Una vez cerrado el diseño de la chaqueta empezamos a hacer prueba con diferentes tipos de telas “baratas” para después de dar con el modelo definitivo pasar a confeccionarla con las telas y materiales finales.
Como digo, antes de confeccionar esta chaqueta, se hicieron varias pruebas, concretamente se confeccionaron cuatro chaquetas finales antes de dar con la definitiva. Todas estas chaquetas se cosieron pensando que su hechura y detalles serían los definitivos. No obstante, tras verlas en el maniquí siempre había algo que podía mejorarse. La forma de los bolsillos, la trabilla trasera, el rombo del forro etc. Todos estos cambios hicieron ponernos de acuerdo en definir primero su aspecto exterior y solo una vez consensuado ponernos a trabajar en su interior.
Para no tener dudas en el resultado final, Joaquín Fernández me probó en varias ocasiones con tejidos de otra época que por su composición o terminación difícil tendrían cabida hoy. Incluso, recuerdo que en la penúltima chaqueta que realizamos utilizó trozos de diferentes telas para conseguir suficiente tejido para toda la chaqueta. De hecho, no creo que hubiera habido ningún sastre, al menos que yo conozca, que hubiera aguantado todo lo que Joaquín aguantó todos estos meses. Aunque difícil es hacerse la idea de lo que será una chaqueta utilizando otra tela y otro color, creímos, como todavía hoy pensamos, haber dado con lo que buscábamos.
La confección tiene varias notas que difieren de la manera en la que Joaquín acostumbra coser sus chaquetas. El hombro no cae de manera natural sino que tiene cierto relieve en su costura. Su sisa es alta pero no tanto como en las chaquetas de calle. Igualmente, las mangas no quedan tan justas como en las de los trajes estándares. Ambos detalles entendibles si tenemos en cuenta que el propósito principal de esta chaqueta es acompañar al conductor del coche en su trayecto a su destino preferido y, por consiguiente, la vestirá principalmente durante el tiempo que esté al volante.
Esto es otro de los motivos por los que la chaqueta es visiblemente más corta que las chaquetas estándar. Una chaqueta que hubiera sido más larga solo hubiera conseguido un sobrante importante de tela entre el respaldo del asiento y el propio conductor; algo que solo hubiera conseguido hacer menos placentero el viaje. Para añadir un toque extra de comodidad al extender los brazos es por lo que se incorporó una abertura en la espalda; abertura que concede unos centímetros extras de tela cuando ambas brazos están extendidos sobre el volante.
Definido su diseño – ver su porqué en el primer artículo - fueron varios retos a los que nos tocaron enfrentarnos en esta chaqueta. Quizás uno de los más importantes fue bajar la idea conceptual de coderas a la chaqueta con la piel de Bentley. Esta piel si bien es de una incuestionable calidad, tiene un grosor y un tratamiento pensado para que resista sin inmutarse el rozamiento y el uso continuado durante años y años. Esto da como resultado una piel que no admite patina alguna ni tampoco un cosido fácil debido precisamente a su importarte grosor. Después de decidir que coser la hombrera en su totalidad restaría elegancia a la chaqueta, pensamos hacerlo solo en forma de ribete. Para que esto adquiriera sentido el núcleo de la hombrera lo adornamos con un óvalo del mismo cachemira que la chaqueta pero con el rombeado diferenciador de la casa de la B alada.
Para el ribete de piel nos pusimos en contacto con otro viejo conocido de esta página, Antonio García Enrile, artesano de la piel que adelgazó la piel los milímetros necesarios para poderla coser de manera manual a la codera de la chaqueta. Este mismo tratamiento se hizo a la piel que franquea el cinturón trasero y a las aberturas de los bolsillos interiores. Igualmente, en el interior de la tapeta del cuello aparece un trozo de esta piel y con el logo de Bentley grabado cosido a mano.
Una vez con las líneas de la chaqueta definida, el proceso de probado fue igual al de cualquier otra chaqueta por lo que conviene no conviene hablar mucho de él sino mejor centrarse en su interior. Como explicamos en el primer artículo, se buscó un diseño de medio forro con el estampado – se respetaron hasta las medidas exactas de los rombos – idéntico al de la tapicería de los vehículos. También el doble cosido propio del tapizado de la casa británica aparece en la chaqueta. Los bolsillos interiores, uno para la pluma Montblanc y el otro para la llave del coche cuentan con un bordado realizado a mano. Las líneas curvas del forro recuerdan las carreteras en las que más se disfruta este tipo de coche.
Espero que las fotos os ayuden a haceros una idea más aproximada del resultado final de la chaqueta donde no hay detalle que no tenga un porqué detrás. Prueba de ello es el refuerzo que se ha cosido en la parte superior del hombro izquierdo para evitar que el paso del cinturón pudiera terminar rozando la exclusiva, pero más difícil de cortar, cachemira de Holland & Sherry utilizada en la chaqueta.
Como conclusión decir que esta ha sido una de las aventuras sartoriales más locas en las que he participado. Dudo que de poder marchar atrás me volviera a embarcar en semejante proyecto aunque a tenor de todo lo que nos hemos divertido y la repercusión, tanto nacional como internacional, que ha tenido seguro que lo volvería a hacer.
Para terminar quiero aprovechar y dar las gracias a las casas que han confiado en mi para llevar adelante este apasionante proyecto: Montblanc, Holland & Sherry y Bentley Madrid, casas que han apostado por un profano en el mundo de la moda pero que tienen en su ADN de lujo y exclusividad valores como lo intemporal, lo hecho a mano y lo confeccionado a medida.
Fotos: 1ª y dos últimas fotos: Alvaro Felgueroso
El Aristócrata