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martes, 24 de mayo de 2022

¿CÓMO DESCUBRIR RÁPIDAMENTE UN TRAJE ARTESANAL?


Empiezo diciendo que es francamente difícil solo por fotos diferenciar un traje artesanal. Si bien los detalles que ahora veremos pueden hablar del cariño puesto en un traje, todos, o casi todos, estos detalles se pueden encontrar también en un traje bueno de sastrería industrial. 

Dicho esto, hoy vemos que se vende como artesanal y hecho a medida trajes que o bien se limitan a ajustar un patrón estándar a una fisionomía determinada o solo añaden un detalle como un bolsillo de parche o una solapa más ancha. Esto también ocurre en camisas y zapatos. 

¿Pero cuáles son esos detalles en los que sin ser expertos podemos fijarnos para descubrir si un traje es artesanal o no? 

- Ojales a mano. Un bonito ojal milanés en la solapa denota una destreza importante en el uso de la aguja. Conviene mirar los ojales de las mangas pues la mayoría son industriales. Una manera sencilla de comprobar si efectivamente han sido cosidos a mano es dándoles la vuelta. Si tanto por fuera como por dentro la terminación es similar no son a mano. 

- Doble picado. Un segundo cosido a mano en hombros, solapas, bolsillos y frontales habla de verdadera artesanía. 

- Los hombros. Si en su unión con la manga se observa como esta se eleva, algo conocido coloquialmente como “chorizo”, el hombro habrá sido cosido a mano. También si este cae de manera natural, sin salto alguno, formando incluso pliegues, - hombro conocido como “napolitano”, estaremos ante un hombro artesanal. 

- El forro. Más importante que el forro en sí, es asegurarse que esté cosido a mano. Las puntadas de la máquina son todas similares en medidas y distancia; las hechas a mano no. 

- Los dibujos casan. Si el estampado del traje no es liso, es decir cuenta con algún tipo de dibujo, observaremos como en las solapas de los bolsillos los dibujos casan. Hablando de dibujos, conviene igualmente comprobar que en la costura central de la espalda dicho dibujo no se parte ni se oculta. 
- Botones de corozo. A cualquier chaqueta se le puede coser cualquier tipo de botones. No obstante, si los botones son de corozo, de asta o de cualquier otro compuesto natural, nunca de plástico, es más que probable que la chaqueta sea artesanal. 

- Bolsillo interior. Al introducir repetidamente la cartera en el bolsillo interior de la chaqueta este puede terminar descosiéndose por sus extremos. Por ello, los sastres lo rematan con un cosido de refuerzo. 

También en los pantalones encontramos detalles que hablan de su calidad:

- Corte trasero. Como mejor se ven los pantalones de traje es con tirantes. Por ello, resulta frecuente observar un corte en la parte trasera para ayudar a extender el tirón de los tirantes por toda la cintura del pantalón. De haberse cortado el pantalón para tirantes no verá pasador alguno para el cinturón y, modas aparte, su pantalón tendrá cosidos unos botones por dentro de la cintura donde poder asir las lazaderas de piel de todo buen tirante. Por ello, desconfíe de esos trajes donde los tirantes tiran, usando pinzas o lazadares, de una cintura con pasadores. Las pletinas, laterales o una central, terminan de ajustar un buen pantalón a la cadera. 

- El bajo. Más allá de un ancho u otro, los bajos suelen reforzarse en su interior con una tira extra de tela para evitar que se deshilache por el roce con el zapato. Frecuente es también que se cosa un botón en su interior para poderlo desdoblar y quitar la suciedad que con el tiempo se puede llegar a acumular.   

- Ojales traseros. Tanto los ojales de los bolsillos traseros como los de la portañuela deben haberse cosidos a mano. Hay quienes prefieren la clásica cremallera y no por ello el grado artesanal de su pantalón es menor. 

- Cintura. Múltiples diseños, tanto en grosor como en forma, denotan cariño extra en su confección. La pinza doble así como el picado artesanal en la apertura del bolsillo terminan por diferenciar al pantalón industrial del artesanal. 

Si bien es cierto que estos detalles podrían encontrarse en un buen traje MTM, al menos en España, estos suelen ir acompañados de una medida artesanal.

El Aristócrata

martes, 29 de marzo de 2022

LA IMPORTANCIA DE LA IMAGEN

 

La ropa es, en muchas ocasiones, la única responsable de hablar por nosotros. Una determinada elección envía al receptor un mensaje bastante directo sobre quienes somos. Si no se va a producir conversación alguna solo esta y cierto mensaje corporal hablan de nosotros.

Obviamente, con conversación por medio la imagen inicial puede verse reforzada, alterada o incluso totalmente cambiada. Pero qué duda cabe que un buen comienzo siempre ayuda. 

Las fotos que ilustran este artículo son bastante claras al respecto. Sin entrar a valorar la valía, o no, de ambos personajes (no se publicará ningún comentario que vaya en ese sentido) parece claro que sus atuendos envían mensajes bastante diferentes. Y no solo los atuendos aquí fotografiados, al final se trata en ambos casos de trajes, sino el corte de estos es el que habla más de quien lo viste. 

De entrada, el corte de Felipe VI habla de una persona más seria, aunque también posiblemente más distante. Más recto en sus decisiones y con mayor autoridad. Si preguntáramos a un niño que no los conociera quien pensaría que de los dos más manda seguramente señalaría a Felipe VI – su estatura también ayudaría al niño a llegar a tal conclusión -. Si nos preguntáramos a nosotros mismos quién vemos cómo mejor representante, muy probablemente, escogeríamos a Felipe VI – al margen de toda valoración política; de no conocerlos y basándonos solo en su aspecto físico. 

El vestir bien o mal tiene más que ver con la cuna, el gusto o el respeto que con el bolsillo. Un traje con una buena hechura no tiene por qué ser más caro que uno mal terminado. Es el mismo precio el de un pantalón que arrastra que el que termina en su sitio, al igual que una chaqueta que no hace arrugas no tiene por qué costar más que la que no las hace. Y, por supuesto, un pantalón bien planchado solo requiere saber que este queda más bonito con su raya marcada, y sin arrugas, que con ellas. ¡Qué importante es la plancha y cómo se nos olvida!

Los lectores de esta página vestís bastante mejor que lo que hoy vemos por la calle. Y lo hacéis por cosas tan sencillas como por conocer que los extremos de los cuellos de las camisas deben quedar ocultos tras las solapas del traje. Por saber que las chaquetas de traje deben cubrir el trasero y ser más largas que las de Pedro Sánchez. Por conocer el protocolo de colores y modelos de zapatos y dejar, no como hace Felipe VI constantemente, el mocasín para conjuntos menos formales. 

Recuerdo con motivo de una entrevista que realicé a Jaime Gallo, sastre de Felipe VI, como este me apuntaba que el traje tenía que quedar bien en la foto. Y hay que reconocer que si bien los trajes de Felipe VI pierden parte de su encanto en movimiento, en parado, sobre todo las chaquetas, son dignas de admiración. Sobre los pantalones, hay quien apunta que le podría beneficiar un pantalón más estrecho con una boca también de menor diámetro. Sin embargo, creo que el pantalón guarda la justa proporción con las medidas de la chaqueta. De cambiar el pantalón, para guardar dicha proporcionalidad, habría que modificar también ligeramente las medidas de la chaqueta. 

Al fijarnos en el traje de nuestro Presidente, vemos como en afán de parecer algo más moderno y cercano su traje da la sensación de quedarle pequeño. Así al menos lo dan a entender el largo de manga, de la propia chaqueta y de lo pitillo del pantalón. Esto solo consigue, además de un mar de arrugas, que se vea el cinturón, que las solapas no cubran parte del cuello o que el pantalón parezca más unos chinos que uno de traje.

La elección de los colores también manda mensajes sobre nosotros, siendo por ello recomendable que se escojan no tanto en base a nuestro gusto personal sino a aquellos que mejor resaltan nuestro rostro. De ahí que, como ya vimos en el capítulo de elección del color, sea recomendable tener en cuenta los tonos de nuestra tez y del pelo; así como su contraste. En base a estas premisas tanto las corbatas como las camisas de Felipe VI consiguen el objetivo de mandarnos un mensaje pausado y tranquilizador. 

En un mundo donde todo va tan deprisa y apenas hay tiempo de pararnos a descubrir a las personas, será nuestra imagen y nuestra ropa las que hagan que gente se forme una su idea de nosotros. 

El Aristócrata

martes, 30 de noviembre de 2021

SASTRERÍA FRANCESA vs SASTRERÍA ESPAÑOLA

 

Si de la sastrería inglesa e italiana hemos hablado largo y tendido en este blog, no así tanto como la española y, si cabe, menos todavía de la francesa, hoy más reconocida que nunca. 

La sastrería francesa, a medio camino entre Inglaterra e Italia, en los últimos años, ha conseguido proyectar hacia fuera rasgos de su tradición sastrera, en particular a través de la labor de sastres de gran nombre como Cifonelli o Camps de Luca. Concretamente estas dos casas han sabido, como pocas, utilizar las redes sociales para darse a conocer mundialmente, algo a las que las españolas se sumaron más tarde y sin consenso previo. 

Hasta bien recuperados Reino Unido e Inglaterra de la II Guerra Mundial, Francia fue el país que marcó los derroteros, no solo de la moda de alta costura, sino también de la costura de hombre. Las mejores sastrerías y camiserías internacionales tuvieron un local abierto en la ciudad del Sena. Pasaron los años y con Reino Unido e Italia recuperados solo la costura de mujer permaneció en París, volviendo la “alta costura de hombre” a sus países de origen. Quizás por ello podemos afirmar que Francia no es hoy un país de referencia de buen vestir, al menos en lo referente al vestir masculino. 

El hombre francés viste bien, pero en términos de estilo masculino resulta difícil identificar unas figuras claras o rasgos globales típicos como los que se suelen atribuir a la sastrería italiana o a inglesa. Como pasa con la sastrería española, la francesa cuenta con profesionales excelentes y de gran prestigio, pero al no haber creado históricamente un estilo propio ha tenido que crecer entre los dos grandes países de referencia, vivir a su sombra e inventarse un estilo con el que definir su sastrería. 

Este estilo está influenciado en cada sastrería por uno más británico o italiano. Lo que sí ha conseguido la sastrería francesa es que, sin un estilo claramente propio, ha sabido inventar detalles que ha incorporado a sus trajes y que ha vendido al exterior como propios. Por ejemplo, el hombro diseñado por la célebre sastrería Cifonelli, con su sisa muy alta, orientada hacia dentro, dejando más espacio en la espalda para la comodidad de los hombros y la libertad de movimientos de los brazos, es asimilado hoy ya a toda la sastrería francesa.  

Otro detalle que hoy se considera propiedad de la sastrería francesa es el cran de solapa que los sastres parisinos han ido desarrollando a partir del diseño de Joseph Camps. Español originario de Vic, provincia de Barcelona, Joseph Camps se estableció en Francia después del final de la segunda guerra mundial, siendo desde entonces uno de los sastres más influyentes del país. En 1969, se asocia con Mario de Luca, sastre de origen italiano, para crear Camps de Luca que, hoy en día, sigue siendo una de las mejores sastrerías de París y, seguramente, de todo el mundo. 

Este cran diseñado Joseph Camps, y al cual se suele llamar “cran parisien”, es un cran sport para chaquetas rectas, pero con una forma basada en un cran de chaqueta cruzada. Es decir, la línea de separación entre la parte del cuello y la parte de la solapa no es recta como ocurre en el cran sport clásico, sino que parte de un punto más arriba en el cuello. Popularizado por Camps, casi todos los sastres parisinos crearon entonces su propia versión usando esta base, jugando con el largo de cada lado del cran, el ángulo de apertura y/o la profundidad del cran. Así fue el caso de sastres como Henri Urban, Gabriel Gonzalez, Claude Rousseau o Francesco Smalto, que salieron del taller de Camps de Luca para establecer sus propias sastrerías. 

También las famosas Maisons Lanvin o Arnys - hoy Berluti -, Max Evzeline, André Guilson (que dedicó muchos esfuerzos en desarrollar la escuela de formación de sastres en Paris) o Jo Kergoat siguieron la tendencia. La nueva generación de sastres artesanos, Maison Sirven, Maison Brano, Kenjiro Suzuki, Maison Pen o Ardentes Clipei, apostaron por mantener estos detalles y seguir expandiendo por medio mundo la idea de la existencia de una sastrería francesa. La idea de algo propio sigue siendo incluso hoy imposible de pensar en la sastrería española, empeñada en defender las características de cada sastrería, pero no como nota común de todas ellas, impidiendo esto que la sastrería española vuele más allá de nuestras fronteras.  

Es tal la idea, o necesidad, de la sastrería francesa de crear un estilo que permita compararse con la sastrería napolitana o inglesa, que incluso en la sastrería industrial es frecuente ver todos estos detalles. Este cran se aprecia en los trajes de muchas personalidades francesas, políticos, actores o altos directivos de la industria francesa, como también de personalidades de países africanos que han guardado la costumbre de seguir yendo a París a encargar sus trajes.

Son estas características, visibles, que no llamativas, las que permiten hablar de un cierto estilo francés. Este se puede definirse como una búsqueda del corte perfecto, afinando la figura sin perder confort y marcando su estilo en unos pocos puntos concretos claramente apreciables. El resto difiere del sastre que se haya escogido, aunque por lo general es frecuente ver una clara influencia de guiños tanto ingleses como italianos, de hecho, por ejemplo, algo tan particular como suele ser el ojal de la solapa en la francesa se apuesta casi siempre por el tipo "milanese".

Y España, mientras tanto, qué. Hablar de sastrería española es, si cabe, más difícil que hacerlo de la propia sastrería francesa. Al contrario de lo que ha ocurrido históricamente con los sastres napolitanos o londinenses, nuestros sastres no han tenido sentimiento de pertenencia a un grupo. Cada uno de ellos ha desarrollado su propia forma de trabajar sin prestar una gran atención a un estilo español que de alguna manera identificara la procedencia de su trabajo. Igualmente, en el sastre español ha primado más la elegancia atemporal que el estilo de sus creaciones. 

Cierto que cada sastre tiene su manera de trabajar e incluyen detalles en sus prendas que pueden, en un momento dado, diferenciar su trabajo de el de sus compañeros internacionales. Sin embargo, difícil sería de ver un traje artesanal español fuera de nuestras fronteras afirmar con seguridad que es español como si se podría hacer de ver uno napolitano o incluso inglés. 

Aunque siempre con excepciones, el sastre español busca más la perfección de líneas o el corte correcto frente al estilo de sus creaciones. Su concepto de estilo va muy unido a lo elegante que queda su cliente con su traje o abrigo. Su gusto evoluciona conforme lo hace el de este, quien es en último lugar quien anima al sastre a probar cortes o detalles nuevos. Nuestro sastre prefiere centrarse en su trabajo que salir a buscar inspiración fuera de su sastrería en ferias, publicaciones o en la propia internet. Aunque las cosas están cambiando, la sastrería española, a pesar de que pocos sastres lo reconozcan, sigue más cerca de la británica que de la más desenfadada italiana. Son trajes de correctas proporciones, de tejidos todavía algo pesados, relativamente armados y donde prima el que la prenda no haga arrugas a que transmita emoción en movimiento. Son trajes que se cosen para la foto, pero no trajes, en la mayoría de los casos, con duende. Obviamente, esto esta motivado en gran parte por el tipo de cliente, un cliente, el español, que raramente arriesga en estampados, tejidos, colores o tipo de corte. En definitiva, un cliente bastante más clásico que el de las sastrerías punteras italianas. 

La sastrería española experimenta hoy una evolución similar a la inglesa. Si bien la sastrería napolitana prácticamente desde sus comienzos ha mantenido la misma idea de lo que debería transmitir un traje, la española e inglesa están en pleno proceso de adaptación a los nuevos tiempos. Si cogiéramos prendas de sastres recientes, pero ya jubilados o desaparecidos como los hermanos Mogrovejo, Antonio Collado, Pedro Muñoz, Hilario Casado, etc. nos deleitaríamos con modelos de prendas que hoy ya no se ven, pero también comprobaríamos el poco uso que hoy se les podría dar. Prendas increíbles pero pesadas - tejidos de peso superior a los 340 gramos -, armadas, con prominentes hombreras, entretelas gruesas, excesivamente cosido y agarrotado, etc. Todo en pos de un traje prácticamente indestructible pero cercano al traje regimental británico. Hoy, por el contrario, mirándose en la sastrería italiana y más concretamente en la napolitana, la sastrería española busca prendas más frescas, más sueltas, con un toque “chic” y, sobre todo, acordes a la nueva climatología y a lo que la juventud reclama. Estúdiese una chaqueta de verano de un sastre de prestigio español y observaremos una terminación muy similar a la de una chaqueta a medida napolitana. 

Dejando de lado al ojo profesional y el más entendido, difícil es adivinar el sastre español que está detrás de ese traje o abrigo que puede llamar la atención en la calle. No hay notas tan características como sí lo hay en ciertas sastrerías napolitanas, londinenses o parisinas para intuir fácilmente quién lo ha cosido. Solapas con forma arqueada y redondeadas, mangas con reborde, cantos abiertos, cosido suelto y ojales con forma de lágrima son algunos de esos detalles que podrían ayudarnos a identificar la procedencia de la prenda. 

Dicho todo esto, si bien todavía es difícil hablar de un estilo claramente español, no lo es hacerlo de algo que diferencia a los mejores sastres españoles: su cuidada mano de obra. Esta es de una gran calidad, en algunos casos tan buena como la que más internacional, y muchos detalles que en sastrerías conocidas inglesas se rematan a máquina en España se hacen a mano. Basta coger una prenda de fuera de nuestras fronteras y ver su rematado, tanto de fuera como de dentro, para apreciar y dar valor a nuestra mejor sastrería nacional. Igualmente, de desmontar la prenda se observaría que las partes que quedan ocultas han sido tratadas de manera más cuidada que en muchas sastrerías admiradas a nivel mundial.  

Una lástima que nuestros sastres no hayan visto la importancia de internet y de las redes sociales para dar a conocer su trabajo. Para ejemplo, lo complicadísimo que resulta encontrar en internet fotos de prendas elaboradas por ellos. Pensemos también por un segundo en Reventún, Alonso o Calvo de Mora, claramente tres de los mejores sastres de España y me atrevería a decir de Europa. ¿Por qué mereciéndoselo no están en la lista de visita de los clientes de sastrería internacional? Sencillamente, porque aún habiendo hecho méritos de sobra con su aguja no son suficientemente conocidos. Y esto en cambio los sastres franceses lo vieron enseguida y para evitar quedarse rezagados de sus compañeros británicos e italianos decidieron hacer una apuesta clara por darse a conocer internacionalmente.

Si tener una de las celebres chaquetas safari de Cifonelli debería ser algo casi obligatorio para el amante de las cosas únicas, el disfrutar de un esmoquin de Manuel Calvo de Mora, más si se es español, debería estar en los primeros puestos de la lista de deseos. 

El Aristócrata

martes, 5 de octubre de 2021

LA MEJOR CHAQUETA PARA BAJOS O CON SOBREPESO


“Soy bajo por eso nunca visto trajes cruzados!”. “Estoy gordo, los chalecos para cuando adelgace”. “¿Una chaqueta a cuadros con este cuerpo?, sería el hazmerreír de mis amigos” y muchas más afirmaciones que se repiten constantemente sin tener base alguna. 

Empecemos por el pensamiento más extendido: “los bajos deberían mantenerse alejados de las chaquetas cruzadas”. Nada cierto ya que clave no está tanto en que sea un modelo cruzado sino en su corte y, por supuesto, en su estampado. La clave: aparentar ser más delgado para así también parecer más alto. 

Lo primero es asegurarse que la chaqueta no quede larga, ni por el faldón ni por las mangas. Con cubrir el trasero será suficiente. Las mangas deberán mostrar los puños de la camisa. Si esto es un detalle recomendable para todos, para los bajos lo es todavía más pues de esta forma no acentuarán su reducida complexión. No deberá abotonar por debajo de la cintura y si estamos delgados debemos intentar resaltar nuestra silueta entallando la chaqueta. Las hombreras son otro aliado para las personas de reducida estatura ya que ayudan a alargar la figura y son bienvenidas para sacar lo máximo de un cuerpo contenido. No obstante, se prescindirá de ellas si la cabeza es relativamente achatada. 

Abotonada la chaqueta esta empezará a abrirse desde la misma cintura y no más abajo consiguiendo así una mayor verticalidad. Conveniente optar por chaquetas con un solo botón o en su defecto por dos. No obstante, también se podrá elegir chaquetas de tres botones, pero solo aquellas donde el botón superior sea de mero adorno y no se pretenda abotonar (las denominadas 3 para dos). El corte de estas chaquetas hace que las solapas se alarguen mas y se junten más abajo que en las chaquetas de tres botones. Mejor sin aberturas traseras que con ellas. 

Hay detalles pequeños que también conviene prestar atención. Por ejemplo, el cosido del ojal de la solapa debe estar a mayor estatura de lo normal, el bolsillo del pecho mejor en una posición algo más alta de lo acostumbrado y los bolsillos laterales ligeramente más bajos. Ocualtar las solapas de los bolsillos laterales por dentro de dichos bolsillos aumenta la verticalidad de todo conjunto.

El traje entero les favorece más que una chaqueta y un pantalón suelto. Esto es así porque ambas prendas dividen el cuerpo en dos partes muy diferenciadas y comprometerían la verticalidad. Por el mismo motivo tampoco es recomendable el uso del cinturón, mejor los tirantes o en su defecto por pletinas. Al vestir chaquetas de sport no queda otra que optar por un pantalón de tela diferente. En este caso, las chaquetas mejor de no tener cuadros o estampados marcados. Las lisas representan la mejor alternativa. Algo que aplicaría también a los pantalones de sport. 

En cuanto a vestir chaquetas cruzadas es cierto que sus múltiples botones, así como las líneas horizontales que se forman al cruzar ambos lados de la chaqueta transmiten la sensación de una persona más baja o ancha. Dicho esto, de no quererse privar del placer de vestir una chaqueta cruzada, conviene que los botones estén más altos y juntos que en las chaquetas cruzadas estándar. (observar la foto de abajo). Mejor de cuatro que de seis. 

Los estampados son casi igual de importantes que el tipo de corte. Las líneas horizontales o los diseños a cuadros, como los POW, ensanchan la figura y, por lo tanto, también la reducen. Por el contrario, las líneas verticales alargan la figura consiguiendo la imagen de un cuerpo más esbelto. Los colores sólidos en los trajes con la apuesta más segura pues estilizan la figura pareciendo más altos. Los oscuro más convenientes que los claros. Y pareciendo más altos también aparentaremos estar más delgados. 

El Aristócrata

lunes, 11 de mayo de 2020

EL ÚLTIMO GRITO: EL CHAQUETA BURDEOS



A pesar de ser el chaqué uno de los conjuntos más antiguos de cuantos todavía hoy se visten, el conocimiento de esta prenda, y sus complementos, es bien escaso; basta repasar fotos de enlaces conocidos recientes. 

Hay errores que de tanto repetirse podría pensarse que forman parte de la vestimenta de este conjunto, pero nada más lejos de la realidad. Una ceremonia religiosa es un acto formal y por lo tanto hay que vestir a la altura de este. Ni se puede vestir como se haría en un evento cómico ni tampoco como si se tratara de una fiesta de disfraces. Si se viste chaqué hay que vestirlo correctamente, si no, mejor decantarse por un sencillo pero correcto traje de chaqueta. 
Si los novios han pedido vestir chaqué uno no puede presentarse con algo que podría intuirse se tratara de un frac. Tampoco vale combinar prendas de chaqué con otras de traje ni olvidarse los calcetines en casa. No por buscar ser el más rompedor o moderno se es el más elegante o estiloso. ¡Sencillamente se es el más chocarrero! Fallos de bulto aparte, hay una serie de errores que se suceden demasiado frecuentemente y que con el objetivo de no tener con el tiempo que guardar nuestra foto en un cajón conviene evitar.
En las bodas de día no se puede vestir ni esmoquin ni frac. Si el frac se viste por la noche, el esmoquin, con luz y sin ella, solo a los camareros les debería estar permitido. La elección del color es bien sencilla. Caben únicamente dos opciones: el clásico de levita negra y pantalones a rayas grises y negras o, de ser la boda a medio día, el chaqué gris entero (levita, chaleco y pantalón). Todo lo demás es poner en evidencia el desconocimiento que se tiene sobre esta prenda. 
Los chaqués azul marino, burdeos, azul cielo, de estampados Príncipe de Gales, cuadros etc. son sencillamente ridículos, además de nada estilosos. Tampoco lo es romper la seriedad del conjunto con un chaleco de llamativo color o de un estampado que no sea liso. A pesar también de lo frecuente de este detalle, la hechura del chaqué no puede ser la misma que la del traje del diseñador de moda que se vestía en la ceremonia de la FIFA.  Su pantalón no debe dejar adivinar lo musculado de las piernas, como tampoco su levita al abotonarse llenarse de arrugas. El corte debe ser holgado, que no ancho, no apreciándose arrugas ni en el transcurrir del pantalón ni en mangas o frontal de levita. El chaleco debe ligeramente apreciarse de tener la levita abotonada, pero entiéndase “ligeramente” como dos o tres dedos no como un palmo. 
El cinturón está prohibido, como también debería estarlo el estampar una flor, rabillo incluido, contra la solapa. Este, por el contrario, debe introducirse por el ojal dejando a la vista solo la flor elegida. Si carece de sentido vestir cinturón y tirantes simultáneamente no mucho menos lo tiene aparecer con dos relojes, uno de pulsera y otro de muñeca. 
La elección de los zapatos es igual de fácil que la del resto de complementos. Menos, es más. De ahí que unos sencillos Oxford negros lisos sean la alternativa más fácil y segura entre las que escoger. En una boda toca hacer un esfuerzo y guardar las gafas de sol hasta que el chaqué descanse en el armario. Por clásico que sea el modelo este rompe con la formalidad del evento y la prenda. 
El pañuelo de bolsillo es muy bienvenido, pero si no se va a escoger blanco mejor dejar el bolsillo huérfano que acompañarlo de uno de color o con estampado. 
Podría pensarse que todo esto obedece solo a la lógica y que nadie hoy con el fácil acceso a la información del que se dispone caería en tan garrafales errores. Sin embargo, siempre hay alguien dispuesto a demostrarnos lo equivocado de nuestro pensamiento. 

El Aristócrata

lunes, 10 de febrero de 2020

EL TRAJE DE “LA ENCICLOPEDIA DEL BUEN VESTIR”



Aunque se ha alargado mucho más de lo esperado, cada día está más cerca “La Enciclopedia del Buen Vestir”. Entre los últimos retoques estaba decidir la portada. Y para ello, de igual forma que se hizo en el “Manual del Perfecto Caballero”, escogí una composición de traje, camisa y corbata; todo ello siempre de mi armario.

Si la camisa corrió a cuenta de Mariano Langa, la corbata de Marinella, el traje lo realizó, también como en la otra portada, José María Reillo. Para este, y pensando en dicha portada, escogimos una franela de Holland & Sherry de estampado diplomático en azul marino; y, por supuesto, de hilera cruzada. 
La franela, además de ser un compuesto bastante transpirable y puramente de invierno, tiene la particularidad de tener cierta elasticidad, arrugarse menos que otras lanas y perder las líneas de la plancha, tanto en mangas como en pantalón, más rápido que también en otras lanas. Al contrario que en el estambre, la aparición de bolas por el roce en la entrepierna es muy poco frecuente; y muy difícil si la franela es de calidad. 
Todos evolucionamos y quienes tengan el “Manual” verán que el corte de aquel traje de hace ya ocho años difiere bastante de este. En este último vemos una silueta algo más ceñida, mucha menos hombrera, una chaqueta más corta, un pantalón más estrecho… Sin embargo, en lo que no ha cambiado ha sido en la forma de confeccionarse. Un patrón retocado a lo largo de los años, tres obligadas pruebas y muchas horas de taller. La mano de alguna nueva oficiala es todo lo que diferencia aquel de este traje. 
Cada vez me gustan más para verano los trajes cruzados del tipo 4x2, con sus bolsillos de parche y su ausencia de entretelas y forros. Sin embargo, para el invierno sigo prefiriendo los cruzados 6x2 y con cierto cuerpo. Esto no es ni mejor ni peor, es solo cuestión de gustos. Y para mi gusto el 6x2 con sus bolsillos estándar transmite algo más de seriedad; cosa que por otro lado perseguía para la portada del nuevo libro.
El traje está a falta de una última prueba. Ciertas bolsas se apreciaban en las asilas por la parte trasera y el cuello pedía también un cierto retoque por la espalda. Las mangas necesitaban medio centímetro extra. Pero por lo demás, estaba todo listo para la entrega.
La camisa encaja muy bien en el cuello del traje y a pesar de ser también de rayas tanto su estampado como su color conseguía, siempre desde mi punto de vista, un bonito contraste. Los clientes habituales de Mariano saben que una vez les haya tomado el pulso sus camisas no requieren ni de ser probadas. 
Las corbatas de Marinella son siempre especiales. Se puede elegir entre, literal, cientos de dibujos. Pero es su seda tan especial la que consigue los nudos más bonitos. El hoyuelo que hacen es único. Sin ser esta corbata llamativa combina acertadamente con traje y camisa no reclamando protagonismo alguno y dejando que sea el rostro el verdadero protagonista. 
Podíamos haber rizado el rizo buscando un pañuelo de color o con algún tipo de estampado, pero siempre presente el “menos es más” decidimos que difícil sería fallar con un pañuelo blanco mostrado de manera poco llamativa y todavía menos pensada. Además, con el paso de los años cualquier otra alternativa podría haber sobrecargado el look haciendo forzada la portada de un libro que está llamado a convertirse en un clásico.
Respecto al libro qué decir. Lo considero mi obra maestra. Dudo mucho que nunca más vuelva a escribir otro. El esfuerzo, la dedicación y el tiempo que requiere escribir tantas y tantas páginas hace inviable que pueda volver a hacerlo.  Y precisamente por la escasez de tiempo y porque quería que su contenido me llegara a sobrevivir es por lo que he preferido dedicarle varios años hasta sacarlo a la luz. 
Con la portada prácticamente concluida, lomo y contra también terminados solo falta que mi buen amigo José Antonio Tello me envíe la última versión revisada para enviarlo al maquetador y dejarlo listo para la imprenta. 

¿Os gusta la portada y la contra? ¿Cambiaríais o mejoraríais algo? ¡Gracias!

El Aristócrata

lunes, 23 de diciembre de 2019

CÓMO CUIDAR LOS TRAJES



Muchos serán los que esta semana tras abrir el armario descubran sus trajes de verano esperándoles en el armario. Aunque a estos trajes todavía les queda alguna de semana de protagonismo en breve deberán lavarse y guardar hasta el próximo verano, 

Un traje, un abrigo, un esmoquin, más si son a medida, son una importante inversión que requiere de un considerable desembolso. A las puertas del cambio de temporada, y con ella de armario, cuidar la ropa y saberla guardar hasta la llegada del nuevo invierno se antoja más que recomendable.
1- Menos plancha. La plancha trae consigo la aparición de brillos y la rotura a largo plazo del traje. Concluida la jornada laboral un cepillazo, una percha con hombros redondeados y el pantalón no doblado sino extendido en su totalidad evitará abusar de ella. Con el pantalón, un cepillo con cerdas más rígidas que las utilizadas en la chaqueta es recomendable. Utilizar una máquina de vapor antes de colgar el traje quitará las arrugas formadas durante el día.
2- Invertir en una buena plancha es más que aconsejable. Ahorrar en la plancha es el primer paso para acortar la vida de los trajes. Si la plancha nunca debería tocar directamente el tejido también es importante que su placa de metal sea de calidad y la temperatura aplicada la correcta. 
3- Resulta importante saber utilizar la plancha. Para que la plancha no toque el traje, úsese una toalla húmeda. Una vez desaparecidas las arrugas planchar nuevamente la zona afectada pero esta vez en seco eliminando cualquier resto de humedad. 
4- Alternancia de trajes. Evitar vestir el mismo traje más de una vez a la semana garantiza que su vida se alargue, que su lana recupere su aspecto original y que sus arrugas desaparezcan sin necesidad de usar mucho la temida plancha.
5- Valerse del vaho del baño para quitar las arrugas no es bueno. A pesar de la creencia generalizada, abrir el agua caliente esperando a que el vaho haga desaparecer las arrugas introducirá humedad en el traje pudiendo producir, sobre todo en los trajes artesanales que no usan la técnica del termo fijado, pequeñas bolsas de aire en solapas y costuras. El uso de una plancha de vapor consigue mejor resultado. No se deben guardar durante meses trajes o abrigos sin haber sido antes lavados y planchados. De hacerlo, al volver a vestirlos será muy difícil quitar las manchas con las que se guardaron.
6- Mucho ojo al escoger la tintorería. Son escasísimas las tintorerías que saben tratar los trajes artesanales. Por el contrario, la inmensa mayoría aplica productos químicos y técnicas muy agresivas con los que hacer desaparecer manchas y arrugas. Importante evitar las tintorerías que limpien en seco pues utilizan productos químicos que no hacen ningún bien a los tejidos de calidad. Búsquense tintorerías que utilicen planchas de mano y que huyan de las grandes industriales. 
7- Comprar bolsas ventiladas. Importante quitar cuanto antes las bolsas de plástico con que las tintorerías entregan el traje – estas contienen gran cantidad de productos químicos –. Mejor guardar los trajes en bolsas de calidad ventiladas hasta la llegada del nuevo invierno. Evitar agolparlos en el armario permitiendo que se aireen permanentemente sin apretamientos. El abrigo debería caer en toda su longitud sin que el faldón llegue a tocar el suelo. 
8- Perchas a medida. No todos los trajes tienen son de la misma talla, de ahí  que para evitar que terminen sus hombreras deformándose dar con la talla de la percha sea importante. Sólo las perchas de madera con hombreras anchas y redondeadas mantendrán la forma originaria de la chaqueta. 
9- Subirse ligeramente el pantalón al sentarse evita que las costuras se fuercen. Este sencillo gesto asegura además de no forzar las costuras la menor formación de arrugas.
10- Hay que saberlo transportar. A pesar de lo que se pueda pensar, el traje viaja mejor en una maleta dura que en un porta trajes. Sabiéndolo doblar, especial atención se prestará a las hombreras que pueden rellenarse con papel de seda, y protegiéndolo entre prendas blandas, nos aseguraremos que llegue al lugar de destino con poco sufrimiento. Justo después de abrir la habitación toca colgarlo para que recupere antes su forma. 

El Aristócrata