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martes, 28 de diciembre de 2021

BESPOKE XCIV: THE BESPOKE SHOE MAKING PROCESS

 

En marzo de 2014 hacíamos una introducción al zapato a medida. Hoy contamos en detalle todo el proceso.

El encargar un par de zapatos a medida suele deberse a unas inquietudes sartoriales análogas a aquellas que pueden llevar a vestir de sastre. A pesar de implicar cuestiones muy similares que vestir a medida, como el gusto por lo artesanal y una sensibilidad hacia las cosas bellas, poco tiene que ver el zapato con el traje a medida.

Mientras que tanto sastre como zapatero se adaptarán a nuestra fisonomía y postura para tener el mejor aspecto posible, el zapatero, llegado el caso, puede tener que incluso corregir defectos en nuestra pisada, implicando cuestiones estructurales que no se dan en sastrería. Conseguir un ajuste perfecto desde el principio es además clave, ya que un zapato a medida a diferencia de un traje no puede modificarse. Un zapato que ajuste mal tiene que volver a fabricarse desde cero

El proceso de un zapato bespoke comienza con la toma de medidas y se termina con el producto final. Es el cómo está hecho, quién lo ha manufacturado y los procesos internos de cada casa lo que determina el resultado final. Durante la toma de medidas no se recogen únicamente unos números relativos al tamaño del pie, sino que se tienen en cuenta otros elementos. No es lo mismo un pie graso y poco sensible que uno huesudo. El primero fácilmente puede introducirse en un zapato relativamente prieto sin complicaciones, mientras que un zapato en un pie huesudo resultará doloroso debido a la mayor exposición de partes sensibles. 

También hay elementos dolorosos, pies planos o tobillos colapsados entre una plétora de cuestiones que el artesano ha de tener en cuenta. Esto ha de procesarse y adaptarse además a los gustos del cliente tratando de conseguir un equilibrio entre lo que el cliente quiere y lo que se puede conseguir; cosas a menudo enfrentadas. Es habitual quien quiere un zapato de envidiable esbeltez pero que tiene un pie que en ningún caso permitirá semejante proporción. 

Para ser zapatero hay que ser también escultor. Un buen zapatero es quien toma las medidas y quien también esculpe en madera la horma - el bloque de madera que representa no solo el pie del cliente sino sus gustos en forma de silueta - para asegurarse de que el ajuste sea perfecto. Esto equivale a ser medido por quien va a cortar el traje. No son solo números, sino que se conoce al cliente, qué le gusta y cómo le gusta, siendo esto de elevadísima importancia. Un ordenador o un escáner 3D puede tener absoluta precisión, pero no entienden de huesos, gustos, ni tienen concepto de esbeltez en la proporción. Esto hace que la mejor forma de esculpir una horma para un zapato a medida sea usando las manos, un cuchillo y mucha paciencia.

Una vez se ha esculpido la horma, se hace un zapato de prueba. Este zapato de prueba está hecho en cuero desechado de la fabricación habitual y lleva suela de corcho. Al ser exactamente el mismo cuero, aunque con defectos superficiales, se obtiene una idea perfecta de cómo va a comportarse el zapato final en el pie del cliente, teniendo en cuenta cuestiones como puntos de tensión en las costuras o partes del animal empleadas. El zapato de prueba permite, lógicamente, comprobar el ajuste de la horma y cómo de cerca se está en relación con lo que busca el cliente. Se suele cortar para poder observar como calza el pie en el interior y así refinar la horma, añadiendo o reduciendo cuanto sea necesario. En las mejores casas se harán tantos zapatos de prueba como hagan falta hasta que el cliente esté totalmente satisfecho, repitiendo este paso un número indefinido de veces.

Una vez está la horma finalizada, se fabrica un zapato completo también con cuero desechado. Pero esta vez, en vez de una suela de corcho, se utiliza una de goma. El cliente utilizará este zapato varios días o semanas para poder tener una idea exacta del calce del zapato, pero, sobre todo, la evolución de este, ya que, siendo el cuero un material flexible, evoluciona cuanto más se utiliza. De ser esta última prueba satisfactoria, se procederá a hacer el zapato final. 

Desde la toma de medidas hasta que este zapato está terminado, se puede llegar a tardar hasta de dos años debido a que nada se externaliza, siendo este otro elemento importante de la casa. Todo el zapato está hecho por un equipo de al menos cuatro artesanos supervisados por quien ha tomado las medidas y hecho la horma siempre atendiendo a los más altos estándares y refinamiento. De esa manera hay total seguridad de que el cliente está recibiendo exactamente lo que pidió.

Una vez el zapato se ha terminado, se envía al cliente para que pueda “domarlo”, y tras unas semanas de uso se enviará de vuelta a la casa para fabricar los pernitos, también enteramente artesanales. La razón de esto se debe a que el zapato, una vez utilizado, no tendrá nunca la forma de la horma original, y de estar hecho el pernito a partir de la horma no estirará el zapato adecuadamente. Al fabricarse enteramente a medida y a mano, los pernitos pueden también personalizarse a gusto del cliente, pudiendo tintarlos de numerosos colores, hacerlos en tres piezas, con bisagra o numerados para que siempre estén en el zapato adecuado.

El tiempo desde que se encarga el zapato hasta que uno puede disfrutarlo en los pies es elevado, reflejando las 60 horas de trabajo que llevan un buen par de zapatos bespoke, numerosas pruebas y años de experiencia. Los procesos hasta llegar aquí se hacen, a excepción del cosido de las piezas de cuero que conforman el exterior del zapato, enteramente a mano, utilizándose solo herramientas básicas y pericia, sin que haya ninguna máquina implicada en ningún momento. 

Lo que uno obtiene a cambio de mucha paciencia, y un importante desembolso, no es otra cosa que un zapato en el que se han cuidado absolutamente todos los detalles, en el que el tacón seguirá a la perfección la línea marcada por el talón en todos sus planos, formado por finos estratos lijados hasta alcanzar una completa horizontalidad, unidos entre sí por una mezcla de pegamento, clavos de madera, y clavos metálicos. El cuero tendrá puntadas de refuerzo en las que el hilo ha sido trenzado a mano, las hebillas del zapato de hebilla se habrán buscado expresamente según el gusto del cliente e incluso es posible que se hayan añadido alzas interiores para dar unos centímetros de más al portador, o para corregir una diferencia en la longitud de las piernas.

Los materiales utilizados serán exactamente los que el cliente pida: No hay cuero imposible ni forro que se niegue. Aquello que se quiera se consigue, sea piel de antílope africano, de jabalí, etc. Habrá forros de chinchilla, pelo de conejo o colores tintados a mano para conseguir ese ansiado zapato negro que muestre reflejos burdeos o morados cuando le dé el sol con intensidad.

Muy populares son los diseños hechos con clavos de latón de diverso grosor en la cintura, permitiendo llevar iniciales, fechas o dibujos completos. También lo son los diseños a medida del brogueado, perforaciones con las iniciales de los hijos, las propias, o un diseño personalizado propio del cliente. La elección de todos y cada uno de los elementos que conforman el zapato, tanto estéticos como estructurales será aquello que el cliente pida. Obviamente, quedará siempre la posibilidad de encomendarse al artesano. 

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El Aristócrata

martes, 24 de agosto de 2021

LA GUÍA DEFINITIVA DEL CALZADO


A todos nos gustan los zapatos. A unos los de hebilla, a otros los de cordones y a otros, quizás, los botines. De hecho, aunque no tengamos ninguno a medida es posible que a lo largo de nuestra vida hayamos invertido más en ellos que en cualquier otra prenda de nuestro armario, incluido trajes a medida. 

Dicho esto, lo cierto es que es difícil decidirse por solo un modelo, mucho más todavía cuando sientes debilidad por ellos. Además, cada zapato combina con un conjunto y mejor en unas ocasiones que en otras. Por ello, qué mejor que hacernos con todos sabiendo que todos, sin excepción, también tienen su momento y su lugar.

- La bota ChelseaTodos los zapatos pueden vestirse con prácticamente cualquier conjunto, pero otra cosa es que se deban. Así pues, esta bota podríamos verla incluso acompañando al traje, aunque, no obstante, no es algo correcto o, mejor dicho, existen opciones más acertadas. La bota Chelsea creada por el zapatero de la Reina Victoria, J. Sparkes-Hall, se hizo particularmente conocida en la zona Chelsea de Londres durante los años 50 y 60 cuando los pies de los mods, los Beatles y los Rolling vestían este modelo en su día a día. Como casi todo en la vestimenta del hombre, el que esta bota sea considerada como un zapato de sport tiene su porqué. Y este no es otro que fue inventada para usarse al igual que el mocasín, es decir, dentro de casa. Para conseguir vestirse de manera rápida y sencilla se suprimen los cordones y se añade, además de unos elásticos laterales, un tirador en su parte trasera para con él introducir los pies más rápidamente. Por todo esto su uso es muy similar al que se debería dar a los mocasines; sin corbata alguna de por medio. 

- El mocasín. Hoy el zapato de sport por excelencia. Para nada más feo que un Oxford o un Derby pero sí de uso diferente. Creado para combatir los fríos suelos de las casas de campo inglesas y pensado inicialmente como zapato para no salir con él de casa, salió de esta en los pies de los estudiantes de los años 40 de la Ivy League. Pero los amantes de la historia saben que fue Noruega y, en concreto, sus pescadores los verdaderos responsables de popularizar este modelo. Fue a principios de 1900 cuando se empiezan a producir los zapatos conocidos como Aurland (por el nombre del pueblo donde fueron fotografiados dichos pescadores con ellos). También escritores como Hemingway o Scott Fitzgerald los pusieron de moda desde París. Si bien esos primeros mocasines eran más parecidos a las slippers, el zapatero de Maine, Bass, les añadió en los años 30 una tira de cuero en el empeine para hacerlos más resistentes adquiriendo el aspecto por todos conocidos hoy. Unos años después, en los 50, la casa Alden incorpora como respuesta a la petición de Paul Lukas un juego de borlas colgando de dicho empeine. Hoy no hay casa de prestigio que no incorpore en su oferta al menos un modelo de mocasín habiendo muchos de preciosa factura. Prohibidos con traje, por mucho que todavía se vean, con chinos o vaqueros son una de las mejores opciones con las que disfrutar del tiempo libre. Incluso, algunos modelos como los Tassel se pueden vestir con un buen conjunto de dos piezas. Su gran comodidad, más de escoger ciertas pieles les permite rivalizar con prácticamente cualquier zapatilla de paseo en los atuendos más de sport. Aunque los hay con suela de goma, la suela de piel siempre es más elegante. 

- El doble hebillaSiendo el zapato más  reciente en lo que se refiere a su incorporación al árbol de los zapatos formales – los que se pueden vestir con traje -, lo cierto es que también pudieran ser los más viejos de la lista. Muchos años antes de Cristo. Si los primeros monjes vestían sandalias, con los años cambiaron estas por un zapato muy parecido, pero ya sin tiras y que cubría enteramente el pie hasta el empeine. Este lo cerraban con una hebilla y de usar dos, entonces la sandalia cerraba a la altura del tobillo. Verdaderamente eran como fundas para los pies sin apenas construcción. Hasta la suela se confeccionaba con la misma piel que el resto del zapato. Tanto el de hebilla simple como el de doble de aquella época nada tienen que ver con los que hoy vestimos. Los actuales están cosidos y usan las mimas pieles que los oxfords o los derbys. Si no todas, muchas casas, tanto tradicionales como modernas, ofrecen modelos con hebilla; algunos de gran factura. No obstante, los modelos que mejor han envejecido y que más han influido en los llegados en los últimos años han sido el John Lobb William y el Edward Green Westiminster, dos modelos obligatorios para los amantes de los zapatos de hebilla. Si parece claro que el mocasín requiere vestirse de sport y el Oxford liso formal con traje, sobre el monk la doctrina no es pacífica. Si en la mayor parte de los países europeos se considera este zapato como menos formal que el Oxford pero mas que el derby, en Inglaterra, sobre todo en los círculos más conservadores, el zapato de hebilla, particularmente el de dos, se sitúa en formalidad incluso por debajo del derby. De hecho, imposible será imaginar estos zapatos acompañando al traje de no ser los zapatos de color negro. Por la ya de por sí fuerte personalidad de este zapato, recargarlo con algún otro detalle, por ejemplo, un brogueado, pudiera resultar excesivo. Aunque cierto que un estiloso doble hebilla quedará muy acertado con traje, quizás incluso lo haría mejor con un estiloso  conjunto informal, más de ser marrón. 

- El derby. Zapato en pleno retroceso. Si antes era hasta más corriente que el Oxford, por su mayor versatilidad, hoy se ha quedado a mitad de camino entre este y los modelos más informales. Aunque se puede seguir viendo en los pies de los verdaderos amantes de la alta zapatería y en los conjuntos más extendidos de campo, lo cierto es que su uso es cada vez menor. Menos formal que el Oxford– años atrás solo apto para ocasiones de sport - se puede vestir indistintamente tanto con traje como con un conjunto de dos piezas o uno, si cabe, todavía más informal. Las claves, entre otras, estará en su color, el tipo de suela y la piel escogida. Sus orígenes datan de las guerras napoleónicas, cuando los soldados escogían este tipo de cierre para poder ajustar sus botas lo máximo posible al pie. Con el tiempo, como ocurrió con otras muchas prendas que nacieron en el campo de batalla, lo que era una necesidad para los soldados se convirtió en un detalle estético en las principales capitales europeas. En 1872 aparece el primer artículo sobre el zapato donde St Crispin lo define como: “The Derby or new tie shoe. Better than the Oxonian as the seam is not near the tender part of the foot. Especially good in Summer, allows the foot to swell”. Al igual que con el modelo oxford, el derby puede decorarse con diferentes tipos de brogueado y como ocurre con aquel, cuanto más dibujado esté el zapato menos formal será y viceversa. Aunque escuchemos hablar de derby o blucher indistintamente son modelos diferentes. Mientras en el derby la carrilera se extiende por todo el lateral del zapato, en el blucher están cosidas para poder alojar solo a los cordones y, por tanto, son de un tamaño mucho más reducido. Hoy el modelo derby goza de popularidad entre un cierto público apegado a las modas del momento. No obstante, estos modelos de suelas gruesas de goma, pieles brillante etc. nada tienen que ver con los derbys a los que aquí rendimos homenaje. 

- El Oxford. Zapato formal por excelencia. Válido con casi todo, sobre todo de jugar con determinados brogueados, desde acompañar a un frac a, de ser de color chocolate y brogueado, unos jeans. Modelo que en 1860 empezó como zapato para el tiempo libre – recordemos que eran años donde las botas bajas y altas acompañaban al sombrero de copa -, se ha convertido en el zapato más serio que poder escoger; solo por detrás de las botas Balmoral. El que pasaran de tener solo un pequeño hueco en el armario de verano a su actual popularidad se debe en parte a los estudiantes de Oxford quienes lo convirtieron en su zapato del día a día. Aunque el derdy sea apreciado por su versatilidad, cierto también es que la línea que el Oxford dibuja en el pie consigue una imagen más fina y estética del pie. Sin embargo, como hemos apuntado, puede vestirse con conjuntos alejados del traje, lo cierto es que para aquellos encontramos mejores opciones y ninguna mejor que el Oxford para el traje. Tanto con trajes lisos, diplomáticos etc. el Oxford negro manda un mensaje de formalidad y seriedad de quien lo ha escogido. De tratarse de trajes menos serios o de colores alejados al azul más oscuro, tanto los modelos full como semi-brogue añadirán una nota relajada a todo el conjunto. Un fino cosido en el comienzo de los dedos (toe cap) no resta formalidad al Oxford liso y sí, por el contrario, lo separa de tantos otros de ínfima calidad y aspecto. Aunque con esmoquin las opera pumps son el calzado a escoger, en su defecto el Oxford, esta vez sí totalmente liso y en terminación brillante, será el zapato a vestir. 

- Las slippers. Parece lógico pensar que si contamos con múltiples modelos para vestir en el trabajo y en nuestro tiempo libre, en casa, lugar donde también pasamos mucho tiempo, tengamos al menos un par específico para ella. Aunque el hombre desde que es hombre ha protegido sus pies al caminar - en los primeros tiempos con pieles de animales - también siempre ha buscado con su ropa beneficiar su aspecto exterior o mandar mensajes de poder o posición social. Y las slippers ayudaban con ese objetivo. Además de proteger los pies en casa, ya en las primeras slippers se bordaban grabados con hilos y piedras preciosas. Esto se ratifica viendo las primeras slippers que se encontraron, concretamente en una tumba copta  del S.II, con un grabado en hilo de oro. Como curiosidad apuntar que hasta el S. XV las slippers tenían forma de babuchas y solo las mujeres y los mayordomos las vestían. Si las primeras lo hacían como muestra de su estatus, los segundos las tenían de aliadas para poder andar por las casas sin levantar ruidos al contacto con los suelos de madera. Fue entonces cuando el hombre cosió una suela de caucho, caucho que evita ruidos, y las zapatillas se hacen de seda o de una piel muy fina. Combinarlas con su ropa de noche definía el color y el estampado de la seda de estas. Hoy las slippers se siguen vistiendo primordialmente en las casas de campo aunque el no contar con una no debería desanimarnos a hacernos con un bonito modelo. En ellas podemos coser nuestro pasatiempo preferido, nuestro animal o ese grabado que tanto nos gusta. De los diferentes modelos disponibles el conocido como “Albert” es el más elegante pudiéndose encontrar tanto en piel como en infinidad de tejidos, desde Tweed hasta terciopelo. Mejor en casa que fuera de ella. Acompañar al esmoquin de primavera podría ser una de las pocas excepciones para sacarlas a pasear. 

- El budapester. Y para terminar el zapato del entendido.  Ni es el más bonito, ni el más estético, ni el más polivalente y, ni mucho menos, el más fino. Pero, sin embargo, es un modelo que ha marcado el saber hacer de los mejores zapateros de Europa central durante generaciones. Un modelo derby con doble costura, brogueado sobre una puntera vega y un largo tacón son lo que definen al budapester. Dicho esto, seguramente sea su línea recta y su puntera redondeada lo que le de esa imagen de zapato algo tosco. En el S. XIX, momento álgido del conocido como impero austro-húngaro, imperio que lidera la producción de textiles, cerámicas y zapatería, los zapateros de Viena deciden dar su toque personal al blucher creando este zapato. Los zapateros húngaros, con los que había una gran rivalidad, deciden diferenciar su modelo, además de por llamarlo karlsbaders, por trabajarlo solo en puntera vega y elevándola ligeramente, adquiriendo un toque claro diferenciador que con el tiempo se ha mantenido mejor que el budapester original de Viena. Con seguridad de acudir a ese templo del calzado de Laszlo Vass encontraremos modelos de mucha más belleza. Sin embargo, no podemos abandonarlo sin llevar con nosotros un auténtico budapester. Como todas las cosas nicho, solo los entendidos sabrán diferenciar el budapester pero precisamente ahí radica su encanto. De vestimenta claramente de sport, conviene escogerlo en colores como el vino o el marrón y vestirse con pantalones de tejidos puramente invernales. Recordemos que la suela del budapester es algo más gruesa que la del resto de los zapatos aquí tratados pensando en combatir la nieve y las bajas temperaturas del país que lo vieron nacer. 

El Aristócrata

lunes, 20 de julio de 2020

¿DEBEN SER SIEMPRE LOS ZAPATOS NEGROS O MARRONES?



Cierto es que el color negro es adecuado con prácticamente cualquier conjunto, sobre todo con los trajes serios y a la caída del sol. 

Cierto también que el marrón, particularmente los tonos más oscuros, goza de una polivalencia imposible de conseguir con cualquier otro color. Sin embargo, hay otros tonos que no solo no completan a estos dos, sino que añaden un toque especial tanto a los conjuntos de corbata como a los de sport. 
Empecemos por los primeros. El abusar como hoy se hace de los trajes azules y grises exige incorporar complementos de color para no convertir el conjunto en algo aburrido o repetitivo. Y esto se consigue con la camisa, la corbata y cómo no, con los zapatos. 

Hay tres colores para nuestros zapatos que de escoger bien el modelo y el corte del traje pueden representar una buena elección. Por ejemplo, el azul. Esta tonalidad, mejor oscura y próxima al marino, es una magnífica opción para acompañara a los trajes grises. De hecho, un zapato semi o full brogue que utilice dos tipos de pieles, por ejemplo, vacuno y ante, y de azules, el principal más oscuro que el segundo, conseguirá una imagen similar a la del traje gris con zapato marrón pero mucho más especial y menos extendida. 
Otra posibilidad es el zapato gris. El gris oscuro sin ser sustituto del negro es una buena alternativa. Vístase con un traje azul marino de boca estrecha y que toque muy levemente el zapato y el conjunto rezumará estilo y personalidad. Nuevamente será el modelo Oxford con algún tipo de adorno en la puntera el más adecuado al transmitir ese aire desenfado que buscan los zapatos algo diferentes. El burdeos siempre ha estado presente en los mejores armarios. Sin embargo, cada día resulta más difícil verlo por las calles. 

Dejando de lado la extendida pero poco estética imagen del mocasín burdeos con traje azul marino, tanto el derby como el Oxford burdeos son ambos modelos agradecidos para vestir con trajes grises y azules. Hay otro color, más atrevido que los hasta ahora nombrados, que de escogerse tono y modelo de zapato bien merece incorporarlo al zapatero. Este no es otro que el verde. ¿Alguien no se pondría esta primavera con un buen traje a medida azul marino de lino y cruzado el zapato verde que abre este artículo?
Y si con el traje encontramos todas estas opciones, en el sport estas se multiplican. Podríamos enumerar un sinfín de ellas, pero elegir unas u otras solo dependerán de lo atrevido que seamos. En su elección debemos tener en cuenta que no todo vale y de ser demasiado arriesgados existe la posibilidad de traspasar la línea que separa lo vulgar de lo elegante. 

Conseguir un buen resultado estético dependerá básicamente de la elección del resto del conjunto y la facilidad o no de que todo este termine combinando y dando la sensación de ser un solo conjunto. El efecto de que cada prenda y complemento pertenece a un armario diferente es rápidamente apreciable. Solo el estilo de cada persona y cierto gusto puede guiar en la dirección correcta. 
Dicho esto, en primavera y verano introducir un toque de color en zapatos tan propios de estas estaciones como pueden ser los gomminos se antoja muy recomendable. Además de los clásicos marrones y azules marinos, los naranjas, rojos, verdes… son ideales para disfrutar del buen tiempo al aire libre. 

El Aristócrata

lunes, 20 de abril de 2020

DEJA QUE TUS ZAPATOS HABLEN DE TI



De poco vale contar con un buen traje si este no descansa sobre un zapato de calidad. A pesar de ser demasiado frecuente, no deja de sorprender la poca atención que se presta a la que es sin duda la prenda más importante del armario del hombre. 

Los zapatos son el juez que con más derecho otorga o deniega cualquier estilo o elegancia tanto a los conjuntos serios como informales. Un traje a medida, una corbata de siete pliegues o una acertada combinación de colores y estampados de poco servirán de no haberse escogido correctamente el zapato. 
Se puede errar en la elección de una camisa o de una corbata, pero si se viste un buen par de zapatos el error quedará disimulado. Más allá de acertar en el color o modelo de zapato, este debe ser sobre todo de calidad. Un zapato de justita terminación se detecta rápidamente. Por mucho que brille o por nuevo que esté, si en su compra no se ha hecho cierto esfuerzo económico difícil será ocultar o disimular su aspecto industrial.

Con seguridad aquellos preocupados por su aspecto o, simplemente, aquellos a los que les gusta vestir con un mínimo de elegancia se detendrán un buen rato antes de proteger sus pies con cualquier marca desconocida o recién llegada. 
En los zapatos no existen atajos. Si bien no es necesario acudir a la zapatería a medida para contar con un modelo de calidad, sí es cierto que las marcas más reputadas, y con una larga historia a sus espaldas, no son particularmente baratas. Sin embargo, estas valen lo que cuestan – las marcas de moda no siempre obedecen a esta máxima. Todavía es relativamente común referirnos a una persona como alguien con una gran colección de relojes o, también, como alguien con increíbles zapatos. 

El amante de los buenos zapatos los cuida, los limpia, los alterna, los combina acertadamente, escoge para ellos los calcetines más adecuados, los repara antes de que verdaderamente lo necesiten y los envejece con tal cuidado que año tras año parecen más bellos. Aunque encontrar el tiempo a él hoy tampoco le resulta tarea sencilla, dedica una tarde a limpiar los que vistió en la semana y así se asegura de tenerlos listos cuando vuelvan a salir de sus fundas de tela. 
Los galanes más conocidos de la gran pantalla, sobre todo los de la década 30 y 40, años en los que se prestaba una especial atención a la ropa, eran todos clientes de las mejores zapaterías bespoke inglesas. Sus hormas se conservan y en ellas se puede observar el paso del tiempo con anotaciones y añadidos del zapatero. De saber apreciar un buen Oxford artesanal difícil será volver a vestir un mocasín de baja calidad. El zapato es el icono de la elegancia del hombre. 

Complicado será estar bien vestido si estos dejan indiferentes a quienes nos cruzamos en nuestro día a día. Si la corbata es la prenda en la que más se fijan las mujeres, los zapatos atraen la atención de los hombres, siendo frecuente encontrar personas que los coleccionan y los guardan como pequeñas obras de arte. Observando el modelo escogido se tendrá una idea certera de la personalidad de quien lo viste. 
Hagamos la prueba y observaremos como nuestra opinión del zapato coincide con la imagen que tenemos de quien lo ha escogido. De ahí que en la zapatería a medida zapatero y cliente conserven un largo rato con el objetivo de que el zapatero sea capaz de transmitir a esas pequeñas piezas la personalidad de su cliente. Color, horma más ancha o afilada, piel, brogueado, tipo de suela…en definitiva un largo pero apasionante proceso que se traduce en tu zapato y en el de nadie más. 

De conocer a alguien cuyos zapatos han llamado la atención raro será volver a verle y no fijarse nuevamente en sus zapatos. Si el zapato es su prenda fetiche alternará Oxford ingleses, mocasines italianos, botines, gomminos, zapatillas de diseño, semi brogues artesanales y tantos más como su armario pueda acoger. 
Si con el traje puede ser conservador, con sus pantalones de sport de diseño no vestirá las zapatillas del momento y en su lugar los combinará con zapatos goodyear pero en hormas más estilizadas o en colores más atrevidos. Conocerá los diferentes tipos de piel y las combinará en sus zapatos según la finalidad a la que destine cada uno de ellos. Lo más frecuente será verle con suelas de piel, aunque en invierno y en las épocas de lluvia preferirá la comodidad y seguridad de las suelas de caucho. Disfrutará de la elegancia atemporal del negro, pero no por ello los dejará de alternar con marrones oscuros o incluso azules oscuros. 

En casa para descansar vestirá slippers y con esmoquin opera pumps. También para pasear por el campo contará con un buen y variado número de modelos y no usará los mismos con los que durante la semana paseaba por la ciudad. 
Cada zapato contará con su horma de madera y tendrá varios armarios organizados para que en ellos descansen lo más ordenadamente posible. Huirá de los modelos que exhiban llamativamente logos o marcas y será solo la calidad la que hable de su buen gusto. Se referirá a sus zapatos por el nombre del zapatero que los ha fabricado y no por la marca que los confecciona en alguna lejana factoría. Y todo esto lo hará no por ser presumido o un mero coleccionista sino sencillamente porque es viendo los zapatos la mejor forma de adivinar a quien los calza. 

El Aristócrata

martes, 17 de diciembre de 2019

10 MODELOS ICÓNICOS DE MOCASINES



Al contrario que la mujer, al hombre le toca en verano vestir en el ambiente laboral el mismo zapato que en invierno. Sin embargo, con la corbata descansando en el armario el mocasín viste los conjuntos de sport siempre más que la informal alpargata convirtiéndose en el modelo estrella del tiempo libre. Algunos sin calcetines y otros con unos disimulados pinkis hay diez modelos cuya larga historia bien merece tenerlos a mano. 

1- Gommino de Tods. El más veraniego de la lista. Creado en los años cincuenta e imitado hasta la saciedad cuenta con 133 puntos de goma en su suela que lo hacen inconfundible. Aunque existen modelos de la misma marca y línea, es el de tacos de goma el más mítico de todos. En ante o piel, es de los pocos zapatos de verano que pueden vestirse hasta con americana. Precio aproximado: 350 euros
2- Andy Warhol de Berluti. Fabricado por primera vez por Olga Berluti en 1962 para el artista americano, es fácilmente reconocible por su horma y su exquisita patina realizada sobre colores poco estándar. No apto para personalidades tímidas, su calidad de terminación es excepcional. Precio aproximado: 1.600 euros
3- El mocasín George Cleverley. Con una de las líneas más conservadoras, destaca por su puntera algo cuadrada, su costura goodyear y por estar confeccionado en su totalidad en piel, suela e interior incluido. Precio aproximado: 800 euros
4- Sydney de Crockett & Jones. Muy popular en España hasta con traje, se diferencia por su puntera redondeada. Aunque se ofrece en diferentes colores es el marrón claro su color más popular. El modelo 341 confiere un aspecto más informal que el resto de la gama combinado con conjuntos de sport. Precio aproximado: 470 euros
5- Forest de Carmina. Parecido al C&J pero con una horma algo más estilizada está fabricado sobre una de las hormas más antiguas de la casa mallorquina, la Forest. El modelo 734 es considerado como uno de los más icónicos de la gama y se reconoce por sus borlas. Su puntera no excesivamente afilada hace de él un zapato muy cómodo para el verano. Su relación calidad-precio no tiene rival. Precio aproximado: 370 euros
6- Horsebit 1953 de Gucci. Aunque reinventado en diferentes terminaciones es el modelo aparecido en 1953 el modelo más emblemático de la marca. Sin logo ni marca visible su fino su adorno metálico en el empeine lo hace fácil de identificar. De línea ancha, la calidad de materiales y construcción ha descendido respecto a los primeros modelos. Precio aproximado: 650 euros.  
7- Lopez de John Lobb. Aparecido en 1950 conserva la línea de los zapatos de Northampton de aquella fecha. De enorme popularidad en el mercado americano. Precio aproximado: 1.100 euros
8- Lazlo Vass 5044. El mocasín gozó tras la I Guerra Mundial de una gran popularidad en Estados Unidos. Los soldados americanos desplazados a Noruega volvieron a casa con zapatos de cuero similares a los vestidos por los campesinos noruegos. La casa húngara Vass es una de las que mejor domina la fabricación manual de estos zapatos y sigue utilizando su denominación original. Precio aproximado: 540 euros
9- Weejuns de G.H. Bass. Creados en 1936 por quien es considerado el creador del actual mocasín - fue él quien añadió al empeine la distintiva tira de piel – disfrutaron de gran fama en Estados Unidos hasta entrados los años cincuenta. Este modelo fue la estrella del Palm Beach de los años treinta y lo vistieron desde estudiantes – estos guardaban un penique en su interior que pensaban les daba buena suerte en los exámenes -, representantes del Ivy look, roqueros y los más rebeldes del séptimo arte. Precio aproximado: 100 euros
10- Duke de Edward Green. Sin ser tan versátil como el modelo Piccadilly, su ligera construcción lo convierten en uno de los modelos más cómodos. El Duque de Windsor, por un tiempo dueño de esta mítica casa zapatera, es a quien debe su nombre. Precio aproximado: 1.120€
Aunque no todos son de mi total agrado y alguno hay cuya calidad deja mucho que desear, lo cierto es que todos los mocasines de la lista bien por su larga historia, bien por su belleza o bien por lo que han influido en otros modelos se merecen un puesto.

El Aristócrata

lunes, 17 de diciembre de 2018

A CADA COLOR DE TRAJE UNO DE ZAPATO



Antes de que el próximo sábado empecemos con una nueva serie bespoke en la que os hablaré de tres trajes confeccionados por tres sastres diferentes, esta semana me gustaría hacerlo de un tema a priori sencillo: la elección del color del zapato dependiendo de el del traje.

Efectivamente a estas alturas este tema no debería suponer ninguna dificultad pero, sin embargo, a tenor de lo que todavía se ve por ahí fuera parece que no todos lo tienen tan claro como nosotros.

1- La hora del día
Independientemente de gustos, la hora del día debería guiar nuestras elecciones. Por mucho que te guste romper normas, crear tendencias o incluso llamar la atención, hay colores que no tienen cabida con el traje y otros que sí pudieran tenerlo pero que lo pierden cuando el sol desaparece. La noche, así como las situaciones mínimamente formales, sigue exigiendo colores oscuros y el negro se presenta como opción imbatible. Sí, a pesar de que todo eso de que “brown is the new black” el “never brown after six” parece mucho más lógico si la noche ha hecho ya su aparición. 
¿El por qué?. Bueno, como expliqué en mi libro, y no es mi intención volverlo hacer por lo que lo resumo muy brevemente, hay un protocolo que data de muchos años atrás por el que los hombres al llegar a casa después del trabajo se cambiaban de ropa y se ponían las conocidas como “evening clothes”. Estas se caracterizaban por tener una mayor seriedad que las de la mañana siendo los colores blanco y negro los protagonistas. Aunque sé que esto ocurrió hace ya casi un siglo, hay ciertas normas que parecen lógicas y personalmente no veo nada malo en mantenerlas.  

Indudablemente, los tiempos cambian y las normas de convivencia se han relajado. ¿Quizás en exceso?. Que cada uno salga a la calle y juzgue por si mismo. El relajamiento de estas normas ha traído cambios y esto también ha afectado a la ropa. De ahí que por la mañana, más en sitios con mucha luz como España o Italia, los marrones cobren cierta lógica. Aunque obviamente no cualquier marrón, y por supuesto no cualquier zapato. No obstante, parece lógico que si a la mañana escogíamos un zapato marrón, por la noche se elija uno negro. ¿Acaso el día y la noche desprenden la misma luz o tienen la misma claridad? ¿Acaso vestiríamos el traje claro de lino de la mañana por la noche? Pues entonces, tampoco podemos hacerlo con los zapatos.
2- Con los trajes azul y gris
Se sea amante de la máxima discreción o sencillamente no se quiera correr riesgo alguno, nadie se equivoca si elige para su día a día un zapato que además de tener cordones, y de ser posible costura prusiana, es de color negro. El negro si bien puede no ser el más estiloso para vestirse con estos dos trajes, siempre resultará correcto. Vistiendo unos sencillos zapatos negros, de calidad y con cordones, se estará vistiendo infinitamente mejor de lo que hoy hacen la mayoría de nuestros conciudadanos.

Si nos gusta variar y además introducir un toque relajado y de estilo, parece lógico probar también con otros tonos. 
Aunque en Italia pudieran llevarnos la contraria, con el traje azul marino encontramos varias opciones interesantes como para terminar vistiendo un zapato marrón claro. Este llamativo color “choca” demasiado con el tono oscuro del traje algo que produce un fuerte contraste. Si además seguimos la horrenda costumbre española de combinar dichos zapatos marrones claros con un cinturón del mismo tono el resultado está más próximo al espanto que a cualquier estilo posible. Sin embargo, en verano los trajes azul claro admiten de buen grado estos zapatos marrones claros. 

Entre el serio color negro y los poco vistosos marrones claros, encontramos una amplia gama intermedia de colores que de vestirlos en momento y lugar añaden al conjunto un refrescante toque de estilo. Así, por ejemplo, los trajes grises quedan muy bien con zapatos burdeos o de color próximo al vino y además tienen la seriedad suficiente como para acudir sin problemas a una reunión de trabajo o en el día a día de la oficina. De gustarnos esta opción asegurémonos de prescindir de un cinturón del mismo color – los tirantes o las pletinas laterales quedan siempre más elegantes y el look final del conjunto más limpio. Otra opción siempre segura tanto con el traje gris como con el traje azul son los zapatos de tono marrón oscuro cercano al chocolate. 
El marrón oscuro, o incluso un buen patinado del mismo, aporta, por un lado la formalidad que requiere un traje azul marino y por otro, imprime un toque de elegancia que desgraciadamente no abunda en nuestras calles. Esta combinación permite tanto acudir a la oficina como a eventos algo más formales. No obstante, de acudir a un evento claramente formal, solo los zapatos negros deberían ser los elegidos. Al igual que ocurre con los zapatos marrón oscuros, los de tonalidades próximas al coñac son idóneos para acompañar también a ambos trajes. Basta tener en cuenta que cuanto más oscura sea la tonalidad del este color más formal resultará el conjunto final. 

Dicho esto, un bonito zapato artesanal de líneas clásicas inglesas del tipo semi-brogue siempre será una opción elegante con ambos tonos de color. Además, dicho brogueado contrastará con la a priori seriedad del color negro. ¿Os habéis fijado lo bonitos que son los zapatos Oxford semi-brogue con líneas de los años setenta que ciertas casas están ahora sacando en su línea RTW?. No me extrañaría que caprichos de la moda, este color retome en próximos meses gran protagonismo.
3- Con los dos piezas o con los trajes lisos de Tweed
Ciertos derbys pero sobre todo los Oxford, sus modalidades de semi-brogue o full-brogue y de color marrón oscuro combinan francamente con esos dos trajes
4- Con los trajes de color marrón
Aunque aquí podría aplicar perfectamente el famoso “never brown in town” hay que reconocer que hay trajes de un marrón pálido que de tener “duende” y estar bien cortados amplían acertadamente el abanico de trajes posibles, tanto en invierno como en verano. ¿Alguien podría negar la belleza de un traje artesanal de lino en tono tabaco? En estos es recomendable buscar un tono también marrón para el zapato. Pero no un tono normal, si no uno que mínimamente sea un grado más oscuro que el del traje. 
5- Con los trajes verde botella 
Hay trajes de estambre, tejido que se parece al de Tweed pero menos basto y más fino, que en tono verde oscuro resultan muy elegantes. Dependiendo lo atrevidos que seamos podremos escoger desde un tono azul pálido patinado hasta un granate oscuro. De no querer correr riesgos, nuevamente el marrón oscuro es la opción más segura. 
6- Con los trajes granate
Fuera de los azules y grises no resulta frecuente encontrar trajes de colores diferentes o algo arriesgados. Lo primero a tener en cuenta es que no es lo mismo un traje verde que un traje verde hecho a medida con una tela bonita, combinado correctamente y llevado con estilo. Y lo mismo ocurre con muchos otros tonos a priori llamativos. Y este es el caso de los trajes granates. Con esto estos, los marrones suelen ser buenas opciones. El tono de marrón dependerá en gran medida del tono del granate. 
En definitiva, para conocer qué color de zapato es el que se debe vestir con cada traje bastará con prestar un poco de atención a las combinaciones aquí recomendadas y conocer con antelación en qué lugar y en qué momento del día se tiene pensado vestir esos zapatos. Y para terminar no olvidemos el papel clave que aquí juegan los calcetines. Intentemos que estos aporten sentido a la elección del color de los zapatos y del pantalón. Busquemos armonía entre las tres prendas y que cada una combine acertadamente con las otras dos de manera independiente. 

El Aristócrata

lunes, 19 de noviembre de 2018

5 MODELOS ICÓNICOS DE ZAPATOS



Igual que hay relojes emblemáticos que los amantes de la alta relojería buscan conseguir, también hay zapatos que son considerados como modelos míticos y que los adeptos a la más exquisita zapatería saben identificar e incorporan a su armario. 

1. El modelo William de John Lobb. Este modelo, diseñado a mediados del siglo pasado por el propio William Lobb y hoy producido en serie en sus instalaciones de Northampton, es sin duda el doble hebilla mas bonito y versátil de cuantos existen. Sin ser tan formales como el modelo Oxford, los zapatos de hebilla se encuentra un escalón en seriedad por encima de los derby. Si bien no muchos años atrás en el Reino Unido no estaba bien visto vestirlos con traje, hoy el doble hebilla, más tratándose del inconfundible William, es elegido como el modelo predilecto por los amantes de este tipo de zapato.
2. El modelo 180 de JM Weston. El mocasín de la centenaria casa francesa vio la luz en 1946, convirtiéndose en los años sesenta en el zapato francés por excelencia y en todo un guiño distintivo de los jóvenes adinerados franceses. Aquellos jóvenes, entre los que se encontraban artistas, cantantes y rebeldes sin causa, vieron en el N. 180 el modelo con el que enfrentarse a los zapatos serios y de cordones de sus padres, llegándolos a vestir incluso sin calcetines, algo impensable en los ambientes más tradicionales de la época. Hoy, ya no solo inconformistas y niños de bien, sino todo amante de la historia de la zapatería reciente piensa en él cuando de hacerse con un nuevo modelo de mocasín se trata.
3. El modelo Warhol de Berluti. Fabricados en Ferrara, Italia, este mocasín es de creación más reciente que el 180, pero también muy fácil de reconocer por su línea y su patinado en colores vivos e inusuales. Berluti es probablemente la marca que ha llevado la técnica del patinado a su cumbre más alta. Bastará salirse de la norma y sucumbir a su decolorado verde, lila, burdeos, azul o marrón para comprender porqué son únicos y tan especiales. Su puntera cuadrada contrasta con las líneas afiladas del resto del zapato. Sin lugar a dudas un zapato que te atrapa o te produce un enorme rechazo, pero que, en todo caso, es un must para los dandis amantes de los zapatos más exclusivos.  
4. El modelo 6321 de Stefano Bemer. El zapato más joven de cuantos traemos a esta columna, no apto para aquellos que no les guste mezclar estilos o busquen la máxima sobriedad para sus pies. El 6321 es un modelo Oxford negro de horma clásica cuya montura está realizada en ante de color rojo, guiño perfecto para combinar clasicismo y contemporaneidad. Aunque debido a su popularidad ha sido replicado por otras marcas, su fina puntera redondeada, su preciosa línea y su exquisita terminación lo hacen fácilmente reconocible por el entendido.  
5. El modelo Arca de Maison Corthay. Cuando todo parecía inventado, solo una mente revolucionaria como la del francés Pierre Corthay lanzaba al mercado un zapato de líneas no vistas hasta entonces. Un modelo derby de horma alargada con unas mínimas cordoneras para cerrar el zapato. Es de los pocos modelos hoy existentes que independientemente del color o de la piel utilizada se identifica fácilmente. De hecho, con esto presente, el Arca se realiza en múltiples tonos - el color es la nota más diferenciadora de su creador -, y en diferentes tipos de pieles, desde ante hasta terminación charol. 

Con seguridad existen modelos de zapatos RTW igual o incluso más icónicos que los aquí mencionados, pero, por el contrario, no cuentan con la exquisita terminación artesanal y con la calidad de los materiales que estos emplean.

Terminar apuntando que antes de que lo mencionéis la lista debería ser más extensa pero si yo sólo pudiera nombrar cinco modelos icónicos estos serían los míos. Dicho esto, estoy encantando de que quitéis y añadáis el que consideres oportuno. 

El Aristócrata