martes, 26 de abril de 2022

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO LO HACEMOS DE RELOJES

 

En mayo de 2019 escribía sobre mi Holy Trinity de relojes, los tres relojes de mi colección que más valoraba. Y me citaba para más adelante hablar de los tres siguientes. Y es a lo que me dispongo esta semana. 

Los coleccionistas cuentan con asesores que les aconsejan sobre los relojes a añadir, piezas que la hacen más completa o deseada. Yo, sin embargo, no entiendo la compra de un reloj como algo necesariamente razonado. Si no hay pasión, como casi todo en la vida, no hay disfrute. Obviamente por el alto precio de algunas piezas no debiese ser una elección repentina sino meditada. Pero en el resultado debiese entrar una variable de excitación que explique esa sonrisa que sale de la cara cada vez que lo ves en tu muñeca.


Aunque hay relojes de una gran belleza que pueden ser de pila, al menos para mi, nunca un reloj de pila debiera compartir espacio con esas piezas que dentro de ella albergan cientos de años de tradición y muchas horas de trabajo de los mejores artesanos. Por ello, dentro de la enorme variedad de marcas convendría centrarse en las muy pocas casas manufactura. Igual de importante resulta investigar sobre el movimiento del reloj. Es frecuente estar frente a una conocida marca que vende todos sus relojes como manufactura y comprobar como es un Valjoux el responsable de marcar la hora. No es que sea un mal movimiento pero si buscamos una colección premium deberíamos solo buscar relojes 100% manufactura. 

Esto es algo que se aprende con el tiempo y que confirma el profundizar en uno de los sectores más apasionantes del lujo: la alta relojería. No significa que haya que desprenderse de esos relojes que hayamos podido comprar años atrás y que hoy sepamos que su valor es escaso. Seguro que el cariño que les tenemos justifica conservarlos y cuidarlos como a cualquier otro. 

En el artículo del año pasado hablaba de los tres relojes preferidos de mi colección – que no obligatoriamente significa que sean mis relojes favoritos, pero sí mis tres mejores de mi pequeña colección. Echando un vistazo a esa colección hoy saco de ella los siguientes tres para presentároslos:

1- Jaeger-LeCoultre Grande Reverso Calendar en oro rosaCualquier amante de la verdadera relojería debería tener un reverso en su colección. La elegancia de esta famosa caja, su atemporalidad, su estatus, su charming y su legendaria historia hacen de él uno de los relojes más especiales de cuantos hoy existen. Dice la historia de la marca que a principios de la década de 1930, el revero nace de un desafío: el de diseñar un modelo, capaz de resistir los partidos de polo de los oficiales del Ejército Británico en la India. Al girar la caja, la esfera se oculta para revelar el reverso, que a su vez, protege la esfera de posibles golpes de mazo. Con un frontal atemporal enmarcado en sus tres emblemáticos gallones, el reverso tiene una estética art déco que acepta de buen grado tanto la esfera de la mujer como la del hombre. Pero este modelo de medidas de 30 milímetros x 48 de largo (de ahí la denominación “grande”) queda mejor en hombre que en mujer. 

Aunque hoy prácticamente todo reloj puede vestirse tanto de sport como formal, este modelo gana de vestirlo con traje. El guilloche de la esfera es algo frecuente también en otro relojes de alta gama aunque las agujas en forma de espada son solo marca de la casa. Si no se tiene buena vista puede costar ver rápidamente el día en el que nos encontramos. No así el día de la semana o el mes que son más fáciles de visualizar. Al contrario que la mayoría de relojes que cuentan con calendario completo mensual, este no necesita de coronas adicionales para ajustarlo; es un pulsador lateral oculto en la caja el responsable del ajuste. Desde mi punto de vista siempre acertado pues consigue una línea más pura y mucho más limpia. 

Y nada como estar pasándonoslo bien, querer olvidar la hora que es y darle la vuelta al reloj. Es entonces cuando a través de su cristal de zafiro se disfruta del calibre 843; calibre manual lo que es muy apreciado por los verdaderos amantes de la alta relojería. La fase lunar solo lo hace más bonito. Tuve ocasión de visitar la manufactura y disfrute muchísimo. El enclave, además, es maravilloso. 


2- Glashütte Original Panomatic Lunar en acero. Reconozco que cuando veo a alguien con un Lange o un Glashütte me produce curiosidad saber más de él/ella. No suele ser gente del montón; esos prefieren las marcas fácilmente reconocibles por su entorno. No es nada frecuente, al menos en España, ver a alguien con alguna de estas dos marcas. Las marcas suizas acaparan prácticamente los gustos del mercado patrio y parece que siempre hay una mejor opción antes que hacerse con un reloj alemán. ¡Y qué equivocados estamos!. Hace ya bastantes años que compré este modelo y hoy sigue siendo uno de los relojes estrellas de la marca alemana. 

Para los estándares actuales no es particularmente grande, 40mm, y es de las casas que más dan por menos; recordemos que mientras Lange ofrece sus relojes en oro, Glashütte también lo hace en acero. El estilo es muy limpio y carece de pulsadores laterales, algo que siempre me gusta. Su esfera es muy original y el día del mes lo da una ventana de generosas proporciones con dos dígitos independientes, algo que también encontramos en Lange. Su fase lunar es preciosa. Una pena que sus esferas no se hagan inhouse para dotar a la marca con un carácter, si cabe, más de manufactura. Por dentro su movimiento de tres cuartos platina, su doble cuello de cisne rotor esqueletizado y su masa oscilante de oro de 21 quilates se pueden apreciar a través de su cristal trasero de zafiro. 

Su vestimenta es más formal que de sport, aunque con un conjunto mínimamente vestido seguro que también queda bien. Además, consigue algo siempre bienvenido: pasar desapercibido. Es la sencillez de la elegancia, pero una sencillez de lo más especial. No es una marca inversión, pero sí una marca de entendidos que no buscan llamar la atención y disfrutan sabiendo solo ellos el gran reloj que llevan sin importarles que nadie les pregunte por él. También he tenido la suerte de visitar la manufactura y bien merece la pena el viaje. Además, servirá a quien lo haga a entender la gran cultura relojera que hay no solo en el pueblo de Glashütte sino en toda la zona de Dresde. 

3- Rolex Cosmograph Daytona en acero. Seguramente este tercer lugar, sexto si tenemos en cuenta que en el anterior capítulo hablábamos de los tres primeros, lo debiese ocupar uno de mis queridos Primero de Zenith, movimiento que por cierto montó el Daytona de Rolex muchos años. Mentiría si dijera que soy de los seguidores acérrimos de Rolex. Como creo que he dicho en alguna otra ocasión, resulta difícil poder considerar una marca que hace cerca del millón de relojes al año como una marca exclusiva. La exclusividad está reñida con la masificación. Y Rolex es una marca masiva. Igualmente, aunque se la reconozca como casa manufactura, el gran número de unidades que tienen que producir les impide tener una casa manufacturera a la vieja escuela; de ahí que sea difícil encontrar fotos de su factoría o poderla visitar. Seiko también hace la totalidad del reloj in-house y no por ello es una marca comparable a otras aquí tratadas (y ojo porque la serie Grand Seiko tiene cosas verdaderamente interesantes). 

Dicho esto, es cierto que la calidad de los relojes Rolex está fuera de toda duda. Son relojes para todo uso y raro será que pase por taller como si hacen otras casas a priori más reputadas y caras. Además, solo Patek Philippe puede rivalizar con Rolex a la hora de ver revalorizarse ciertas unidades. Si se trata de comprar un reloj como inversión, o al menos con la idea de no perderle mucho dinero si se tuviera que vender, Rolex no conoce de competencia. Igualmente, la política de marketing de dar pocas unidades de ciertos modelos, hacen que relojes como el Daytona se revaloricen todos los años. Rara es la marca que una vez comprado el reloj cueste este más al mismo salir de la tienda que cuando estaba dentro. 

Pero nada de esto tuvo que ver cuando me hice con él. Como muchos sabéis, soy un apasionado de los coches clásicos y del automovilismo en general y si hay un reloj unido ya por siempre a esa historia es el Daytona. Con 60 años de historia, el Daytona es, probablemente junto al Submariner, el reloj más mítico de marca. Ningún otro modelo, de cualquier casa, tiene la lista de espera ni el número de incondicionales que tiene este modelo. Dicho esto, si te gustan los coches parece que su conducción se saborea si cabe más de darte la hora un Daytona. El movimiento es a prueba de bombas, aunque en Rolex no deberán sentirse muy orgullosos de su belleza cuando siempre lo han ocultado con un fondo ciego. 

Como dije tanto en el primer artículo como en este, estos son los relojes que más me gustan de cuantos tengo. Obviamente, de tener un tourbillon de Breguet o un Grande Sonnerie de Greubel Forsey ambos entrarían en la lista por la puerta grande. Pero para estos todavía toca esperar unos años. 

El Aristócrata

No hay comentarios:

Publicar un comentario