Las fotos que ilustran este artículo son bastante claras al respecto. Sin entrar a valorar la valía, o no, de ambos personajes (no se publicará ningún comentario que vaya en ese sentido) parece claro que sus atuendos envían mensajes bastante diferentes. Y no solo los atuendos aquí fotografiados, al final se trata en ambos casos de trajes, sino el corte de estos es el que habla más de quien lo viste.
El vestir bien o mal tiene más que ver con la cuna, el gusto o el respeto que con el bolsillo. Un traje con una buena hechura no tiene por qué ser más caro que uno mal terminado. Es el mismo precio el de un pantalón que arrastra que el que termina en su sitio, al igual que una chaqueta que no hace arrugas no tiene por qué costar más que la que no las hace. Y, por supuesto, un pantalón bien planchado solo requiere saber que este queda más bonito con su raya marcada, y sin arrugas, que con ellas. ¡Qué importante es la plancha y cómo se nos olvida!
Recuerdo con motivo de una entrevista que realicé a Jaime Gallo, sastre de Felipe VI, como este me apuntaba que el traje tenía que quedar bien en la foto. Y hay que reconocer que si bien los trajes de Felipe VI pierden parte de su encanto en movimiento, en parado, sobre todo las chaquetas, son dignas de admiración. Sobre los pantalones, hay quien apunta que le podría beneficiar un pantalón más estrecho con una boca también de menor diámetro. Sin embargo, creo que el pantalón guarda la justa proporción con las medidas de la chaqueta. De cambiar el pantalón, para guardar dicha proporcionalidad, habría que modificar también ligeramente las medidas de la chaqueta.
La elección de los colores también manda mensajes sobre nosotros, siendo por ello recomendable que se escojan no tanto en base a nuestro gusto personal sino a aquellos que mejor resaltan nuestro rostro. De ahí que, como ya vimos en el capítulo de elección del color, sea recomendable tener en cuenta los tonos de nuestra tez y del pelo; así como su contraste. En base a estas premisas tanto las corbatas como las camisas de Felipe VI consiguen el objetivo de mandarnos un mensaje pausado y tranquilizador.
El Aristócrata
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