mm, una medida bastante contenida para los tiempos que corren. Si se tiene en cuenta todo el conocimiento de generaciones y generaciones fabricando los mejores calendarios perpetuos del mundo, el precio de 114.000€ no parece desorbitado; menos todavía si como dice su famoso eslogan hay muchas generaciones por delante por disfrutar de él.
5-IWC Big Pilot’s Shock Absorber XPL
Aunque IWC tiene mecanismos manufactura, como casa no se la puede calificar como tal. De hecho, uno de sus modelos más emblemáticos, el Portuguese, monta en sus modelos más corrientes el calibre Valjoux 7750; probablemente algo modificado, pero un Valjoux al fin y al cabo, el mismo calibre que llevan relojes diez veces más baratos.
Dicho esto, también es cierto que como marca tienen el conocimiento, y desde hace años también las ganas, para remangarse y sacar al mercado cosas verdaderamente interesantes. Y hoy aquí el ejemplo. El IWC Big Pilot’s Shock Absorber XPL lleva uno de los sistemas anti choque de aceleración más sofisticados y probados del mercado; de ahí que no sorprenda el que les haya llevado ocho años su desarrollo.
Según indican desde la marca, este reloj puede aguantar fuerzas de más de 30.000G o, dicho de otra manera, un cuerpo humano en una montaña rusa en un giro en forma de O aguanta una aceleración de 3 o 4 G. Recordemos que es muy poco probable que una persona aguante una fuerza de 10 G más de uno o dos minutos. La caja de cerámica y titanio es una de las señas de identidad de la casa de Schaffhausen.
Como parece ser que será lo habitual de ahora en adelante, también IWC ha anunciado que solo hará diez unidades al año de este modelo. La acertada estrategia de marketing de Rolex con su Daytona, Audemars Piguet con su Royal Oak o Patek Philippe con su Nautilus, con una producción a cuentagotas, está creando alrededor de unas determinadas referencias una demanda muy superior a la oferta, algo que eleva a la categoría de “mitos” ciertos relojes. En el caso de este IWC, con un precio contenido de 75.000€ seguro que también será uno de esos relojes que para hacerse con él tocará apuntarse a una lista de espera.
PD En el video de la semana podéis ver el resto de los grandes lanzamientos