En vista de la polémica levantada en torno a la ropa más correcta de vestir en las bodas y del porqué el esmoquin no debería tener cabida en ellas, quizás convenga repasar algunos conceptos básicos pero fundamentales.
Todos los conjuntos de hombre quedan englobados bajo alguno de estos dos encabezados. ¿Cuántas veces hemos escuchado o leído en una invitación eso de “vestimenta formal”, “casual” o “informal”? Aunque en español asociemos el término “formal” con prácticamente toda combinación donde la corbata esté presente, e informal a aquellos donde ésta, o incluso la chaqueta, podría estar ausente, esto no es del todo exacto.
Estando ya muchos lectores de vacaciones, y con algo más de tiempo para profundizar en los principios básicos de la vestimenta del hombre, cabe mencionar que los términos “formal” e “informal” provienen directamente del inglés y si bien se escriben igual su significado dista mucho en unas latitudes y otras. En el Reino Unido ambos términos, formal e informal, hacen referencia a combinaciones donde la corbata, estándar o de lazo, está siempre presente. En España, en cambio, por “informal” se llega a entender desde una chaqueta con unos chinos hasta un vaquero con un polo. Dicho esto, ambos términos han evolucionado con el tiempo llegando, incluso, a incorporar uno nuevo: el “semi-formal”.
Así pues, el código de vestimenta más purista británico establece que el chaqué y el frac son atuendos formales, el esmoquin y el stroller semi-formales y el traje de chaqueta una prenda puramente informal. Para el protocolo inglés la diferencia entre ambos términos radica en la longitud de la chaqueta. Mientras que el atuendo formal se caracteriza por contar con una chaqueta con longitud por su parte trasera hasta la rodilla, en el atuendo semi-formal e informal la chaqueta es visiblemente más corta.
Atrás quedó la época Victoriana y Eduardina donde los hombres vestían chaqué o frac por el mero hecho de que una mujer estuviera presente – el chaqué con luz solar y el frac sin ella. Solo cuando estas no estaban, y siempre de noche, se permitían vestir sus esmóquines. Y es precisamente por el carácter formal de la boda y el lúdico del esmoquin por el que nunca se debería vestir este en aquellas, algo que sigue hoy tan presente como entonces.
Desde entonces algunos conceptos han evolucionado. Concretamente si antes de la I Guerra Mundial y en el periodo de entre guerras el frac era considerado como el conjunto a vestirse después de las seis de la tarde, terminada esta el frac se reserva ya a actos de gran solemnidad. Igualmente, el esmoquin empieza a vestirse a la noche en momentos lúdicos convirtiéndose en los años treinta en el atuendo semi-formal más popular.
Terminada la II Guerra Mundial, el traje de chaqueta reemplaza al chaqué por la mañana y se empieza a vestir incluso por la tarde, momento en que la vestimenta del frac pasa a ser puramente testimonial.
Es a partir de los años sesenta y setenta, con la llegada de la conocida Peacock Revolution, cuando una juventud deseosa de romper reglas destierra para siempre la forma de vestir de sus padres. Si bien todavía por aquel entonces los sectores más tradicionales seguían prestando atención a la clasificación de atuendos formal e informal, la gran mayoría ya aceptan como “formal” la mera vestimenta de un sencillo traje.
Y algo similar ocurrió con la evolución del término “informal”. Si el hombre de los años 20 entendía por acto informal vestir traje o esmoquin, el de los 40 asociaba ese término ya únicamente con el de traje. A partir de los 60 los conceptos “casual” o “informal” se asocian con conjuntos donde podría estar presente una chaqueta, pero no ya la corbata.
La clasificación original de “formal” e “informal” es la que se debería tener en cuenta cuando surgiera la duda o no se tenga claro qué busca el anfitrión en su invitación. Mejor que se equivoque él con el término utilizado que nosotros intentando interpretar sus pensamientos.
Dicho esto, el relajamiento reciente en el vestir obliga a repensar el significado de ambos términos según el ambiente y el perfil de la persona que invita. Y si invitamos nosotros, no corramos riesgos. Escribamos: “frac”, “chaqué”, “esmoquin”, “traje” o “chaqueta” y omitamos términos ingleses que solo conducen a confusión.
El Aristócrata