Trabajar desde casa cada día será más frecuente. Probablemente no toda la semana, pero todo parece indicar que algún día, sino con el tiempo varios, trasladarán su lugar de trabajo de la oficina a casa. La pandemia ha demostrado que no son pocos los trabajos que pueden desempeñarse prácticamente con la misma precisión desde casa que desde la oficina con el correspondiente bienestar que esto puede suponer a muchos trabajadores.
Aunque sigo pensando que la inmediatez que da el estar todos juntos físicamente en un mismo lugar es difícil de suplir por reuniones telemáticas, lo cierto es que el trabajar días desde casa es uno de los cambios que ha llegado para quedarse. Con esta realidad sobre la mesa, probablemente todos hayamos sido testigos durante el confinamiento de cómo no eran pocos los que enfrentaban las reuniones telemáticas con atuendos más propios de una tarde de sábado que de un día laboral.
Este es seguramente uno de los mayores retos a los que se enfrenta hoy, por ejemplo, la sastrería. Vistiéndose cada vez menos de traje en la oficina y prescindiéndose incluso de la chaqueta en las reuniones que se mantienen/mantendrán desde casa, la demanda de sus servicios solo puede con el tiempo disminuir. Clave será como vistan los máximos directivos de cada empresa, despacho u estudio, pues así será también como terminen vistiendo los niveles inferiores. Parece lógico pensar que si el consejero delegado de tu empresa mantiene los Zoom, Teams etc con chaqueta, los participantes en las mismas también la lleven. Obviamente, menos probable será que lo hagan si ven que las reuniones se repiten sin que su máximo representante haga uso de ella.
El problema no radica en la ausencia de la chaqueta, el verdadero problema lo encontramos en el hecho de que si no se tiene un mínimo gusto y tacto para vestir en estas nuevas reuniones cualquier cosa es posible, desde un correcto jersey hasta incluso, sobre todo en los meses de calor, una informal camiseta. Aunque en el foro que nos encontramos nos parezca lógico, resulta fundamental al levantarse asearse como si se fuera a la oficina. Ducha y el correspondiente afeitado son obligatorios; independientemente de que se vaya o no interactuar con más gente a lo largo del día. Esto es ya no solo una cuestión de higiene sino también de prepararnos mentalmente para el día de trabajo. De quedarnos en pijama o sin afeitar nuestra predisposición para el trabajo no será igual.
Claramente hay que diferenciar la ropa que vestimos trabajando en casa de la que nos acompaña también en ella durante el resto del día; así también psicológicamente nuestra mente se preparará para afrontar un día de asueto o de trabajo. Igual de importante, es intentar pasar nuestras “horas de oficina” en un lugar que solo se utilice, en la medida de lo posible, para este propósito. De esta manera se estará estaremos concentrados al mismo traspasar la puerta de esa dependencia. Salir de esta habitación para comer parece ser algo también importante a tener en cuenta.
Entrando ya en materia, no valen ni camisetas ni sudaderas. La camisa resulta obligatoria. Una camisa Oxford parece una de las mejores opciones con las que afrontar ese día de teletrabajo. Su tejido, si es de calidad, es confortable y de escogerse en azul, con un pequeño cuadro vichy o de finas rayas se podrá con ella mantener muchas reuniones digitales o, de ser conveniente, poderla hacer acompañar rápidamente de una chaqueta.
La siguiente prenda que nos preparará mentalmente para el día de teletrabajo serán los zapatos. Aunque nadie en principio los vaya a ver, vestir un zapato alejado de las zapatillas de casa o, incluso, de unas cómodas zapatillas de paseo es recomendable. Que nadie me malinterprete. No se trata de vestir los oxfords de cordones que vestiríamos con traje, pero sí un zapato que nos recuerde que estamos en casa, pero en horario laboral. Por ejemplo, unos mocasines desestructurados, además de ser elegantes son francamente cómodos y suficientemente vestidos para vestir los pies durante dicho horario.
Aunque con los meses que tenemos por delante ya no será necesario, en invierno aún estando en casa se agradece una prenda de abrigo sobre la camisa. Sabiendo que las sudaderas son cómodas, pero no aptas para responder a una llamada no programada, los jerséis o, incluso mejor, los chalecos o los cárdigan parecen ser la alternativa más confortable con la que sentarnos delante de la mesa de trabajo. De haber escogido la camisa en un azul claro y el cárdigan en azul marino habremos conseguido además de una combinación cómoda también una acertada. Los chalecos, por su parte, tienen ese plus de añadir una enorme comodidad y libertad de movimientos, más si se trata de interactuar con un teclado o con un folio y una pluma.
Si bien el siempre elegante Gay Talese no afronta desde su casa ninguna jornada de trabajo sin su traje y corbata, es entendible que de no tener esa elegancia innata ambos se queden en el armario hasta que toque enfrentar una reunión presencial. Si pudiera resultarnos forzado vestir de chaqueta en casa, algo comprensible, en España tenemos la enorme suerte de contar con la Teba, prenda de enorme comodidad y ligereza. Si se prefiere, siempre se puede optar por las conocidas “overshirts”, hoy, además, más de moda que nunca. Sin sustituir a la chaqueta, visten más que solo la camisa, mandando un mensaje en las video call de estar vestidos para la ocasión. Estas, al igual que la misma Teba, se pueden vestir desabotonadas con un mensaje de relajamiento o abotonada si se busca el efecto contrario.
Los pantalones difícilmente se verán, pero al igual que con los zapatos, debemos buscar que sean cómodos pues van a acompañarnos todo el día. Vestidos torso y pies parece natural que el pantalón combine con ambos. Los chinos, y por qué no también los vaqueros con corte chino, resultan posibilidades acertadas. Sobra decir que ni los estrechos de cintura ni los tipo pitillo parecen buenas opciones pues con el paso de las horas sobre la silla terminarán incordiando.
Se prefiera un estilo más relajado o más formal parece conveniente que de trabajar desde casa se vistiera con cierto decoro y teniendo en cuenta que no estamos en casa con los amigos compartiendo risas y cervezas. Además, nuestros interlocutores se merecen siempre nuestro respeto; y la ropa muchas veces no es más que eso: una muestra de respeto con aquellos que compartimos nuestro tiempo.
El Aristócrata