¿Un traje súper 220s es mejor que uno súper 100s? No tiene por qué, depende.
Pero vayamos por partes. La designación “súper” se utiliza para clasificar las lanas súper finas, de ahí su nombre, y sirve para definir la finura de las fibras de la lana cuyo grosor se mide en micras. La micra es la millonésima parte del metro, es decir, encontramos 1000 micras en un milímetro. Para entendernos, una lana súper 80’s cuenta con 19.75 µm mientras que una súper 220´s tiene 12.75 µm, es decir, se trata esta última de una lana más fina.
Sin embargo, como veremos más adelante, no por tener un dígito mayor y ser más fina la tela la prenda tiene que ser mejor. Tampoco el tacto de la tela debería ser definitivo para decantarnos por una u otra. El tacto de los tejidos no viene solo dado por la finura de la fibra sino también por una serie de procesos donde se interviene la tela buscando un tacto concreto; de ahí que haya telas súper 100s con un mejor tacto que telas 120s. Tengamos en cuenta que si bien la oveja merino es famosa por producir una de las lanas más finas del mundo, esta aparece frecuentemente mezclada con fibras de cachemira, angora, mohair, seda etc. dando lugar a texturas muy diferentes. Por ello, no se deje engañar por su vendedor y antes de escoger su tela decida para qué quiere el traje y el uso al que lo destinará.
Entonces, ¿las lanas más finas no son mejores que las gruesas? A pesar de que los telares más prestigiosos del mundo sigan otorgando premios a los criadores que obtienen los fardos de lana más finos, la realidad es que el significado de la palabra “mejor” puede encontrar respuestas enfrentadas. Si por “mejor” entendemos suavidad, efectivamente las telas súper 150s, y superiores, serán las “mejores”. Pero si para nosotros la mejor tela es la más resistente, duradera y la que nos permite un uso frecuente de la prenda, las telas súper 120s y superiores apenas nos interesarán.
Tengamos en cuenta que las lanas más finas suelen utilizarse para hacer tejidos muy ligeros los cuales a su vez se usan para confeccionar prendas muy frescas y nada pesadas, normalmente telas de no más de 280 gramos de peso. Por ello, estas telas tan finas demandan un cuidado que probablemente no podamos ofrecerles. Las chaquetas y trajes confeccionados con estas lanas no admiten de buen grado la limpieza en seco – puede incluso deformar la prenda -, son más frágiles que las pesadas, se arrugan con gran facilidad y su vida útil es relativamente corta. Normalmente estas telas son bastante caras y no se encuentran fácilmente en los trajes de confección. De acudir al sastre, algo siempre recomendable, busquemos uno experimentado y capaz de controlar tanto el nervio de estos tejidos como la complejidad que conlleva conseguir unas puntadas regulares en un tejido que no parará de resbalar al contacto con la aguja.
Por todo esto, es el uso, y no la tela, lo que debería mover nuestra elección hacia uno u otro tejido. Si vive en clima tropical seguro que el lino se convierte en su inseparable compañero y si lo hace en el campo rodeado de lluvia y frío lo será el Harris Tweed. Si lo que busca es una chaqueta de viaje con la que afrontar largos trayectos y asistir al llegar a su destino a una reunión sin visibles arrugas se decantará por lanas compactas, es decir, no superiores a súper 100s. Aunque ciertos telares, principalmente italianos, sigan compitiendo por ofrecer a sus clientes las lanas más finas del mercado no se deje llevar por estrategias de marketing ni por vendedores mal informados. La mejor tela es la que más se adecue al uso al que la vaya a destinar la prenda.
El Aristócrata