A pesar de ser el chaqué uno de los conjuntos más antiguos de cuantos todavía hoy se visten, el conocimiento de esta prenda, y sus complementos, es bien escaso; basta repasar fotos de enlaces conocidos recientes.
Hay errores que de tanto repetirse podría pensarse que forman parte de la vestimenta de este conjunto, pero nada más lejos de la realidad. Una ceremonia religiosa es un acto formal y por lo tanto hay que vestir a la altura de este. Ni se puede vestir como se haría en un evento cómico ni tampoco como si se tratara de una fiesta de disfraces. Si se viste chaqué hay que vestirlo correctamente, si no, mejor decantarse por un sencillo pero correcto traje de chaqueta.
Si los novios han pedido vestir chaqué uno no puede presentarse con algo que podría intuirse se tratara de un frac. Tampoco vale combinar prendas de chaqué con otras de traje ni olvidarse los calcetines en casa. No por buscar ser el más rompedor o moderno se es el más elegante o estiloso. ¡Sencillamente se es el más chocarrero! Fallos de bulto aparte, hay una serie de errores que se suceden demasiado frecuentemente y que con el objetivo de no tener con el tiempo que guardar nuestra foto en un cajón conviene evitar.
En las bodas de día no se puede vestir ni esmoquin ni frac. Si el frac se viste por la noche, el esmoquin, con luz y sin ella, solo a los camareros les debería estar permitido. La elección del color es bien sencilla. Caben únicamente dos opciones: el clásico de levita negra y pantalones a rayas grises y negras o, de ser la boda a medio día, el chaqué gris entero (levita, chaleco y pantalón). Todo lo demás es poner en evidencia el desconocimiento que se tiene sobre esta prenda.
Los chaqués azul marino, burdeos, azul cielo, de estampados Príncipe de Gales, cuadros etc. son sencillamente ridículos, además de nada estilosos. Tampoco lo es romper la seriedad del conjunto con un chaleco de llamativo color o de un estampado que no sea liso. A pesar también de lo frecuente de este detalle, la hechura del chaqué no puede ser la misma que la del traje del diseñador de moda que se vestía en la ceremonia de la FIFA. Su pantalón no debe dejar adivinar lo musculado de las piernas, como tampoco su levita al abotonarse llenarse de arrugas. El corte debe ser holgado, que no ancho, no apreciándose arrugas ni en el transcurrir del pantalón ni en mangas o frontal de levita. El chaleco debe ligeramente apreciarse de tener la levita abotonada, pero entiéndase “ligeramente” como dos o tres dedos no como un palmo.
El cinturón está prohibido, como también debería estarlo el estampar una flor, rabillo incluido, contra la solapa. Este, por el contrario, debe introducirse por el ojal dejando a la vista solo la flor elegida. Si carece de sentido vestir cinturón y tirantes simultáneamente no mucho menos lo tiene aparecer con dos relojes, uno de pulsera y otro de muñeca.
La elección de los zapatos es igual de fácil que la del resto de complementos. Menos, es más. De ahí que unos sencillos Oxford negros lisos sean la alternativa más fácil y segura entre las que escoger. En una boda toca hacer un esfuerzo y guardar las gafas de sol hasta que el chaqué descanse en el armario. Por clásico que sea el modelo este rompe con la formalidad del evento y la prenda.
El pañuelo de bolsillo es muy bienvenido, pero si no se va a escoger blanco mejor dejar el bolsillo huérfano que acompañarlo de uno de color o con estampado.
Podría pensarse que todo esto obedece solo a la lógica y que nadie hoy con el fácil acceso a la información del que se dispone caería en tan garrafales errores. Sin embargo, siempre hay alguien dispuesto a demostrarnos lo equivocado de nuestro pensamiento.
El Aristócrata
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