Nunca hasta la fecha habíamos traído a esta página un artículo donde se narrase la confección a medida de un conjunto de dos piezas. Y curiosamente lo tendríamos que haber hecho mucho antes ya que este tipo de conjuntos cada día están sustituyendo más a los trajes convencionales.
No es que esto sea la situación ideal ya que muchos preferiríamos que los dos piezas convivieran solo de vez en cuando con los trajes y nunca llegaran a sustituirlos. Sin embargo, la relajación en las normas en la vestimenta masculina contradice nuestros deseos y hace que cada día los dos piezas tengan un mayor protagonismo.
Dicho esto, debo admitir que teniendo en cuenta que en nuestro país parece que no existe otro traje que no sea el azul marino, la idea de que se cambiaran estos, por lo menos por el día, por elegantes y variados dos piezas me parece un soplo de aire fresco para el soporífero panorama actual español.
No obstante, en esta página tenemos la obligación de dejar claro que los dos piezas son un conjunto informal y que no se le debería dar uso formal alguno y, por el contrario, se deberían reservar para los Casual Fridays o para el tiempo libre.
La variedad de tejidos tanto en composición como en diseños de las chaquetas de sport es enorme y esto permite jugar tanto con texturas que no serían de recibo en ambientes serios como con dibujos que pecarían de excesivamente informales hasta en una rutinaria reunión de trabajo. Sin embargo, los colores con los que podemos jugar es infinitamente mayor que los que permite el vestir más formal.
En esta página ya hemos hablado de la Chaqueta de Tweed, que para mí es la chaqueta de sport por excelencia. Sin embargo, esta vez queremos hacerlo de otra chaqueta que aún siendo para mí algo menos especial es de todo punto obligada en el armario del caballero, entre otras cosas por su enorme versatilidad: la hoy mal denominada Blazer.
Y empiezo el artículo de este mes explicando el porqué de lo erróneo de esta denominación recuperando algo que escribí para un periódico hace algún tiempo donde explicaba dicho error.
Como la mayoría de las prendas de vestir masculinas, la blazer tiene su origen en Inglaterra. Si hacemos caso a la historia, la aparición de la primera blazer se debe al Capitán de la fragata Británica H.M.S. Blazer quien en 1837 vistió a sus marineros con una chaqueta azul marino oscura cruzada con botones dorados para recibir la visita de la Reina Victoria. Fue tal el entusiasmo que la Reina mostró al ver esta chaqueta que la blazer se popularizó rápidamente entre los marineros de la época.
Por su lado, la blazer de sola una hilera de botones tiene su origen en las chaquetas que los clubs de remo ingleses vestían en las regatas del S.XIX. Concretamente su popularidad se atribuye al club de bote Lady Margaret del St. John´s College de Cambridge. Fueron los clubs de remo de aquella época los que empezaron a personalizar esta chaqueta con estampados de rayas gruesas de colores, en muchos casos, no poco llamativas.
Por ello, las chaquetas azul marino, con botones dorados y de hilera sencilla están más cerca de cualquier otra chaqueta de sport que de una auténtica blazer. Por lo tanto, si nuestra intención es presumir de contar con una genuina blazer esta debería ser siempre cruzada y contar con los seis obligados botones de latón o dorados.
Como decíamos al comienzo del artículo, hay pocas prendas que sean tan versátiles como una sencilla chaqueta azul marino. Este tipo de chaqueta podemos vestirla tanto con unos vaqueros y unos mocasines como con un pantalón gris, una camisa de rayas, una corbata de punto y unos Tassel de ante. Es cierto que hay gente que incluso lo hace de forma estilosa con un vulgar polo pero el que no asome un puño por las mangas hace que no me convenza personalmente esta última opción.
Igualmente, a los más viajeros, esta chaqueta les permite que en esos desplazamientos donde no se puede portar mucho equipaje la puedan vestir desde por la mañana de forma totalmente sport hasta por la noche acompañada por un pantalón de franela gris, una corbata y una camisa de gemelos y en ambos casos ir correctamente vestido.
De la misma manera, debido a que las americanas, e incluso las blazers, estaban pensadas originariamente para un uso sport las podemos combinar con seguridad con corbatas de seda gruesa o de punto.
E igual de fácil resulta su combinación con nuestros pantalones y zapatos. Respecto a los pantalones empezar apuntando que si bien la manera más actual de combinar la blazer tanto de botonadura cruzada como sencilla es con vaqueros, si nuestro objetivo es vestir un look algo más formal la mayoría de las prendas que llevemos deben perseguir ese mismo fin y deberían guardar cierta relación entre sí. De la misma manera, si buscamos un look de lo más informal no vestiremos, por ejemplo, vaqueros de vestir o camisas claramente destinadas a vestirse con traje. Aunque como ocurre en muchas ocasiones, el acertado estilo de ciertos caballeros justifica la omisión del cumplimiento de la mayoría de las recomendaciones aquí nombradas.
Respecto a los zapatos, apuntar que con un conjunto formado por una buena americana, una elegante camisa y unos zapatos tipo botas Chelsea, unos Blucher color vino o unos Tassel de ante podremos ir desde de compras por la mañana por Jermyn Street hasta a la discoteca de moda por la noche.
Dicho esto, para mí la combinación más formal, y en muchos casos también la más elegante, sigue estando reservada a la que se realiza con pantalones de franela de color gris. Si bien la combinación con un gris claro resulta muy bienvenida al producir un contraste de colores muy acertado, si buscamos un aspecto algo más formal deberíamos optar por una tonalidad más oscura de gris.
Hoy seguramente sea la americana azul la prenda más fácil de encontrar en cualquier tienda de caballeros y quizás por ello haya muchos lectores que no tengan del todo claro la necesidad de mandársela confeccionar a medida.
El tiempo me ha demostrado que la sastrería a medida, de conservar más o menos el tipo con el paso de los años, es siempre una inversión de lo más rentable. Siguiendo precisamente este pensamiento y mi opinión de que el conjunto formado por una chaqueta azul y un pantalón gris siempre estará actual no dude en acudir a la sastrería Reillo para que fuera precisamente D. José María quien diera forma a mi idea de este conjunto.
Para aquellos que no conozcan a D. José María Reillo les aconsejo que lean este artículo que publiqué allá por el año 2009.
Y aquellos que ya le conozcan o que tengan la suerte de contar con alguna de sus creaciones seguro que entienden mi decisión de acudir nuevamente a él para darle vida a esta prenda. Después de echar un vistazo a los nuevos muestrarios que acababan de llegar y en contra de lo que suele ser lo normal empezamos definiendo lo que sería el pantalón dejando para más adelante la chaqueta.
Y escogimos para nuestro pantalón un tejido de la casa Drapers. Como ya comentamos en el artículo que escribimos sobre el esmoquin, Drapers cuenta con una gran relación calidad-precio y suele ser una opción segura y duradera.
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Una vez decidida esta, y con la idea de darle al pantalón un toque algo diferente en lo que a su diseño se refiere diseñamos una cintura más ancha de lo normal y pensando en el uso que le íbamos a dar también con bastante refuerzo interior para que mantuviera su forma inicial y no se arrugara con facilidad al tener que pasar mucho tiempo con él sentados. Por darle un toque algo diferente, el botón lo corrimos hasta prácticamente donde empezaba la pinza del pantalón y adornamos la terminación con un pasador; pasador que aunque ciertos señores lo utilizan para anudar la cadena de las llaves nosotros lo pusimos exclusivamente por una cuestión puramente estética.
Aunque la informalidad de este conjunto seguramente admitiría de buen grado un cinturón yo me acostumbré hace años al uso de tirantes y no me termino de verme cómodo con un cinturón. Por ello, cortamos el pantalón con el típico talle inglés caracterizado por abrochar en la cintura, y no en la cadera, y por tener la parte trasera algo más alta que la delantera. En esta parte trasera realizamos el típico corte en la mitad para repartir el tirón de los tirantes por todo el diámetro de la cintura evitando de esta manera que se concentrara dicho tirón justo en la mitad del mismo y consecuentemente pudiera molestarnos.
Al haber concebido este conjunto para ser usado en ocasiones informales, o mejor dicho no muy formales, escogimos para el pantalón un diámetro más reducido del que es normal en mis trajes completos. En concreto, probamos esta vez un diámetro de diecinueve centímetros pensando en hacerlo acompañar de zapatos no muy alargados que pudieran dar la sensación de contar con un pie de enormes dimensiones; algo desgraciadamente hoy muy común entre aquellos que se dejan llevar por ciertas modas.
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Como en todos mis pantalones, los botones en la bragueta se hacían imprescindibles como los bien se hacían bolsillos laterales paralelos a la costura del pantalón. Igualmente, optamos, como siempre, por dos cerilleras laterales; cerilleras que me sirven para separar las monedas de uno y dos euros de las de menor valor (todos tenemos manías y esta es una de las mías). Las pletinas laterales y la vuelta de cuatro centímetros completó su “informalidad” y el estilo que buscábamos.
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Como en todos mis pantalones, los botones en la bragueta se hacían imprescindibles como los bien se hacían bolsillos laterales paralelos a la costura del pantalón. Igualmente, optamos, como siempre, por dos cerilleras laterales; cerilleras que me sirven para separar las monedas de uno y dos euros de las de menor valor (todos tenemos manías y esta es una de las mías). Las pletinas laterales y la vuelta de cuatro centímetros completó su “informalidad” y el estilo que buscábamos.
La chaqueta también la diseñamos pensando en que fuera a vestirse en alguno de mis largos viajes tanto con este pantalón como con otros conjuntos si cabe más informales. Y lo hicimos intentando darle un toque moderno en el interior pero manteniendo unas proporciones lógicas en el exterior evitando que terminara siendo una chaqueta de solo dos temporadas.
Una de las cosas sobre las que influye más la moda es sobre el tamaño de las solapas. En pocos años hemos pasado de ver unas solapas estrechísimas y sin sentido alguno a otras ahora de unas enormes dimensiones sin con mucho más sentido. Igualmente, el largo de las chaquetas y los anchos de las bocas del pantalón también ha sufrido modificaciones a lo largo de los años.
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Es cierto que conforme va aumentando nuestro armario solemos probar nuevas cosas y arriesgar más. No obstante, si lo que queremos es una prenda que nos dure un largo tiempo de forma más o menos actual resulta mejor optar por medidas y proporciones algo más clásicas. De hacerlo así, ni nuestra chaqueta ni nuestro pantalón serán nunca los más actuales pero tampoco nunca pasarán de moda.
El tejido que escogimos para nuestra chaqueta estaba firmada por la casa italiana de Biella Lanificio di Pray. Si bien era de 100% cachemira y tenía un muy buen tacto y me fue recomendado por D. José María reconozco que no la conocía. Debido a que muchos de vosotros me pedís con bastante frecuencia por mensaje privado que os recomiende una casa de telas para vuestro primer traje prefiero esperar y ver como envejece esta cachemira antes de recomendárosla.
En contra de lo que es lo más habitual, es decir prestar atención prácticamente solo al exterior de la chaqueta, en esta ocasión quisimos que el interior fuera tan protagonista como el exterior.
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Aunque he probado chaquetas forradas, no forradas, con entretelas de invierno, de verano, sin ellas, etc. la experiencia me dice que si lo que buscamos es una chaqueta duradera y que además acepte de buen grado el maltrato que supone el que te acompañe en el coche, en el avión, a veces en la maleta etc, se debe optar por una chaqueta algo “armada”. Y entrecomillo la palabra armada porque con ella no me estoy refiriendo ni mucho menos a cargarla de hombros o de entretelas sino solo a forrar tanto el cuerpo principal como las mangas.
Sin buscar crear ninguna polémica os recomiendo que echéis un vistazo a las chaquetas que más os han durado o incluso mejor que más han durado a vuestros padres y observéis su construcción. Con casi total seguridad contarán con forro. Y es que el forro protege el interior de la tela de posibles enganchones y del roce continuo con tirantes, pantalón etc.
Para este forro elegimos un rojo bastante fuerte que me gustó por su contraste con el azul marino de la chaqueta. Y con un tejido destinado a la confección de camisas de sport realizamos los vivos y el interior de los bolsillos. Ni que decir tiene que todo está rematado a mano y que no olvidamos reforzar el lateral del bolsillo, bolsillo realizado según unas medidas especificadas por mí, para que la entrada y salida constante de la cartera no terminara rompiendo sus extremos.
El diseño exterior, aun guardando unas proporciones bastante lógicas, lo hicimos pensando también en vestir la chaqueta de forma independiente en un ambiente de sport. Para ello, optamos por unas mangas cómodas pero más estrechas que las de las chaquetas de mis trajes. Igualmente, reforzamos su aspecto sport cosiéndole tres bolsillos, 2+1, todos ellos con forma de media luna. Las solapas las ensanchamos algo más de lo que es frecuente en los trajes de calle pero sin llegar a ser excesivamente grandes.
La doble abertura trasera además de por comodidad también por estética fue la que escogimos para esta americana cuyos faldones acortamos un poco pensando precisamente en ese su uso más sport.
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Una de las cosas que incorporamos juntos D. José María y yo hace ya años a las chaquetas de sport fue el doble ojal en la solapa. Esto obviamente es algo puramente estético y no por contar con dos ojales la chaqueta es mejor. Si bien la moda, sobre todo en las casas especializadas en MTM, de coser un ojal de las mangas en un color diferente al resto no me gusta nada, sino más bien todo lo contrario, el contar con dos ojales cosidos a mano en la solapa es un toque personal que sí me parece gracioso.
El prestar atención a estos detalles menores no significó para nada que dejáramos en segundo plano lo verdaderamente importante: la construcción de la prenda, su aire y la calidad de la mano de obra.
Resulta difícil apreciarlo por las fotos pero la chaqueta apenas cuenta con entretelas en las solapas como tampoco en los costados medios. El no contar con dichas entretelas sobre todo en la parte lateral baja de la chaqueta no nos debe llevar a pensar que esto sea la panacea ya que aquellos que persigan que la chaqueta les caiga con aplomo y no les forme ninguna arruga con seguridad acertarán más de acudir a la sastrería más tradicional.
Nosotros, por nuestro lado intentamos tanto buscar la duración de la prenda como también cierta comodidad extra sobre todo pensando en el uso al que la íbamos a destinar. Por ello, como hemos comentado, ni la entretelamos del todo ni tampoco la armamos mucho. Nos limitamos, por el contrario, a jugar con el peso considerable de la tela poniendo una entretela de verano en los costados altos y la estrictamente necesaria en las solapas para darles forma.
Los hombros los reforzamos con un mínimo de hombrera. Concretamente deshicimos una hombrera estándar y nos quedamos con un tercio de su grosor inicial. Tercio que después de coser y planchar la chaqueta apenas se aprecia pero que resulta obligado si queremos que nos dure la chaqueta en óptimas condiciones a lo largo de los años y más sobre todo teniendo en cuenta el maltrato que recibirá.
Precisamente, la resistencia extra que para este maltrato reclamaban las costuras se vio respondido con el doble picado que realizó D. José María, picado que en contra de lo que ocurre en muchas sastrerías de prestigio internacionales, en la alta sastrería española todavía se sigue realizando a mano. Este doble picado se realizó tanto en los hombros, solapas, bolsillos y frontales.
Si bien en un principio pensé que solo un botón central podría quedar muy elegante al final me decanté por un 2+1 porque tras hacer diferentes pruebas frente a espejo no me convencía que una parte tan importante del torso quedara tan expuesta.
Como contaba en un artículo que publiqué hace ya unos años en otro medio sobre la verdadera blazer, una de las concesiones más interesantes que te brinda esta prenda es la posibilidad de escoger entre multitud de botones personalizados. Los que tengan la ocasión de pasar por Londres les recomiendo que visiten la legendaria casa Benson & Clegg de Picadilly Arcade que cuenta con la distinción de proveedor de la Casa de Su Alteza El Príncipe de Gales de botones, emblemas y corbatas regimentales. Escoger entre sus más de 120 modelos de botones con seguridad no nos resultará nada fácil.
Otra casa que cuenta también con botones para blazers muy interesantes, aunque en mucha menor cantidad, es Holland & Sherry. Fue precisamente uno de sus botones por los que finalmente nos decidimos. Concretamente escogimos un modelo cuyo tonalidad de oro viejo creíamos que combinaría bastante bien con el color y el aire de esta chaqueta.
Las tres pruebas de rigor, narradas aquí en diversos artículos, trajeron al mundo un conjunto que esperamos nos acompañe durante muchos años y en muy diferentes ocasiones. Y es que pocos conjuntos de dos piezas pueden alternar con tanta elegancia y tanta intemporalidad con nuestros trajes del día a día como el formado por una chaqueta azul marino y un pantalón gris.
El Aristócrata
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